martes, 31 de mayo de 2016

Edipo




Soliloquios del último filósofo
Un fragmento de la historia de la posteridad.

Me llamo a mí mismo el último filósofo, pues yo soy el último hombre. Nadie habla conmigo salvo yo mismo, y mi voz llega a mí como la de un moribundo. Contigo, voz amada, contigo, el último hálito de toda felicidad humana, déjame que me quede tan sólo una hora, a través de ti engaño mi soledad y me miento al adentrarme en la pluralidad y en el amor, pues mi corazón se resiste a creer que el amor haya muerto, no soporta el horror de la más solitaria soledad, como si yo fuese dos.
¿Te oigo todavía, voz mía? ¿Susurras mientras maldices? ¡Y tu maldición tendría que hacer pedazos las vísceras de este mundo! Pero él vive todavía y me contempla templa todavía más brillante y más frío, con sus despiadadas estrellas; vivo tan sordo y ciego como siempre y uno muere sólo: - el hombre. - ¡Y sí! ¡Yo te oigo todavía, amada voz! En este universo muere todavía uno fuera de mí, el último hombre: el último suspiro, tu suspiro muere conmigo, el prolongado ¡ay¡ ¡ay! suspirado por mí, el último de los hombres infelices, Edipo.


F. Nietzsche - Fragmentos póstumos. Volumen I. Editorial Tecnos. Página 373


sábado, 28 de mayo de 2016

Evolución




"En nuestra vida particular, un asunto que involucre nuestro corazón marca usualmente un punto decisivo para nuestro desarrollo posterior. Por eso este amor aparece a menudo como un hecho ineludible del destino. Todos hemos experimentado los dos efectos que produce la flecha del amor: da la vida y mata a la vez. Perderse en amor puede ser una muerte, la muerte de una existencia puramente centrada en el ego. Marca una fase nueva en la evolución hacia el encuentro de un centro trascendente."

Sallie Nichols


martes, 24 de mayo de 2016

Un viaje al Oriente




Fue el destino quien me deparó aquella fabulosa aventura. Pertenecía al círculo y, como miembro del mismo, participé de aquel viaje único, cuyos milagrosos incidentes brillaron como meteoros, para sumirse rápidamente en el olvido por el camino del descrédito. Esta coyuntura me anima hoy a intentar la descripción breve y concisa, de aquella increíble odisea; odisea que desde los tiempos de Hüon y de Roldan el Furioso no ha sido llevada a cabo por ningún hombre hasta el presente: esta época turbia, llena de desesperanza y, a la vez, fructífera de la posguerra. No creo engañarme respecto de las enormes dificultades, no me refiero tan solo a las que pueden surgir desde un punto de vista subjetivo, aún admitiendo que, por si solas, ya han de ser considerables. Piensen que no dispongo de ningún punto de apoyo firme -dato, documento, diario de viaje-, y que, en el transcurso de estos difíciles años rebosantes de infortunios, enfermedades y desgracias, se han esfumado también gran parte de mis recuerdos. Los golpes adversos del destino, los continuos descorazonamientos, han ido minando mi memoria, así como la ciega confianza que antaño tenía depositada en ella, hasta debilitarla lamentablemente. Pero prescindiendo de estas cuestiones personales, aún así, me encuentro ligado por mi antiguo juramento y si bien tal juramento no me priva en absoluto narrar mis aventuras personales, me prohíbe en cambio, revelar cualquier secreto referente al Círculo. No ignoro que, al parecer desde hace tiempo, el Círculo no tiene una existencia visible. Sin embargo, pese a que no he vuelto a ver a ninguno de sus miembros, ninguna tentación o amenaza podría obligarme a quebrantar mi juramento. Por el contrario, si en el presente o en el futuro fuera conducido ante un tribunal militar y me colocasen en la alternativa de dejarme matar o revelar los secretos del Círculo, ¡Con qué ardiente alegría moriría sin despegar los labios!...
... Sería relativamente fácil hacer comprender al lector la región en que se desarrollaron nuestras hazañas, la parte del alma a que pertenecían, si me fuera posible revelar los secretos íntimos del Círculo. Pero el juramento sella mis labios y, debido a esto, muchas cosas, tal vez todas, le parecerán increíble e incomprensibles al lector. Pero, aunque parezca paradójico, lo que en sí mismo es imposible, debe ser intentado siempre de nuevo. Estoy en todo de acuerdo con Siddartha, nuestro sabio amigo de oriente, que alguna vez dijo: "Las palabras no sirven para explicar un sentido secreto: siempre lo modifican algo, lo falsifican, lo ridiculizan"...

Hermann Hesse - Viaje al Oriente


Esta historia corta de Hesse, me refiero a Viaje al Oriente, me encanta tanto, que siempre vuelvo a ella, una y otra vez, como si necesitara refrescar algún detalle o volver a revisar, por si algo se me hubiera escapado.
Son ciertas las enormes dificultades que entraña un viaje de este tipo, como es cierto el descrédito que el mismo tiene fuera del Círculo, pero quienes lo inician no miden su realización por dificultades y descréditos. Solo lo inician.
Vuelvo siempre a esta historia, decía, y siempre encuentro lo que me lleva a volver. Está ahí, entre lo no dicho, solo basta remover algunas letras y vuelve a surgir, donde siempre estuvo, donde lo encontré la primera vez... y donde suponía que estaba, antes de buscarlo la primera vez.

lunes, 23 de mayo de 2016

Ley y significación




El gran error es no reconocer que la ley es significación de las cosas, no ritmo más o menos estéril en ocasión de éstas cosas. De legislar sobre el amor he hecho nacer tal forma de amor. Mi amor está dibujado por las mismas sujeciones que le impongo. La ley puede, pues, ser costumbre lo mismo que gendarme.

Antoine de Saint-Exupéry - Ciudadela, Cap. XCI


domingo, 22 de mayo de 2016

Sobre la verdad




-Soy aquel que, como el niño, tienta y busca un lenguaje. La verdad no me ha aparecido. Pero mi lenguaje, como tu montaña, es simple para los hombres, y por sí mismos hacen de él la verdad.

-Te vuelves amargo, geómetra.

-Hubiera querido descubrir en el universo la huella de un divino manto y, palpando fuera de mi una verdad, como un Dios que se hubiera ocultado largo tiempo a los hombres, hubiera querido atraparla por el paño del hábito y arrancarle el velo del rostro para mostrarla. Pero no me ha sido dado descubrir otra cosa que a mí mismo.


Antoine de Saint-Exupéry - Ciudadela, Cap. LXXVIII


sábado, 21 de mayo de 2016

Un dios...




El hinduista no ve ninguna división fundamental entre Dios y el mundo. El mundo es Dios actuando; el mundo es Dios en un escenario. ¿Cómo llegaron a esa idea? Muy fácil. Cuando intentamos pensar porqué existe el mundo, nos damos cuenta de que es francamente extraño que haya un mundo. Habría sido mucho más fácil y hubiera requerido muchísimo menos esfuerzo que no hubiera existido nada. Sin embargo, las cosas existen. ¿Por qué?. Veamos, ¿qué haríamos nosotros en el lugar de Dios? Imaginemos que todas las noches pudiéramos soñar lo que quisiéramos. ¿Qué soñaríamos? Estoy seguro de que la mayoría soñaríamos con aquellas cosas maravillosas que hubiéramos querido que nos sucedieran. Realizaríamos todos nuestros sueños; y podríamos seguir así durante meses, adornándolo hasta lo indecible con setenta y cinco años de gestas gloriosas transcurridas en una sola noche.
Al cabo de unos cuantos meses, sin embargo, quizás empezaríamos a cansarnos un poco y diríamos: ¿Y si vivo una aventura esta noche donde ocurra algo francamente inquietante y muy peligroso? Como sé que estoy soñando, tampoco será tan terrible, y me despertaré si el asunto se pone feo. Así vivimos una temporada: salvando princesas de entre las garras de dragones y corriendo mil y un percances. Al cabo de un tiempo, sin embargo, nos decimos: vayamos un poco más lejos. Olvidemos que es un sueño y disfrutemos al máximo del suspense. Sabemos que nos despertaremos, pero ¡qué pasada...! Andando el tiempo, llega un momento en que nos atrevemos a abandonar del todo el sueño y terminamos soñando la vida que ahora llevamos. Los hinduistas dirían que eso se debe al pulso primigenio de la vida, la motivación básica de la existencia, que es como el juego del escondite. Visto y no visto. Todo se basa en esto; la vida entera es vibración, pulsación. La luz es una pulsación de luz y oscuridad. El sonido es una pulsación de sonido y silencio. Todo avanza y retrocede a distinta velocidad. El movimiento de una ola consiste en dos pulsos: la cresta y el seno. No existen crestas sin senos, ni veremos un seno sin una cresta. Siempre van juntos. En el escondite nos ocultamos para que nos busquen, y luego buscamos porque alguien se ha escondido. No existe el aquí sin el allí; sin un allí, no entenderíamos lo que es aquí. No existe el ser sin el no-ser, porque no entenderíamos el significado de ser si no supiéramos a su vez lo que significa el no-ser, y viceversa.
El escondite es el juego fundamental del universo según la concepción hinduista. Es como si Dios, Nuestro Señor, o el Brahman, hubiera dicho en el principio del mundo: Piérdete, tío. Desaparece, que yo ya te encontraré más tarde. Cuando esa desaparición va demasiado lejos, empieza el ritmo contrario, el soñador se despierta y dice: ¡Buf! !Menudo alivio! Se inicia luego un período de descanso en el que todo está en calma, y entonces todo vuelve a empezar. El espíritu de aventura resurge eterno.

Alan Watts - Mito y religión


domingo, 8 de mayo de 2016

Amor





"Mi vecino nunca le dice palabras de amor a la mujer; entra a la casa por la ventana y no por la puerta; por una puerta se entra a muchos sitios, al trabajo, al cuartel, a la cárcel, a todos los edificios, pero no al mundo, ni a una mujer, ni al alma; es decir, a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así; como hoy, que llueve mucho y me cuesta escribir la palabra amor; porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra, y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran."


Juan Gelman



sábado, 7 de mayo de 2016

Esa nube...



Locura





"En mi locura, estuve enamorado de ella todas las horas que duró aquello; tuve los inconfundibles síntomas: la angustia, los suspiros, el dolor, y por encima de todo la resistencia a acercarme a ella.”

Jack Kerouac - En el camino

Momento presente



... todos, aunque no lo sepan.


Permitan que sus oídos oigan cualquier cosa que quieran oír. Simplemente dejen que sus tímpanos vibren con cualquier sonido que haya. Y, de la misma manera que llevan a cabo eso, dejen que su mente piense lo que quiera pensar. Y vayan con ello. Vayan con el fluir de los pensamientos. Verán que al cabo de un rato resulta imposible no hacerlo así, porque incluso su resistencia a hacerlo es parte del fluido del pensamiento, y se acompaña a sí mismo. Cuando descubran que también la resistencia es parte del fluir -verán que era redundante decir, "vayan con ello"- no existirá nada separado de ello que vaya con ello.
Lo mismo reza en cuanto a la consideración del paso del tiempo. Lo que hacemos ahora es en lo que hemos puesto la atención del flujo de experiencia tal y como se desarrolla en estos instantes. Y en esta especie de consideración, en esta especie de contemplación, se obtiene la sensación de estar en el presente, observando lo que sucede. Solo momentáneamente los pensamientos se preocupan por el pasado o por el futuro. Podemos preocuparnos por algo que va a pasar, y en lugar de escuchar el sonido de mi voz, ustedes están pensando sobre mañana. Podrían comprobarlo y decir: "No, no debo hacerlo, debo volver al ahora". Pero aquí se aplica exactamente el mismo principio de girar la rueda de la bicicleta *: si caemos en el pasado, girará hacia ese lado; si caemos en el futuro, lo hará en ese sentido. Y ello es así porque nuestras consideraciones sobre el pasado suceden ahora, al igual que las que tienen al futuro como objetivo. Al igual que no podemos dejar de ir con la corriente, tampoco podemos salir del presente. No hay ningún otro sitio en el que estar.

Alan Watts - Salir de la Trampa



* Este es el mismo proceso que aprender a montar en bicicleta. Porque caigan por el lado que caigan, sea la derecha o la izquierda, siempre se tuerce la rueda hacia el lado en que se cae.



martes, 3 de mayo de 2016

Ahora vivo más cerca del sol




Ahora vivo más cerca del sol, los amigos
no saben el camino: es bueno
ser así de nadie
en las altas ramas, hermano
del canto exento de algún ave
de paso, reflejo de un reflejo,
contemporáneo
de cualquier mirada desprevenida,
solamente este ir y venir con las mareas,
ardor hecho de olvido,
polvo dulce a la flor de la espuma,
eso apenas.


Eugénio de Andrade


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...