lunes, 28 de noviembre de 2016

Por quién doblan las campanas




¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla, completa en sí misma;
cada hombre es un trozo del continente, una parte del todo;
si el mar se lleva un pedazo de tierra,
toda Europa quedaría disminuida,
del mismo modo que si se llevase un promontorio,
o una finca de tus amigos o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque formo parte de la humanidad;
así pues, no envíes nunca a preguntar por quién doblan las campanas;
doblan por ti.

John Donne - "Meditación XVII"



Generosidad




Para cultivar la generosidad, no es necesario darlo todo; no es necesario dar nada, siquiera. Ante todo, la generosidad consiste en dar internamente, es un estado emocional, una voluntad de compartir su propio ser con el mundo.
En el nivel más profundo, no hay nadie que dé ningún don ni nadie que reciba... es solo el universo reordenándose.


Jon Kabat Zinn - Mindfulness en la vida cotidiana

domingo, 2 de octubre de 2016

Los garrones de la cultura




Los cirujanos, los sacamuelas, los locutores, los periodistas y los actores de teatro -que son, como se sabe, los espíritus rectores de la opinión filosófica- han dicho miles de veces que la característica más notable de nuestro tiempo es la velocidad. 
Algunas personas sensibles suelen quejarse amargamente de este hecho, afirmando que nuestros galopes existenciales levantan demasiada polvareda. 
No les falta razón a estos sofocados pensadores, deseosos de resuello. Pero hay que decir en defensa de la velocidad, que hay ocasiones en que no causa daño ninguno y hasta ayuda a hacer la vida un poco mejor. Por ejemplo, no es malo que el subterráneo tarde 20 minutos entre Chacarita y Leandro Alem, en vez de dos horas. 
Tampoco es malo reducir las tardanzas de un avión que va a París. Y es mejor curarse alguna peste en dos días que en un año. 
La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos.
Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. 
En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. 
Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. 
Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.
En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: haga el bachillerato en seis meses, vuélvase perito mercantil en tres semanas, avívese de golpe en cinco días, alcance el doctorado en diez minutos. 
Muchas veces me he imaginado estos cursos bajo la forma de una película filmada a cámara rápida, con alumnos atropellándose en los pasillos, permisos para ir al baño denegados y capítulos de la historia groseramente mutilados.
Capítulo seis: los fenicios. Los fenicios eran un pueblo de mercaderes, etcétera. Capítulo siete: Grecia. Los griegos inventaron la tragedia, las cariátides, etcétera. Capítulo veinte: La Edad Contemporánea. La Edad Contemporánea comienza con la Revolución Francesa y todavía sigue, etcétera. 
Calculo que el asunto no será tan grave. Supongo que se tratará de conseguir la máxima concentración mental por parte del alumno. Supongo también que no se perderá tiempo en tonterías. De todos modos, no sé si esto es suficiente para reducir el tiempo de un aprendizaje a la quinta parte. Quizá se supriman algunos detalles. ¿Qué detalles?
Desconfío. 
Yo he pasado siete años de mi vida en la escuela primaria, cinco en el colegio secundario y cuatro en la universidad. 
Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas, puedo decir que para aprender las pocas destrezas que domino tuve que usar intensamente la pensadora. Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.
¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.
A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número.
Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las señoritas livianas, los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que nos ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio. 
Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando ‘Desde el Alma’ sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro. 
Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa. Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente. Gane mucho vento sin esfuerzo ninguno. 
No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable. No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera. 
El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuánto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. ‘Nunca termina uno de aprender’ reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.
Los cursos que no se dictan 
Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato. Y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. 
El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. 
Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. Olvide hoy, pague mañana. Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.
Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea. 
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los sistemas para enseñar lo que es bueno, a respetar, quién es uno, etcétera. Todos estos cursos comienzan con la frase ‘Yo te voy a enseñar’ y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.
Elogio de la ignorancia 
Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. 
Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba. Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida. De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.
Frecuento a centenares de personas bondadosas, sensibles y llenas de virtud que desconocen minuciosamente el teorema de Pitágoras. Después de todo, es preferible ser ignorante a ser estúpido. Más aún cuando la estupidez es el producto de una mala educación. Oscar Wilde vio mejor que nadie este asunto de la estupidez ilustrada. ‘Hay hombres llenos de opiniones que son absolutamente incapaces de comprender una sola de ellas’. Tenía razón el irlandés.
Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo. 
Aprenda a tocar la flauta en cien años. 
Aprenda a vivir durante toda la vida. 
Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje.

Alejandro Dolina


miércoles, 7 de septiembre de 2016

El valioso tiempo de los maduros






“Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros.

Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.

Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…

Sin muchas golosinas en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.

Que sepa reír, de sus errores.

Que no se envanezca, con sus triunfos.

Que no se considere electa, antes de hora.

Que no huya, de sus responsabilidades.

Que defienda, la dignidad humana.

Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…

Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan…

Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.

Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás…”


Mario de Andrade.


jueves, 1 de septiembre de 2016

Aprender




Podrás hacerte viejo y tembloroso, podrás permanecer despierto de noche escuchando el desorden en tus venas, podrás añorar tu único amor, podrás ver el mundo alrededor devastado por maníacos malvados, o tu honor pisoteado en las cloacas de las mentes simples. Sólo queda una cosa entonces: aprender. Aprender por qué el mundo se mueve y qué lo mueve. Es la única cosa que la mente nunca puede agotar, alienar, ni ser torturada por ello, ni temer ni desconfiar, y ni soñar con lamentarlo.

T. H. White, El único y futuro rey

Leído en Ikigai, los secretos de Japón para una vida larga y feliz, Ed. Urano


sábado, 27 de agosto de 2016

Qué va a ser de mí




Qué va a ser de mí, volveré a mentir de nuevo, 
llenaré mi cama de fantasmas, de muertos, 
contaré los días, las calles que nos separan, 
las tardes de domingo esperaré tu llamada. 

Maldeciré a las parejas que, abrazadas, 
sueñan con habitaciones de hotel desocupadas. 
Y odiaré con calma tu risa, 
todas mis palabras, nuestra despedida. 

Qué va a ser de mí, les diré barbaridades 
a las mujeres hermosas que pasen por mi calle. 
Sin que me invites, me colaré en tus fiestas, 
cuando venga tu recuerdo, reiré con violencia. 

Iré a buscarte a los sitios acordados 
aunque tú no vengas, aunque me hayas olvidado. 
Te escribiré los versos que nunca te hice, 
seré puntual como siempre quisiste. 

Qué va a ser de mí, emprenderé un largo viaje 
para que el eco de tus noches nunca me alcance. 
Qué va a ser de mí, dudo que en ningún bar 
me puedan servir todo el alcohol que necesito para olvidar. 

Iré a buscarte a los sitios acordados 
aunque tú no vengas, aunque me hayas olvidado. 
Te escribiré los versos que nunca te hice, 
seré puntual como siempre quisiste.

Ismael Serrano


Concentración de una vida




No pretendo ser el mejor. Únicamente quiero volar tan alto que nadie pueda alcanzarme. No para demostrar nada, sólo quiero llegar a donde se llega cuando entregas tu vida entera y todo lo que eres a una única cosa.

James Dean

martes, 9 de agosto de 2016

Tropezar y caer




Tropezamos y caemos constantemente incluso cuando estamos iluminados. Pero cuando estamos en la oscuridad espiritual, ni siquiera sabemos que hemos caído.


Thomas Merton.


viernes, 5 de agosto de 2016

30 consejos de literatura y vida de Jack Kerouac




1. Cuadernos secretos garabateados y salvajes páginas escritas a máquina,

para tu propia dicha.

2. Obediente a todo, abierto, escuchando.

3. Trata de nunca emborracharte fuera de tu casa.

4. Enamórate de tu propia vida.

5. Algo que sientes encontrará su propia forma.

6. Sé un demente estúpido-santo de la mente.

7. Sopla tan profundo como quieras soplar.

8. Escribe lo que quieras insondablemente desde el fondo de la mente.

9. Las visiones inefables del individuo.

10. Sin tiempo para la poesía más que exactamente lo que es.

11. Tics visionarios estremeciéndose en el pecho.

12. Fijación del trance soñando sobre un objeto ante ti.

13. Desaloja inhibiciones literarias, gramáticas y sintácticas.

14. Como Proust, sé un viejo adicto al té del tiempo.

15. Diciendo la verdadera historia del mundo en un monólogo interno.

16. El centro de la joya del interés es el ojo dentro del ojo.

17. Escribe en reminiscencia y asombro por ti mismo.

18. Trabaja desde el néctar del ojo medio afuera, nadando en el mar del

lenguaje.

19. Acepta la pérdida para siempre.

20. Cree en el sagrado contorno de la vida.

21. Lucha por trazar el flujo que ya existe intacto en la mente.

22. No pienses en palabras cuando te detengas sino para ver mejor el

cuadro.

23. Registra todos los días el día blasonado en tu mañana.

24. Sin miedo o pena en la dignidad de tu experiencia, conocimiento y

lenguaje.

25. Escribe para que el mundo lea y vea tus precisas imágenes de él.

26. El libro-película es la película en palabras, la forma visual americana.

27. En homenaje del Personaje en la solitaria Penumbra inhumana.

28. Componiendo salvaje, indisciplinado, puro, viniendo de abajo, entre más

loco mejor.

29. Eres un genio todo el tiempo.

30. Guionista-director de películas terrestres auspiciadas y angeladas en el

Cielo.


Jack Kerouac


En negrita e itálica las que, de algún modo, siento afines...


sábado, 30 de julio de 2016

Salto al vacío




El individuo siente la futilidad de los deseos y aspiraciones humanas, y percibe al mismo tiempo el orden sublime y maravilloso que se pone de manifiesto tanto en la naturaleza como en el mundo del pensamiento. La existencia individual se le impone como una especie de prisión, y ansía experimentar el universo como un todo único significativo. Los albores del sentimiento cósmico religioso se dejan ya sentir en muchos de los Salmos de David y en algunos profetas. En el budismo, según aprendimos especialmente en algunos escritos maravillosos de Schopenhauer, aparece con mucha mayor fuerza este elemento.

Los genios religiosos de todas las épocas se han distinguido por esta especie de sentimiento religioso que no conoce dogmas ni concibe a Dios a imagen y semejanza humana; y que carece por tanto de iglesia alguna que deba basar en ellos sus principales enseñanzas. Por eso, es precisamente entre los herejes de todos los tiempos entre quieres encontramos a esos hombres impregnados de esta forma suprema de sentimiento religioso, y que en muchos casos fueron considerados por sus contemporáneos como ateos, y también en otros como santos. Mirados a esta luz, hombres como Demócrito, Francisco de Asís y Spinoza son íntimamente afines entre sí...

...Yo sostengo que el sentimiento cósmico religioso constituye la más fuerte y noble motivación de la investigación científica. Solamente quienes pueden percatarse del inmenso esfuerzo y, sobre todo, de la devoción que requiere trabajar como pionero en un campo científico teórico, son capaces de comprender que semejante trabajo, por alejado que pueda parecer de las realidades de la vida, sólo puede surgir de la fuerza emocional vinculada a tal sentimiento.

¡Qué profunda convicción de la racionalidad del universo, y qué ansia de comprender, aunque sólo fuera una brizna de la mente creadora que revela este mundo, debieron de tener Kepler y Newton, para hacerlos capaces de gastar años y años de solitario trabajo en el empeño de desenmarañar los principios de la mecánica celeste! A aquellos cuyo contacto con la investigación científica proviene principalmente de sus aplicaciones prácticas les resulta fácil hacerse una idea completamente falsa de la mentalidad de esos hombres que, en medio de un mundo escéptico, han sido capaces de abrir el camino a otros espíritus afines desperdigados a lo largo y ancho del mundo y de los siglos.

Sólo quien ha dedicado su vida a empeños semejantes puede hacerse una idea vívida y adecuada de lo que inspiró a tales hombres y les proporcionó la fuerza necesaria para permanecer fieles a su propósito a pesar de incontables fracasos. Lo que proporciona a un hombre esa fuerza es el sentimiento cósmico religioso. Un contemporáneo nuestro ha dicho, no sin razón, que en esta era materialista en que vivimos, los únicos seres profundamente religiosos son quienes trabajan con la máxima seriedad.

Albert Einstein


Sin parpadear




Hubo un guerrero muy famoso que había asolado incontables ciudades y conquistado vastos territorios sin jamás haber sido derrotado. Era tal el horror que provocaba en los pobladores que cuando supieron que el ejército del famoso guerrero se dirigía hacia el país todos —hasta los gobernantes— dejaron las casas vacías, con las ollas de sopa todavía hirviendo sobre los fogones, huyendo a toda prisa.

Todos menos el maestro zen que vivía modestamente en la ladera de una escarpada montaña.

Una vez que el ejército tomó el control de la capital, el famoso guerrero se dirigió hasta la cabaña del maestro zen con el objetivo de verlo con sus propios ojos. Cuando llegó ante él, viendo que se trataba de un sencillo anciano que ni siquiera se había puesto de pie para suplicar por su vida, el guerrero prorrumpió en insultos.

“¡Viejo tonto!”, le dijo, a la vez que desenvainaba su espada, “¿no te das cuenta de que estás frente a un hombre que podría cortarte a la mitad en menos de un parpadeo?”.

El maestro permaneció inmóvil y respondió:

“¿Y tú te das cuenta de que estás frente a un hombre que podría ser cortado a la mitad sin parpadear?”.

miércoles, 27 de julio de 2016

Todas las cosas y yo somos uno




"Llegamos a un nuevo concepto de inquebrantable totalidad, que niega la idea clásica del análisis del mundo en partes separadas e independientes... El concepto clásico usual de que las "partes elementales" independientes son la realidad fundamental del mundo y que los diversos sistemas sean meramente formas y ordenamientos particulares de estas partes ha sido invertido. En lugar de ello, decimos más bien que la realidad fundamental es la inseparable interrelación cuántica de todo el universo y que las partes que parecen funcionar de un modo relativamente independiente son simplemente formas contingentes y particulares dentro de todo ese conjunto"

David Bohm & B.Hiley, "On the Intuitive Understanding of Nonlocality as Implied by Quantum Theory"


“El Cielo, la Tierra y yo nacimos al mismo tiempo, y todas las cosas y yo somos uno”

Chuang Tzu


viernes, 22 de julio de 2016

Falsamente tuyo




“Querida, encuentra lo que amas y deja que te mate. Deja que consuma de ti tu todo. Deja que se adhiera a tu espalda y te agobie hasta la eventual nada. Deja que te mate, y deja que devore tus restos.
Porque de todas las cosas que te matarán, lenta o rápidamente, es mucho mejor ser asesinado por un amante”

Charles Bukowski


La voz a ti debida




Lo que eres 
me distrae de lo que dices

Lanzas palabras veloces,
empavesadas de risas,
invitándome
a ir a donde ellas me lleven.
No te atiendo, no las sigo:
estoy mirando
los labios donde nacieron.

Miras de pronto a lo lejos.
Clavas la mirada allí,
no se en qué, y se te dispara
a buscarlo ya tu alma
afilada, de saeta.
Yo no miro adonde miras:
yo te estoy viendo mirar.

Y cuando deseas algo
no pienso en lo que tú quieres,
ni lo envidio: es lo de menos.
Lo quieres hoy, lo deseas;
mañana lo olvidarás
por una querencia nueva.
No.Te espero más allá
de los fines y los términos.

En lo que no ha de pasar
me quedo, en el puro acto
de tu deseo, queriéndote.
Y no quiero ya otra cosa
mas que verte a ti querer.

Pedro Salinas


domingo, 17 de julio de 2016

No es un libro




"Esto no es un libro / Quien toca esto toca a un hombre"

Walt ‪‎Whitman - Sobre su Hojas de Hierba


sábado, 25 de junio de 2016

Ira




Cuentan que un hombre sufría con gran frecuencia ataques de ira y cólera, así que decidió un día abordar esta situación. Para ello se fue al encuentro de un viejo sabio con fama de conocer la naturaleza humana. Cuando llegó a su presencia, habló de este modo:
-Señor, quiero solicitar tu ayuda, ya que tengo fuertes arranques de ira que están haciendo mi vida muy desgraciada. Yo sé que soy así, pero también sé que puedo cambiar si usted me aconseja. Lo que me cuentas es muy interesante -dijo el anciano-. De todas maneras, para poder tratar bien tu problema es necesario que me muestres tu ira y así pueda saber de qué naturaleza es. -Pero ahora no tengo ira -argumentó el hombre. -Bien -contestó en anciano-, lo que tendrás que hacer en este caso es que la próxima vez que la ira te invada, has de venir lo más deprisa posible a enseñármela. El hombre iracundo se mostró de acuerdo y regresó a su casa. Pero pocos días después se encontró de nuevo con otro ataque de cólera y marchó rápidamente a ver al anciano. Sin embargo, ocurría que el viejo habitaba en lo más alto de una colina muy alejada, así que cuando por fin alcanzó la cima y se presentó al sabio...-Señor, estoy aquí de nuevo como me dijiste. -Estupendo, muéstrame tu ira. Pero al pobre hombre se le había pasado la ira durante la subida. -Es posible que no hayas venido lo suficientemente rápido -dijo el anciano-. La próxima vez corre mucho más deprisa y así llegarás todavía con ira. Pasados unos días, al hombre le asaltó otro fuerte ataque de cólera y recordando la recomendación del sabio, comenzó a correr cuesta arriba todo lo rápido que pudo. Cuando media hora después llegó completamente agotado a casa del viejo, éste le reprendió severamente: -Esto no puede continuar así, otra vez llegas sin ira. Creo que debes esforzarte aún más y tratar de subir las cuestas mucho más deprisa. De otro modo no voy a poder ayudarte. El hombre marchó entristecido, jurándose a sí mismo que la próxima ocasión correría con todas sus fuerzas para llegar a tiempo de mostrar su ira.
Pero no ocurrió así. Una y otra vez subía la cuesta, ya cada ocasión llegaba más y más fatigado y desde luego sin un asomo de ira. Un día que llegó especialmente extenuado, el maestro, por fin, le dijo: -Creo que me has engañado. Si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela. Has subido a mi casa veinte veces y nunca has sido capaz de mostrarla. Esa ira no te pertenece. No es tuya. Te atrapa en cualquier lugar y con cualquier motivo y luego te abandona. Por tanto, la solución es fácil: la próxima vez que quiera llegar a ti, no la recojas.


Extraído del libro "120 Cuentos de Oriente"


Náufragos




“Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquí existió un mundo donde prevaleció el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad."

Gabriel García Márquez


jueves, 23 de junio de 2016

Plegaria de la Serenidad



Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.

La plegaria de la Serenidad, también conocida como oración de la Serenidad, es el conocido comienzo de una oración atribuida al teólogo, filósofo y escritor estadounidense de origen alemán Reinhold Niebuhr y cuya versión más conocida dice así:


Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.
Viviendo día a día;
disfrutando de cada momento;
sobrellevando las privaciones como un camino hacia la paz;
aceptando este mundo impuro tal cual es
y no como yo creo que debería ser,
tal y como hizo Jesús en la tierra:
así, confiando en que obrarás siempre el bien;
así, entregándome a Tu voluntad,
podré ser razonablemente feliz en esta vida
y alcanzar la felicidad suprema a Tu lado en la próxima.
Amén.

Reinhold Niebuhr


No nacido




En este instante ustedes no han nacido y no mueren. El usted que está aquí ahora nunca morirá, el usted que muera será totalmente diferente, y así hasta el día en que suceda. Esta idea es similar a la filosofía de Heráclito que dice que nunca se puede entrar dos veces en el mismo río, porque el río es siempre diferente. Tal y como se dice en los antiguos textos budistas chinos:

El sol no se mueve en su curso.
Cada vez que parece moverse
es un sol diferente.

Hoy en día existe una opinión muy popular entre los físicos según la cual no hay nada que se mueva en el universo, sólo hay funcionamiento, sólo existe la pauta, no átomos de tiempo y espacio. El Islam también tiene una teoría al respecto: que Dios crea el universo a cada instante. Al igual que los fotogramas de una película crean la ilusión de movimiento, los universos creados a cada instante crean la ilusión de algo que va existiendo, pero no hay nada que vaya existiendo. La noción de ser una ola, una cresta de agua que se mueve, también es una ilusión, pues el agua sólo va arriba y abajo.

La palabra china wunien, que traducimos como "no pensamiento", significa no permitir que las series de pensamientos se acoplen de tal manera que nos aferren a la cadena de continuidad. Por ello, ser consciente de los cambios es una cuestión de establecer continuidades entre momentos. Alguien podría decir que no hay cambio, que sólo hay instante; también podría dársele la vuelta y decir que no hay instantes substanciales, que lo único real es fluir. Ambos puntos extremos pueden inducir al mismo estado de conciencia. Si por un lado decimos que sólo existe el aquí y ahora, y que eso es todo por lo que hay que preocuparse, nos induciría a un estado de conciencia que sería exactamente el mismo que se alcanzaría por la percepción de que todo fluye y nada permanece, así que descansemos. Ambas situaciones, tanto si nos encontramos en un río fluyendo con él, como si estamos sentados a la orilla dejando que fluya, ilustran la misma sensación, sólo la metáfora es diferente.

En las escrituras budistas pali, en un libro titulado Itivuttak, aparece una frase en la que Buda dice:

Hay un no nacido, no originado, no creado y no formado. Si no fuese así, no habría liberación del mundo de lo nacido, originado, creado y formado.

Esta teoría de lo no nacido aparece en los dos caracteres chinos, fu-shy; el primero es "no", y el segundo "surgir". La idea del aspecto no nacido de nosotros mismos puede resultar extraño para muchos occidentales. Si alguien pregunta: "¿Dónde crees que irás a parar cuando mueras?" Y alguien responde: "No creo que vaya a ninguna parte", un occidental lo interpretaría como "creo que seré totalmente aniquilado, me apagaré como una luz y eso será todo". El significado zen de esta réplica sería: "Cuando muera no iré a ninguna parte porque nunca nací". No se puede morir si no se ha nacido antes, al igual que uno no puede divorciarse si no está casado. Todo es una cuestión de dónde se traza la línea al definir quién y qué somos. ¿Que se traza justo en eso de lo que somos conscientes de nosotros mismos, de lo que la propia consciencia puede discernir? Eso es lo que normalmente llamamos nuestro ego.

La cuestión es, ¿cuánto de nosotros mismos podemos percibir, y quién lo percibe? Ese aspecto nuestro es no nacido en el sentido de que nadie puede nunca aprehenderlo, ni definirlo, ni darle un nombre, y nadie puede configurarlo. Pero ése es el aspecto verdaderamente importante de cada uno de nosotros. En el caso de un iceberg, sólo una séptima parte del mismo aflora de la superficie del agua. En nuestro caso, no es casi nada lo que está a la vista, sólo un poco de atención consciente con la que inspeccionamos el mundo, generalmente de una forma lineal.

Así pues, lo que no sabemos de nosotros mismos, que nunca podemos controlar en la manera en que pensamos que controlamos las cosas voluntariamente, es la parte central y más grande de nosotros. Era la verdad original en la idea astrológica de que cuando se dibuja el mapa del alma de una persona se dibuja el mapa del universo tal y cómo estaba en el tiempo y lugar del nacimiento del individuo. No acostumbro a creer demasiado en la astrología popular, pero esta idea está impresa en ella, que es que el alma no es algo que esté en el cuerpo, sino que más bien el cuerpo es algo en el alma. El alma no es un espectro personal, es toda la red de relaciones que se entretejen entre todo lo que es. El "aquí y ahora" es como un nudo en un sistema de cuerdas que conforman una red de pesca, siendo el alma la red entera. Cada uno posee el mismo alma, pero la experimentamos desde puntos de vista diferentes, en diferentes lugares y en tiempos diferentes. Este alma que compartimos es la totalidad de todo el proceso en marcha y por ello nos mantiene en movimiento también a nosotros.

Cada individuo en particular es una función de la energía como todo. Sea lo que sea que hace que brille el sol, también está encarnado en nosotros. No es algo que le ocurra a usted o a mí por separado. No existe un ego separado que se integre en el proceso. La sensación de ser un ego es este proceso, y eso significa que el ego no es realmente un ego. Es un montaje. Es una máscara con la que todo se manifiesta. Podríamos decir: "Muy bien, me gustaría controlar todo eso, me siento como si me obligasen. Todo lo que sucede bajo la superficie de mi consciencia no se puede conocer, ni se puede predecir, y no soy yo". Pero eso sería sólo una ilusión. No necesita sentirse como si le obligasen. No hay nadie siendo obligado, excepto todo el sistema en sí mismo. Se obliga a sí mismo, no hay víctimas. Existe la idea de que hay víctimas, la experiencia de ser víctima, pero también es una ilusión. Todo el asunto al completo es una ilusión en el sentido de la antigua palabra latina luderi, que significa jugar. Se juega a estar en la confusión, y sólo podemos saber de verdad lo que se juega cuando también se sabe lo que se juega en la confusión. Alternamos o vibramos entre ambos extremos.

La cuestión es que usted, el usted que realmente está en ello, es no nacido y desconocido. Nunca es un objeto de conocimiento, y no es algo que pueda ser aprehendido porque no necesita serlo. Al igual que el sol no necesita brillar en sí mismo, ni un cuchillo cortarse a sí mismo, ni un ojo verse a sí mismo, o los dientes morderse a sí mismos, lo mismo sucede con todo, este lo-que-sea no necesita aprehenderse a sí mismo, ni controlarse. [...]


En el fondo y fundamentalmente, somos lo no nacido. Nunca tuvimos un principio y nunca tendremos un final. No empezamos a ser y nunca dejaremos de ser. Lo que llamamos cosas individuales, movimientos individuales, ondas individuales, son pulsiones en el orden general; van y vienen. Nacen y mueren, y están en marcha siempre. Pero el todo, más allá de estos ciclos de nacimiento y muerte, siempre está ahí; y eso es lo no nacido.

Había un maestro zen japonés en el siglo XVII llamado Bankei Eitaku, que tenía un enorme éxito en trasmitir el zen a personas muy sencillas. Dio mucha importancia a la idea de lo no nacido, y a aprender a confiar en la sabiduría del inconsciente, ese vasto e ilimitado aspecto de nuestra naturaleza que está más allá de nuestro control. Bankei es una notable figura histórica porque fue el roshi de uno de los mayores y más bellos monasterios zen de Kyoto, Myoshinji. Hizo algo muy interesante: no dejó discípulos ni sucesores. Por lo general, un maestro zen trasmite su autoridad a alguien, o a varias personas, y les da el inca, que es su sello de aprobación. El inca confirma que han alcanzado la iluminación bajo la guía del maestro y que están autorizados a enseñar en su escuela. Pero Bankei no se lo dio a nadie, y ello se considera algo muy admirable. En un poema zen se dice que un hombre sabio:

Entra en un bosque sin perturbarni una brizna de hierba, entra en el aguasin provocar ni una onda.

El dicho se remonta a lo enunciado por el propio Buda en el Dhammapada, sobre que el sendero del sabio es como las huellas de las aves en el cielo, nadie sabe que han estado por allí. Así pues, cuando asistimos a la actuación de un gran artista da la impresión de hallarse completamente tranquilo, como si lo que hace sucediese de manera natural. Cualquier disciplina que haya tenido que seguir, cualquier habilidad, cualquier aprendizaje, no resulta aparente. De igual manera, cuando se construye una casa se alzan andamios. Cuando se finaliza la casa se retiran los andamios y desaparecen. [...]


Muchos maestros podrán sentirse orgullosos por el número de discípulos que tengan, pero el verdadero buen maestro no tiene estudiantes. Todos se han ido. No se quedan alrededor diciendo: "Sí, bueno, pertenezco a la sociedad creada por (tal y cual)", ni, "soy miembro de (esto y lo otro)". Los estudiantes de un maestro de verdad no se identifican con eso. Eso es así al extremo de que cualquier maestro religioso que deja discípulos para continuar, acaba con ello. El espíritu original del cristianismo fue destruido completamente por los discípulos de Cristo que lo organizaron, lo propagaron a los cuatro vientos y demás. El maestro de verdad no deja discípulos. Ayuda a todas las personas hasta el extremo de que al ayudarles les hace libres; no se quedan pegados a su alrededor. Y eso es lo que ocurrió con ese hombre, Bankei.

Bankei fue contemporáneo de Hakuin, otro gran maestro zen. Hakuin fue un hombre extraordinario y formidable, pero dejó ocho discípulos que aparecen en los libros como herederos del sello. El zen contemporáneo de Japón desciende en gran parte de Hakuin, pues son sus métodos los que prevalecen. Utilizó el método de estudio de koan que actualmente es usado por la secta rinzai. No hay nada malo con ese método, pero la técnica de Bankei era muy sutil.

Lo que sigue es una charla que dio Bankei a propósito de la mente no nacida:

La mente engendrada y dada a cada uno de nosotros por nuestros padres no es otra que la mente de Buda, no nacida e inmaculada, suficiente para manejar todo lo que nos traiga la vida.
Supongamos que en este mismo instante, mientras me miráis escuchándome, en alguna parte detrás de vosotros, un cuervo grazna y un gorrión gorjea. Sin que exista intención en vosotros de distinguir entre esos sonidos, los oís distintos. Bien, desde ahora vamos a estar en esa mente, y nuestra escuela será conocida como la escuela de la mente de Buda... Todos vosotros sois budas porque el no nacimiento que cada uno posee es el principio y la base de todo.
Entonces, si la mente de Buda es no nacida, necesariamente es inmortal. Porque, ¿cómo puede perecer lo que nunca nació? En los sutras habréis encontrado la frase "sin nacimiento e imperecedera", pero hasta ahora no teníais ni la mínima prueba de esa verdad. En realidad, supongo que, como la mayoría, habréis memorizado esta frase mientras permanecíais ignorantes del hecho del no nacimiento. Cuando tenía veinticinco años comprendí que no nacer es suficiente para vivir y desde entonces, y durante cuarenta años, se lo he estado probando a gente como vosotros.

Bankei está diciendo que todos heredamos la mente de Buda, sin nacimiento e inmaculada, que es "suficiente para manejar todo lo que nos traiga la vida". Pueden sentarse por ahí y preocuparse y prepararse de lo que harán cuando se encuentren en un aprieto, pero automáticamente tenemos una innata capacidad para hacernos cargo de la situación cuando aparece. [...]


Jesús dijo algo curioso a sus discípulos sobre el predicar. Les dijo que nunca pensasen antes lo que iban a decir porque en el momento adecuado el espíritu santo se lo comunicaría. En las escuelas en las que forman a los sacerdotes en la prédica, siempre se concentran en la preparación. "Tengan en mente tres puntos: principio, medio y final; y sepan siempre exactamente a dónde van a parar". ¡Obviamente no parecen creer en el espíritu santo! Eso es algo que está muy bien, pero "¡a Dios rogando y con el mazo dando!".

Tenemos una total incapacidad de ser capaces de dejar que las cosas sucedan. Ello no quiere decir que no necesitemos entrenamiento o disciplina, que es algo muy importante, pero cada disciplina que aprendemos, tanto artística como científica, siempre deberá estar subordinada a nuestra espontaneidad . Fundamentalmente, la disciplina siempre deberá estar disponible para algo que no sepamos hacer o controlar. Por ejemplo, he estudiado técnica de escritura y oral durante bastantes años, pero nunca sé qué voy a decir a continuación. Ocurre o no ocurre. Y es así porque está siendo hecho por algo sobre lo que no tengo control alguno. Por eso Sócrates solía decir que no era él quien hablaba de su filosofía sino un ser divino que hablaba a través de él.

Todo el mundo que es creativo a veces tiene la sensación de que existe otro organismo, y de que ellos son simplemente un secretario a través del que se manifiesta ese algo. Del mismo modo, cuando se alcanza un cierto grado de habilidad al interpretar un instrumento musical, se empieza a notar que es el instrumento el que toca. O, cuando se adquiere cierta facilidad al utilizar el pincel, sobre todo al escribir caracteres chinos, da la impresión de que el pincel es un ser encantado que se nos lleva y nos utiliza para escribir los caracteres. Al cantar, a veces se puede sentir como si la canción cantara al cantante. Se trata de la sensación de que sucede por sí mismo en lugar de hacerlo uno. Para eso es exactamente para lo que los chinos utilizan la frase, tzu-jan, "en sí mismo", por naturaleza. Tzu-jan es la sensación del mundo como algo que sucede en sí mismo. Yo no lo hago y, con todo, eso que no estoy haciendo es realmente yo. [...]


Cuando Bankei dice "mente de Buda", se trata de su frase particular para designar el inconsciente. No se trata del inconsciente psicológico de Freud y Jung, sino del aspecto total de nosotros mismos, del que somos ignorantes, y que no aparece en la atención consciente porque permanece detrás. También dice que la mente de Buda de cada uno es inmaculada. Tengan cuidado con la palabra "inmaculada". En occidente, en la cristiandad, utilizamos palabras como "pura", "inmaculada", y "sin mácula", para decir asexual. Cuando se dice "bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios", la mayoría piensa que una persona de mente pura es alguien que no dice chistes verdes o que carece de pensamientos lascivos. Puro, cátharo en griego, significa claro. El significado aquí es puro como el espacio, que quiere decir claro como un espejo o un cristal.

Un espejo reflejará montones de basura y toda clase de obscenidades, pero eso no afecta al espejo. Chuang-tzu dice sobre el espejo: "No se aferra a nada, no rechaza nada. Recibe pero no guarda; por lo tanto, nunca se mancha. No tiene color, por lo que puede reflejar todos los colores". La mente de Buda es como un espejo; todo lo que hacemos es reflejo en ella, y todo lo que hacemos se refleja en ella. Si nos preocupamos acerca de un reflejo, podemos estar seguros de extraviarnos. Nuestros pensamientos no están anclados muy profundamente. Aparecen desde los bajíos de la mente. Escribe Bankei:

Recordad que todo lo que veis y oís se refleja en la mente de Buda y es influido por lo que anteriormente fue visto y oído. No es necesario decir que los pensamientos no son entidades. Si permitís que aparezcan, se reflejarán a sí mismos, o cesarán de pronto, como suelen hacer; si no os preocupáis por ellos, nunca os perderéis. Así que dejad que cien, mil pensamientos aparezcan, y será como si no hubiese aparecido ninguno, y siempre permaneceréis tranquilos.

Está diciendo, "entiéndalo", que el pasado que usted recuerda y al que reacciona de una u otra forma, simplemente no está. Gran parte de las discusiones entre las personas son acerca de cosas que no suceden. Son sobre cosas que han sucedido o pueden suceder, pero no sobre cosas que están sucediendo. Resulta absolutamente fascinante, como técnica psicoterapéutica, traer a alguien al presente y decir: "¿Dónde le duele? ―sobre todo si se trata de dolor psicológico―. ¿Dónde está? ¿Cómo es? Dígame, ¿tiene algún problema en este momento?" La gente empieza a buscar y no puede encontrar la maldita cosa.

Es como la famosa historia sobre Bodhidharma y Hui-k'e, su discípulo. Hui-k'e sentía tanta determinación por alcanzar la verdad del zen de Bodhidharma que se cortó el brazo izquierdo y se lo presentó a Bodhidharma diciendo:

Ésta es la prueba de mi sinceridad. Y Bodhidharma finalmente dijo: ―Muy bien, muy bien, ¿qué es lo que te preocupa?.
Hui-k'e respondió: ―No tengo paz en mi mente, por favor, pacifícala.
Y Bodhidharma le dijo: ―Muéstrame tu mente y la pacificaré.
Hui-k'e replicó: ―Cuando la busco no la encuentro".
Y Bodhidharma dijo: ―Entonces es que ya está pacificada.

Fundamentalmente, ésa es la manera de operar zen. Trate de encontrar ese ego con el que tantos problemas tiene, que teme perder al morir. Encuéntrelo, señálelo, sáquelo fuera. ¿Dónde está? ¿Cuál es el problema? Lo buscamos y no podemos encontrarlo porque es una abstracción. Es algo que existe en un mundo de palabras y símbolos, y que no cuenta con realidad física alguna.

Dice Bankei en otro pasaje:

Lo único que le digo a mi gente es que permanezca en la mente de Buda. No hay reglas, ni disciplinas formales. Sin embargo, han acordado entre ellos sentarse en zen, es decir, practicar zazen, diariamente, durante un período de dos barras de incienso. De acuerdo, que lo hagan. Pero deben entender que la no nacida mente de Buda no tiene absolutamente nada que ver con sentarse con una barra de incienso enfrente.

Si uno permanece en la mente de Buda sin extraviarse, ya no habrá satori que buscar. Tanto si está despierto como dormido, será un Buda viviente.

Zazen significa una sola cosa: sentarse tranquilamente en la mente de Buda. Pero en realidad la vida de cada día de cada uno debería ser en su totalidad como sentarse en Zen. Incluso durante el período de sentarse formalmente, hay que abandonar el propio cojín para atender lo que sea. Después de todo, es algo natural. No se puede dormir todo el día, así que nos levantamos; no podemos caminar todo el día, así que nos sentamos en zen. Aquí no hay reglas obligatorias.

Muchos maestros utilizan estratagemas para enseñar y parecen valorarlas por encima de todo. No pueden alcanzar la verdad directamente. Son poco más que ciegos locos.

Otra de sus tonterías es sostener que, según el zen, a menos que se tenga una duda que haya que aplastar, no se es bueno para nada. Claro está que eso fuerza a la gente a tener dudas. No, ellos nunca enseñan la importancia de permanecer en la mente de Buda carente de nacimiento. Harían de ella un montón de dudas; ése es un gran error. [...]

Bankei trataba de decir: "Mirad, no existe una forma fija de practicar zen. Todo es práctica zen, todo es meditación. Lo esencial es comprender que se puede depender de ese vasto aspecto de uno mismo del que no se conoce nada. Ésa es la mente de Buda". Lo mismo es cierto con respecto a toda religión y filosofía. Los seguidores de la ciencia cristiana, por ejemplo, dicen que si tenemos fe nos curaremos. Pero entonces la fe se convierte en algo que hay que tener. Bankei no dice eso, y por ello resulta tan importante. Está diciendo que se pueden tener todas las dudas que se quieran, y toda la desconfianza que se quiera en el yo más profundo, pero que no pongamos la fe en ello porque eso no implica la más mínima diferencia. Uno de los caminos dice: para llegar a algo, existe algo especial que debe hacerse, tanto si es algo concreto como si es abandonarse; la otra parte dice: no, no hay nada que debas hacer porque ya lo eres. Ya somos esa cosa funcionando, la energía cósmica danzando en forma de usted. Desde un particular y personal punto de vista puede estar haciendo bien o mal, pero no hay nada que se pueda hacer para hacerlo de otra manera. Es como caminar sobre el suelo y que el suelo le sostenga. Está en completa libertad para suponer que se vendrá abajo en cualquier momento, pero lo cierto es que todavía le está aguantando.

Alan Watts - Extractos del Capítulo 5 de La Vida como Juego


sábado, 18 de junio de 2016

Lavar los platos con reverencia




...el Hermano David Steindl-Rast fue jefe de lavaplatos en el monasterio de Tassajara, y antes de irse de allí modificó completamente el ritual del lavado de platos y volvió a entrenar a los estudiantes. Después, desde su monasterio de Mount Saviour, Nueva York, envió al encargado sus sugerencias para los futuros lavaplatos. Estas sugerencias iban desde “un poco de vinagre en el agua de enjuague hace brillar los vasos” y “los gatos agradecen la leche que queda en las tazas de las mesas de huéspedes” hasta “deberíamos escuchar el sonido del agua y del fregado, de los distintos sonidos que producen los platos al golpear unos con otros. Los sonidos de nuestro trabajo nos dicen mucho de nuestra práctica… A la mayoría de la gente le disgusta lavar los platos. Quizás podamos aprender a apreciar el contacto con los tazones de madera, las ollas y los jarros, y todo lo que tocamos, el peso de lo que levantamos y apoyamos, los distintos olores y sonidos. San Benito, patriarca de los monjes de Occidente, dice que en un monasterio toda olla y toda sartén debería ser tratada con la misma reverencia que los vasos sagrados del altar.” *

*Nota tomada de la revista Wind Bell (San Francisco, 1968) en que el hermano David da algunos consejos para el lavado de platos


domingo, 12 de junio de 2016

El Agua




A Salvador Garmendia


Hagamos de cuenta
que yo no sé que la lluvia
sólo ocurre en la palabra lluvia
que cae en sentido inverso al espacio
y es
porque deja de ser
como tu ojo deja de ser ojo
y es caballo
al mirar un caballo
no es natural
que llueva
es natural
que tiembles
que temas a la lluvia
que eres casi todo agua
construyes una casa
en nombre de la palabra hombre
agua creyente
te proteges del horror de caer
dices: lluvia
y eres agua
mirando agua.


Leopoldo Castilla


Superficies




El pájaro intenta
alcanzar al pájaro
que vuela con su nombre

el mar
a esa linea
donde pierde el conocimiento

ninguno retiene su superficie

¿De qué no estamos hechos?

La forma existe
hasta que halle la salida

los límites viajan

la Creación no ha comenzado todavía

Leopoldo Castilla


sábado, 11 de junio de 2016

El hilo de lo alto




La obediencia a Dios es como el «hilo de lo alto» que sostiene la espléndida tela de araña colgada de un seto. Bajando desde arriba por el hilo que él mismo fabrica, el animalito construye su tela, perfecta y tendida a todo rincón. Sin embargo ese hilo de lo alto, que ha servido para tejer la tela, no se rompe una vez terminada la obra; es más, es lo que desde el centro sostiene todo el entramado; sin él todo se afloja. Si se desprende uno de los hilos laterales, la araña se emplea en reparar velozmente su tela, pero si se rompe aquel hilo de lo alto, se aleja; sabe que ya no hay nada que hacer.
Algo parecido sucede respecto a la trama de las autoridades y de las obediencias en una sociedad, en una orden religiosa, en la Iglesia. La obediencia a Dios es el hilo de lo alto: todo se ha construido a partir de aquella; pero no puede ser olvidada ni siquiera después de que ha concluido la construcción. En caso contrario todo entra en crisis, hasta proclamar, como ha ocurrido en años no lejanos: «la obediencia ya no es una virtud».


P. Raniero Cantalamesa (22 de julio de 1934, Ascoli Piceno, Italia), "Con lo que padeció aprendió la Obediencia".


miércoles, 8 de junio de 2016

Invisible pero real




Los científicos, que se mofan de la existencia del "infinito" pero muestran una gran admiración por las "leyes de la Naturaleza (con N mayúscula), están expresando -aunque sea de modo inadvertido- sentimientos claramente religiosos o numinosos. Tengamos en cuenta que desde el punto de vista de la filosofía perenne puede hablarse simbólicamente del absoluto coma Naturaleza de todas las naturalezas, como Condición de todas las condiciones. Pero también conviene advertir, no obstante, que, según la filosofía perenne, la Naturaleza no es algo ajeno a cualquier manifestación concreta de la vida; la naturaleza no es algo separado de las montañas, las águilas, los ríos y las personas, sino algo que se impregna por completo al entramado mismo de todas y cada una de las cosas existentes. De la misma manera, el Absoluto -la Naturaleza de todas las naturalezas- no es algo ajeno a las cosas y a los eventos. El Absoluto no es Otro sino que, por así decirlo, está urdido en la misma trama de todo lo existente.
...la filosofía perenne declara que el Absoluto es Uno, Total e indiviso -algo muy parecido a lo que Whitehead denominaba "el tejido sin costuras del universo"-. Pero adviértase que "sin costuras" no significa "sin rasgos distintivos". Decir que la Realidad es Una no supone decir que las cosas y los acontecimientos separados no existan. Cuando un científico afirma que "todas las cosas obedecen a las leyes de la Naturaleza" no está queriendo decir que, "por consiguiente, no existen", sino que todas las cosas subsisten en una especie de Totalidad equilibrada, una Totalidad que él denomina Naturaleza y cuyas leyes intenta descubrir... Lo Último es anterior a este mundo pero no es distinto a él, de la misma manera que el océano es anterior a las olas pero no existe como algo separado de ellas.
Este concepto, sin embargo, no carece, como suelen argumentar los positivistas lógicos, de significado o de sentido o, dicho de otro modo, no tiene menos significado que las referencias de la ciencia a la Naturaleza, al Cosmos, a la Energía o a la Materia. Que lo Último -la Totalidad integral- no exista como entidad separada y perceptible no significa que sea algo inexistente. Nadie ha visto nunca a la Naturaleza, nosotros solo vemos árboles, pájaros, nubes y hierba pero jamás hemos visto nada concreto que podamos aislar y llamar "Naturaleza". Del mismo modo, ningún científico ha visto jamás a la Materia. Los científicos solo perciben lo que ellos denominan "formas de materia", pero nadie -ni los científicos, ni los legos ni los matemáticos- han visto jamás el más pequeño fragmento de Materia. Y, sin embargo, aunque solo veamos madera, aluminio, zinc o plástico -y nunca hayamos visto materia- dudo que ningún científico se atreviera a concluir que "por consiguiente, la materia no existe". Los científicos tienen una evidencia -intuitiva y no científica, por cierto- que les lleva a afirmar la realidad de la materia. Y, de hecho, aunque jamás la hayan visto, tocado ni saboreado, para la mayor parte de los científicos la materia constituye la única realidad existente.
Obviamente, lo mismo podríamos decir con respecto a la Energía porque masa y energía son términos intercambiables. Ningún científico ha visto nunca la Energía y, sin embargo, los científicos hablan continuamente de "formas de energía", como la energía termodinámica, las energías de la fusión y de la fisión nuclear, etcétera. Y, no obstante, aunque nadie haya visto jamás a la energía pura, ningún científico osaría afirmar que "la energía no es real".


Ken Wilber - Después del Edén


miércoles, 1 de junio de 2016

Kafka y sus Precursores




Yo premedité alguna vez un examen de los precursores de Kafka. A éste, al principio, lo pensé tan singular como el fénix de las alabanzas retóricas; a poco de frecuentarlo, creí reconocer su voz o sus hábitos, en textos de diversas literaturas y de diversas épocas. Registraré unos pocos aquí, en orden cronológico.

El primero es la paradoja de Zenón contra el movimiento. Un móvil que está en A (declara Aristóteles) no podrá alcanzar el punto B, porque antes deberá recorrer la mitad del camino entre los dos, y antes la mitad de la mitad, y antes, la mitad de la mitad, y así hasta el infinito; la forma de este ilustre problema es, exactamente, la de El Castillo, y el móvil y la flecha y Aquiles son los primeros personajes kafkianos de la literatura. En el segundo texto que el azar de los libros me deparó, la afinidad no está en la forma sino en el tono. Se trata de un apólogo de Han Yu, prosista del siglo IX, y consta en la admirable Anthologie raisonée de la littérature chinoise (1948) e Margoulié. Ese es el párrafo que marqué, misterioso y tranquilo: "Universalmente se admite que el unicornio es un ser sobrenatural y de buen agüero; así lo declaran las odas, los anales, las biografías de varones ilustres y otros textos cuya autoridad es indiscutible. Hasta los párvulos y las mujeres del pueblo saben que el unicornio constituye un presagio favorable. Pero este animal no figura entre los animales domésticos, no siempre es fácil encontrarlo, no se presta a una clasificación. No es como el caballo o el toro, el lobo o el ciervo. En tales condiciones, podríamos estar frente al unicornio y no sabríamos con seguridad que lo es. Sabemos que tal animal con crin es caballo y que tal animal con cuernos es toro. No sabemos como es el unicornio."

El tercer texto procede de una fuente más previsible; los escritos de Kierkegaard. La finalidad mental de ambos escritores es cosa de nadie ignorada; lo que no se ha destacado aún, que yo sepa, es el hecho de que Kierkegaard, como Kafka, abundó en parábolas religiosas de tema contemporáneo y burgués. Lowrie, en su Kierkegaard, transcribe dos. Una es la historia de un falsificador que revisa, vigilado incesantemente, los billetes del Banco de Inglaterra; Dios, de igual modo, desconfiaría de Kierkegaard y le habría encomendado una misión, justamente por haber avezado el mal.

El sujeto de otra son las expedientes al Polo Norte. Los párrocos habrían declarado desde los púlpitos que participar en tales expediciones conviene a la salud eterna del alma. Habrían admitido, sin embargo, que llegar al Polo es difícil y tal vez imposible y que no todos pueden acometer la aventura. Finalmente, anunciarían, que cualquier viaje de Dinamarca a Londres, digamos en el vapor de la carrera-, o un paseo dominical en coche de plaza, son, bien mirados, verdaderas expediciones al Polo Norte, La cuarta de las Prefiguraciones la hallé en el poema Fears and Scruples de Browning, publicado en 1876. Un hombre tiene, o cree tener, un amigo famoso. Nunca lo ha visto y el hecho es que éste no ha podido, hasta el día de hoy, ayudarlo, pero se cuentan rasgos suyos muy nobles, y circulan cartas auténticas. Hay quien pone en duda los rasgos, y los grafólogos afirman la apocrifidad de las cartas. El hombre, en el último verso, pregunta: "¿Y si este amigo fuera Dios?".

Mis notas registran asimismo dos cuentos. Uno pertenece a las Histories désobligeantes de León Bloy y refiere el caso de unas personas que abundan en globos terráqueos, en atlas, en guías de ferrocarril y en baúles, y que mueren sin haber logrado salir de su pueblo natal. El otro se titula Carcassonne y es obra de Lord Dunsany. Un invencible ejército de guerreros parte de un castillo infinito, sojuzga reinos y ve monstruos y fatiga los desiertos y las montañas, pero nunca llegan a Carcasona, aunque alguna vez la divisan. (Este cuento es, como fácilmente se advertirá, el estricto reverso del anterior; en el primero, nunca se sale de una ciudad; en el último, no se llega).

Si no me equivoco, las heterogéneas piezas que he enumerado se parecen a Kafka; si no me equivoco, no todas se parecen entre sí. Este último hecho es el más significativo. En cada uno de esos textos está la idiosincrasia de Kafka, en grado mayor o menor, pero si Kafka no hubiera escrito, no la percibiríamos; vale decir, no existiría. El poema Fears and Scruples de Browning profetiza la obra de Kafka, pero nuestra lectura de Kafka afina y desvía sensiblemente nuestra lectura del poema. Browning no lo leía.

Como ahora nosotros lo leemos. En el vocabulario crítico, la palabra precursor es indispensable, pero habría que tratar de purificarla de toda connotación de polémica o rivalidad. El hecho es que cada escritor crea sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro. En esta correlación nada importa la identidad o la pluralidad de los hombres. El primer Kafka de Betrachtung es menos precursor del Kafka de los mitos sombríos y de las instituciones atroces que Browning o Lord Dunsany.


Jorge Luis Borges. Kafka y sus precursores. Otras Inquisiciones.


martes, 31 de mayo de 2016

Edipo




Soliloquios del último filósofo
Un fragmento de la historia de la posteridad.

Me llamo a mí mismo el último filósofo, pues yo soy el último hombre. Nadie habla conmigo salvo yo mismo, y mi voz llega a mí como la de un moribundo. Contigo, voz amada, contigo, el último hálito de toda felicidad humana, déjame que me quede tan sólo una hora, a través de ti engaño mi soledad y me miento al adentrarme en la pluralidad y en el amor, pues mi corazón se resiste a creer que el amor haya muerto, no soporta el horror de la más solitaria soledad, como si yo fuese dos.
¿Te oigo todavía, voz mía? ¿Susurras mientras maldices? ¡Y tu maldición tendría que hacer pedazos las vísceras de este mundo! Pero él vive todavía y me contempla templa todavía más brillante y más frío, con sus despiadadas estrellas; vivo tan sordo y ciego como siempre y uno muere sólo: - el hombre. - ¡Y sí! ¡Yo te oigo todavía, amada voz! En este universo muere todavía uno fuera de mí, el último hombre: el último suspiro, tu suspiro muere conmigo, el prolongado ¡ay¡ ¡ay! suspirado por mí, el último de los hombres infelices, Edipo.


F. Nietzsche - Fragmentos póstumos. Volumen I. Editorial Tecnos. Página 373


sábado, 28 de mayo de 2016

Evolución




"En nuestra vida particular, un asunto que involucre nuestro corazón marca usualmente un punto decisivo para nuestro desarrollo posterior. Por eso este amor aparece a menudo como un hecho ineludible del destino. Todos hemos experimentado los dos efectos que produce la flecha del amor: da la vida y mata a la vez. Perderse en amor puede ser una muerte, la muerte de una existencia puramente centrada en el ego. Marca una fase nueva en la evolución hacia el encuentro de un centro trascendente."

Sallie Nichols


martes, 24 de mayo de 2016

Un viaje al Oriente




Fue el destino quien me deparó aquella fabulosa aventura. Pertenecía al círculo y, como miembro del mismo, participé de aquel viaje único, cuyos milagrosos incidentes brillaron como meteoros, para sumirse rápidamente en el olvido por el camino del descrédito. Esta coyuntura me anima hoy a intentar la descripción breve y concisa, de aquella increíble odisea; odisea que desde los tiempos de Hüon y de Roldan el Furioso no ha sido llevada a cabo por ningún hombre hasta el presente: esta época turbia, llena de desesperanza y, a la vez, fructífera de la posguerra. No creo engañarme respecto de las enormes dificultades, no me refiero tan solo a las que pueden surgir desde un punto de vista subjetivo, aún admitiendo que, por si solas, ya han de ser considerables. Piensen que no dispongo de ningún punto de apoyo firme -dato, documento, diario de viaje-, y que, en el transcurso de estos difíciles años rebosantes de infortunios, enfermedades y desgracias, se han esfumado también gran parte de mis recuerdos. Los golpes adversos del destino, los continuos descorazonamientos, han ido minando mi memoria, así como la ciega confianza que antaño tenía depositada en ella, hasta debilitarla lamentablemente. Pero prescindiendo de estas cuestiones personales, aún así, me encuentro ligado por mi antiguo juramento y si bien tal juramento no me priva en absoluto narrar mis aventuras personales, me prohíbe en cambio, revelar cualquier secreto referente al Círculo. No ignoro que, al parecer desde hace tiempo, el Círculo no tiene una existencia visible. Sin embargo, pese a que no he vuelto a ver a ninguno de sus miembros, ninguna tentación o amenaza podría obligarme a quebrantar mi juramento. Por el contrario, si en el presente o en el futuro fuera conducido ante un tribunal militar y me colocasen en la alternativa de dejarme matar o revelar los secretos del Círculo, ¡Con qué ardiente alegría moriría sin despegar los labios!...
... Sería relativamente fácil hacer comprender al lector la región en que se desarrollaron nuestras hazañas, la parte del alma a que pertenecían, si me fuera posible revelar los secretos íntimos del Círculo. Pero el juramento sella mis labios y, debido a esto, muchas cosas, tal vez todas, le parecerán increíble e incomprensibles al lector. Pero, aunque parezca paradójico, lo que en sí mismo es imposible, debe ser intentado siempre de nuevo. Estoy en todo de acuerdo con Siddartha, nuestro sabio amigo de oriente, que alguna vez dijo: "Las palabras no sirven para explicar un sentido secreto: siempre lo modifican algo, lo falsifican, lo ridiculizan"...

Hermann Hesse - Viaje al Oriente


Esta historia corta de Hesse, me refiero a Viaje al Oriente, me encanta tanto, que siempre vuelvo a ella, una y otra vez, como si necesitara refrescar algún detalle o volver a revisar, por si algo se me hubiera escapado.
Son ciertas las enormes dificultades que entraña un viaje de este tipo, como es cierto el descrédito que el mismo tiene fuera del Círculo, pero quienes lo inician no miden su realización por dificultades y descréditos. Solo lo inician.
Vuelvo siempre a esta historia, decía, y siempre encuentro lo que me lleva a volver. Está ahí, entre lo no dicho, solo basta remover algunas letras y vuelve a surgir, donde siempre estuvo, donde lo encontré la primera vez... y donde suponía que estaba, antes de buscarlo la primera vez.

Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...