sábado, 30 de enero de 2016

Las puertas del paraíso




Un soldado llamado Nobushige preguntó en cierta ocasión a Hakuin:
- ¿Hay verdaderamente un infierno y un paraíso?
- ¿Quién eres tú? –le interrogó Hakuin.
- Soy un samurai –replicó el guerrero.
- ¿Tú, un soldado? –exclamó Hakuin. ¿Qué gobernante te aceptaría en su guardia? Tu cara recuerda la de un pordiosero.
Nobushige se enfureció al oír esto de tal forma que llevó amenazadoramente su mano al mango de la espada. Pero Hakuin prosiguió:
- ¡Así que tienes una espada! Probablemente sea un arma demasiado burda para cortar mi cabeza. Nobushige sacó la espada de su funda. Hakuin dijo: ¡Aquí se abren las puertas del infierno!
Comprendiendo el sentido de las palabras del maestro, el samurai envainó la espada e hizo una reverencia.
- ¡Aquí se abren las puertas del paraíso!, concluyó Hakuín.

Cuento Zen


domingo, 24 de enero de 2016

Libre albedrío




"Cuando Dios terminó la creación del mundo, empieza a contemplar la posibilidad de crear al hombre, cuya función será meditar, admirar y amar la grandeza de la creación de Dios. Pero Dios no encontraba un modelo para hacerlo. Por lo tanto se dirige al primer ejemplar de su criatura, y le dice: "No te he dado una forma, ni una función específica, a ti, Adán. Por tal motivo, tendrás la forma y función que desees. La naturaleza de las demás criaturas la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás límites. Tú definirás tus propias limitaciones de acuerdo con tu libre albedrío. Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores. No te he hecho mortal, ni inmortal; ni de la tierra, ni del cielo. De tal manera, que podrás transformarte a ti mismo en lo que desees. Podrás descender a la forma más baja de existencia como si fueras una bestia o podrás, en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma, entre los más altos espíritus, aquellos que son divinos."

Giovanni Pico della Mirandola

martes, 19 de enero de 2016

La sal de la lengua




Escucha, escucha: tengo todavía
una cosa que decirte.
No es importante, lo sé, no va
a salvar el mundo, no cambiará
la vida de nadie -¿mas quién
es hoy capaz de salvar el mundo
o de cambiar apenas el sentido
de la vida de alguien?
Escúchame, no te entretengo.
Es poca cosa, como la llovizna
que lentamente está llegando.
Son tres, cuatro palabras, poco
más. Palabras que te quiero confiar,
para que no se extinga su luz,
su luz breve.
Palabras que mucho amé,
que tal vez ame todavía.
Ellas son la casa, la sal de la lengua.


Eugénio de Andrade

martes, 12 de enero de 2016

Pluralidad y síntesis




"La escuela nació debajo de un árbol, estando un hombre conversando con un grupo de personas que escuchaban su argumentación y discutían con él sin que supieran que él era un maestro y ellos sus alumnos. Al terminar esta conversación elgrupo sintió que era muy interesante la charla, decidieron continuarla y que sus hijos oyeran a ese hombre sabio. Allí nació la escuela."

Louis Kahn, arquitecto

Voy a contar mi experiencia personal con esto de la pluralidad y la síntesis que cada sujeto hace de aquello que recibe.
Cuando me fui a estudiar a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de La Plata, fui con una imagen muy precaria y errónea de lo que me iba a encontrar. Pensaba encontrar un lugar donde, desde un lugar dominante, un docente impartiría sus clases magistrales a unos alumnos que se parecerían más a objetos del aprendizaje que a sujetos del aprendizaje. Imaginaba un viaje con una duración en el tiempo,  determinada por cuestiones más administrativas (el tiempo que llevara recibirme y volver al sitio del que partí) que académicas. Calculaba, inocentemente, que ese viaje duraría seis, siete años. Me pensaba como un viajero que no iba a ser modificado por el viaje, por los paisajes visitados. 
La primera gran sorpresa fue encontrarme con una facultad que en su materia central, arquitectura, tenía once (11) cátedras distintas. Si, once tipos que enseñaban arquitectura desde puntos de vista distintos, cada uno con fuertes ideologías tras su saber. No solo eso, había aún, como si fuera poco, dos cátedras que no habían ganado sus concursos de oposición y no tenían cátedras oficiales, aunque se reunían en casas particulares con una regularidad semanal para discutir de arquitectura, ideología,mujeres, en fin, de la vida. Todavía más, esos talleres de arquitectura eran verticales, es decir que convivíamos en un mismo lugar alumnos de primero a sexto año, cada uno con su proyecto, con su historia de vida, su manera de ver el mundo. Se puede adivinar el caldo de cultivo que eran todas esas ideas adolescentes pugnado por ser escuchadas, en un período histórico que era el de la vuelta de la democracia, luego de tanto tiempo.
Cada cátedra tenía su aula en la que sus seguidores/alumnos, discutían, en mesas en las que docentes y alumnos se sentaban, alrededor de una mesa horizontal, a "construir" un conocimiento con ciertas pautas comunes, acordadas tácitamente cuando se elegía esta cátedra y no otra.
Yo, por supuesto, me anoté en una cátedra oficial y también acudía a las no oficiales. También, cada vez que pude, fui a presenciar los concursos, donde los titulares de las cátedras explicaban su visión.
Es muy importante describir cómo era el edificio de la facultad, es decisivo. Las aulas se ubicaban alrededor de un patio central, verde, con pasillos muy anchos y cubiertos por techos tipo bóveda de chapa. Este lugar central era el que nucleaba la salida de clases de todos esos alumnos y era un sitio muy agradable para sentarse a intercambiar, para escuchar a los más avanzados o a los más caraduras. Un sitio muy parecido, en su espíritu, a ese árbol de la frase de Kahn que compartí al principio. Un sitio hermoso donde la duración de ese viaje que inicié,comenzó a dilatarse, tanto, que hasta perdí de vista que tenía un final definido. En definitiva, perdí el rumbo, pero encontré otro mucho más rico que, me gusta creer, me mejoró como persona. 

Un profesor,al que adoraba, contaba siempre una anécdota hermosa:

"En la misma academia en España estudiaron dos artistas, uno fue Goya y el otro Velázquez, uno fue pintor del pueblo y otro pintor de la corte." 

No se que tan cierta sea esta historia,pero es muy linda y gráfica.

En fin, todo esto que cuento es para contar cómo es de importante para mí la pluralidad en la construcción del conocimiento y de la vida de las personas. Lo importante que es poder refrendar nuestros conocimientos contra el de los demás. Lo importante que es hacer el esfuerzo de sintetizar todo lo que fuimos adquiriendo, para así poder explicarlo a un tercero. Lo importante que es perderse entre un sinfín de modos de ver el mundo.
Ya se sabe, perderse es un modo de encontrarse.


lunes, 11 de enero de 2016

Lo nuestro




Amamos lo que no conocemos, lo ya perdido.
El barrio que fue las orillas.
Los antiguos, que ya no pueden defraudarnos, porque son mito y esplendor.
Los seis volúmenes de Schopenhauer, que no acabaremos de leer.
El recuerdo, no la lectura, de la segunda parte del Quijote.
El oriente, que sin duda no existe para el afghano, el persa o el tártaro.
Nuestros mayores, con los que no podríamos conversar durante un cuarto de hora.
Las cambiantes formas de la memoria, que está hecha de olvido.
Los idiomas que apenas desciframos.
Algún verso latino o sajón, que no es otra cosa que un hábito.
Los amigos que no pueden faltarnos, porque se han muerto.
El ilimitado nombre de Shakespeare.
La mujer que está a nuestro lado y que es tan distinta.
El ajedrez y el álgebra, que no sé.

Jorge Luis Borges

Los conjurados




"Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. Illón fue, pero Illón perdura en el hexámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos."

Jorge Luis Borges - Los conjurados


sábado, 9 de enero de 2016

Nada que enseñar




... el aspecto del zen en el que estoy personalmente interesado no es algo que se pueda organizar, enseñar, transmitir, certificar ni compaginar en ningún tipo de sistema. Ni siquiera se puede seguir, ya que cada uno tiene que encontrarlo por su cuenta. Como dijo Plotino, es "un camino a la soledad que se recorre a solas" y, según reza un antiguo poema zen:

Si no lo sacas de ti mismo,
¿dónde lo buscarás?

Fundamentalmente, ésta es la posición del conjunto del budismo tradicional zen. Estrictamente hablando no hay maestros zen porque el zen no tiene nada que enseñar. Desde los tiempos más remotos, los que han experimentado el zen siempre han rehuido a los discípulos potenciales, no solo para poner a prueba su sinceridad, sino para advertirles honradamente que la experiencia del despertar (satori) no hay que buscarla para encontrarla y que, en todo caso, no es algo que se pueda adquirir ocultivar. Pero los adeptos se han negado persistentemente a aceptar dicho "¡No!" como respuesta y los sabios del zen han contestado con una especie de judo. Al comprender que era inútil limitarse a decirles a los adeptos que buscando no encontrarían, han respondido con contrapreguntas (koan) cuyo efecto es excitar el esfuerzo de la búsqueda hasta que estalla con su propia fuerza, con lo que el discípulo se da cuenta de la locura de buscar por sí mismo, no solo verbalmente sino mediante la misma médula de sus huesos. En aquel momento el discípulo "tiene" zen. Se sabe a sí mismo uno con todo, ya que ha dejado de separarse del universo para buscar algo del mismo.

Alan Watts - Esto es eso


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...