domingo, 28 de diciembre de 2014

Dragón 2015




... Tendrá necesidad de escupir unas llamaradas a la gente que lo asfixia y decirles: "¡¡Es mi última vida!! No vuelvo a reencarnar. Me di todos los gustos y acepté las pruebas de las tentaciones en su máximo esplendor. Ahora intentaré pagar las consecuencias."


Una síntesis de lo que sería este 2015, desde la perspectiva de una lectura de lo que el horóscopo chino tiene para decir.
Un año en el que deberé bajar mi exposición, volver a las cuevas que me aislaban pero, a la vez, me protegían. Además, en el año que pasó (y en el anterior o los dos anteriores) pude comprobar que nada a cambiado, que las conexiones que puedo establecer no me alcanzan, quizás por falencias propias. En fin, debo volver al terreno conocido para recuperarme de los daños inútiles...

lunes, 8 de diciembre de 2014

Destruir al prójimo




Una mujer insistió tanto en que su vecino era un ladrón, que el muchacho acabó preso. Días después, descubrieron que era inocente; el muchacho fue puesto en libertad y decidió llevar a juicio a la mujer.
-Los comentarios no eran tan graves -dijo ella al juez.
-De acuerdo -respondió el magistrado- Hoy cuando vuelva a su casa, escriba todas las cosas malas del muchacho; después rompa el papel y tire los trozos por el camino. Mañana vuelva para oir la sentencia.
La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-La acusación será absuelta si me entrega los trozos de papel que ayer esparció por el camino. En caso contrario será condenada a un año de prisión -declaró el magistrado.
-¡Pero eso es imposible! ¡El viento ya se lo habrá llevado todo!
-De la misma manera un simple comentario puede ser arrastrado por el viento y destruir el honor de un hombre. Luego será imposible reparar el mal que se ha hecho.
Y envió a la mujer a la cárcel.

Malba Tahan - Maktub, El Libro del Destino


domingo, 7 de diciembre de 2014

Realidad o ficción




"La Historia es la ficción que sucedió; la ficción es la historia que podría haber sucedido."

André Gide

jueves, 4 de diciembre de 2014

Libre voluntad




"...puesto que el hombre es, en todos los sentidos, una parte de la Naturaleza, no cabe pensar que altere, en vez de seguir, el orden de la Naturaleza. Es incorrecto suponer que él, o cualquier entidad de la Naturaleza, tenga libre voluntad. Todo lo que hacemos está determinado por causas exteriores o interiores."

Baruch Spinoza, leído en "El Problema Spinoza", de Irvin Yalom




Para Spinoza Dios, en su acepción más general y, por lo tanto la que más se aproxima a la realidad, era sinónimo de Naturaleza. Eso de lo que todos somos parte y nada puede escapar.

Lao-Tse, de una manera fría e impersonal, como todo lo que escribió... pero, quizás, justamente por eso más cerca de la verdad, dijo "El Tao es eso de lo que nada puede escapar"

Jesús acordaba diciendo "... Lo que les he dicho, no lo dije por mi propia cuenta. Yo sólo hago lo que el Padre quiere que haga. Él hace sus propias obras por medio de mí. Créanme cuando les digo que mi Padre y yo somos uno solo."


martes, 2 de diciembre de 2014

En memoria...




Siempre quise a Paulina. En uno de mis primeros recuerdos, Paulina y yo estamos ocultos en una oscura glorieta de laureles, en un jardín con dos leones de piedra. Paulina me dijo: Me gusta el azul, me gustan las uvas, me gusta el hielo, me gustan las rosas, me gustan los caballos blancos. Yo comprendí que mi felicidad había empezado, porque en esas preferencias podía identificarme con Paulina. Nos parecimos tan milagrosamente que en un libro sobre la final reunión de las almas en el alma del mundo, mi amiga escribió en el margen: Las nuestras ya se reunieron. "Nuestras" en aquel tiempo, significaba la de ella y la mía.

Adolfo Bioy Casares - En memoria de Paulina (Fragmento)


Cenizas




El té llega hirviendo a la mesa de trabajo, lo colocas al lado del ordenador y piensas: “Vigilaré cómo alcanza la temperatura que me permite beberlo sin quemarme”. Pero el brebaje se apacigua a traición. Basta con que entre un correo electrónico y cedas a la curiosidad de echarle un ojo, para que se te escape el instante en el que cruza la frontera entre lo ardiente y lo cálido. Como siempre, te lo has vuelto a perder. Así también la leche se calienta. Pones el cazo al fuego, piensas: “No dejaré de observarla hasta que hierva”. Pero hierve justo en el instante en el que cierras los ojos por culpa de un estornudo. Con malicia. Así viene y se va la noche; así el verano da paso al otoño, la adolescencia a la juventud y la juventud a la madurez. Así viene y se va la lluvia, vienen y se van las preocupaciones y el dolor lumbar. Así entras en el sueño y de ese modo sales de él a la vigilia. Observas detenidamente al recién nacido y antes de que te des cuenta ya está hirviendo, para luego, también a tus espaldas, enfriarse. Te lo encuentras en la calle, años después, le das la mano y la tiene helada. Cualquier miércoles te llaman por teléfono y está en el tanatorio...
...Esta frase que usted, si ha llegado hasta aquí, lee ahora mismo son sus cenizas.

Juanjo Millás.
Cenizas (Fragmento)

jueves, 27 de noviembre de 2014

Felicidad




No es la felicidad lo que nos hace agradecidos,
es agradecer lo que nos hace felices.

Hermano David Steindl-Rast


viernes, 21 de noviembre de 2014

Quisiera saberlo




Porque, como es sabido, los poetas no escriben sobre lo que saben sino sobre lo que no saben, y ello por razones sobre las que tampoco saben pero quisieran saber sin falta.

Patrick Süskind - Sobre el amor y la Muerte


jueves, 20 de noviembre de 2014

La menor cantidad de "Estado" posible




Todo el conjunto de condiciones políticas y sociales no valen lo suficiente para que las inteligencias más capacitadas se vean obligadas y tengan la necesidad de ocuparse de ellas. Semejante despilfarro de inteligencia es mucho más grave que un estado de miseria. La política es el campo de acción de cerebros mediocres, y este campo no debería estar abierto a los espíritus más elevados, aunque la máquina se haga pedazos. Pero, tal como están hoy las cosas, cuando todos no sólo se creen con derecho a estar informados diariamente de los asuntos políticos, sino que quieren intervenir activamente en ellos y abandonan por esto su trabajo, la locura no puede ser mayor ni más ridícula. A este precio, pagamos muy cara la seguridad pública; y lo más absurdo es que, por este medio, se consigue precisamente lo contrario, como lo está demostrando nuestro excelente siglo, de una forma desconocida hasta ahora. Proteger a la sociedad contra los ladrones e incendiarios, hacerla lo más cómoda posible para toda clase de comercio y de relaciones, y convertir al Estado en la Providencia (en el bueno o en el mal sentido), son fines inferiores, secundarios y en absoluto indispensables, a cuyo servicios no deberían estar los fines e instrumentos más elevados de que se dispongan, los cuales habrán de reservarse para los fines superiores y más extraordinarios. Aunque nuestra época habla mucho de economía, es bastante pródiga. Despilfarra lo más preciado: la inteligencia.

Friedrich Nietzsche - Aurora

Las cuatro condiciones de la filosofía




... He planteado que el filósofo sin duda debe ser un científico advertido, un aficionado a los poemas y un militante político, pero también que debe asumir que el pensamiento jamás es separable de las violentas peripecias del amor. Científico, artista, militante y amante, tales son los papeles que la filosofía exige de su sujeto. Y, a eso, es a lo que he llamado las cuatro condiciones de la filosofía.

(...un elogio del amor, propuesto por un filósofo que, como Platón, al que siempre cito,
piensa que “quien no comience por el amor, jamás sabrá lo que es la filosofía”.)

Alain Badiou




martes, 18 de noviembre de 2014

Libre




"Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida."

Spinoza


Hilos en la trama




Podemos comparar la vida con una tela bordada cuyo lado derecho vemos durante la primera mitad de la existencia, y el revés, en la segunda. El revés no es tan hermoso, pero si mucho más instructivo porque nos permite advertir cómo se entrelazan los hilos de la trama.

Arthur Schopenhauer


A los náufragos...




No he escrito para la multitud... dejo una obra para los individuos pensantes, que a medida que pase el tiempo llegarán a ser raras excepciones.
Sentirán lo mismo que yo, o experimentarán lo que siente el náufrago en una isla desierta, que halla mayor consuelo en las huellas de un semejante que ha sufrido su misma suerte que en todas las cacatúas y macacos que encuentra en los árboles.

Arthur Schopenhauer


Hombre feliz




El hombre feliz es el que, en definitiva, puede evitar el contacto con muchos de sus semejantes.

Arthur Schopenhauer


Sabiduría o locura




La mayor sabiduría es hacer que el objeto supremo de la vida sea disfrutar el presente pues ésa es la única realidad; todo lo demás es un juego del pensamiento.
Pero también podríamos llamarlo nuestra mayor locura, porque nunca vale la pena dedicar un esfuerzo serio a lo que existe sólo un momento y luego se desvanece como un sueño.

Arthur Schopenhauer


lunes, 17 de noviembre de 2014

No seré yo




No seré yo
quien mate la última hormiga,
quien vuelva impecable la vida
y refleje la luz en las paredes.

Silvia Nieva.

(Fragmento)

domingo, 16 de noviembre de 2014

Tres cosas




"Al final solo tres cosas importan: Qué tanto amaste, qué tan consideradamente viviste y con qué tanta gracia dejaste ir las cosas que no eran para tí."

Buda

martes, 11 de noviembre de 2014

Algo sobre el alma




Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.

Día tras día, año tras año
pueden transcurrir sin ella.

A veces solo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.
A veces nada más en el asombro
de haber envejecido.

Rara vez nos asiste en las tareas pesadas,
como mover muebles, cargar las valijas
o recorrer caminos con zapatos apretados.

Cuando hay que cortar carne o llenar solicitudes,
generalmente está de franco.

De mil conversaciones
toma parte sólo en una,
y aun ni eso, ya que prefiere el silencio.

Cuando el cuerpo pasa del malestar al dolor,
escapa sigilosamente de su hora de consulta.

Es quisquillosa:
no le gusta vernos en la muchedumbre,
le repugna vernos luchar por dudosas ventajas
o negocios espúreos.

La alegría y la tristeza no son para ella
emociones distintas.
Sólo nos atiende cuando ambas se unen.

Podemos contar con ella cuando no estamos seguros de nada
y sentimos curiosidad por todo.

De los objetos materiales le gustan los relojes con péndulo
y los espejos, que hacen su trabajo aunque no mire nadie.

No dice de dónde viene ni cuándo se irá de nuevo,
aunque claramente espera esa pregunta.

La necesitamos,
pero, aparentemente,
ella también a nosotros,
por alguna razón.

Wislawa Szymborska


Palabra




La palabra habría sido en el principio un símbolo mágico, que la usura del tiempo desgastaría.

Jorge Luis Borges


lunes, 10 de noviembre de 2014

Talento




"El talento se parece al tirador que da en un blanco que los demás no pueden alcanzar; el genio se parece al tirador que da en un blanco que los demás no pueden ver."


Leído en el libro "Un año con Schopenhauer", de Irving Yalom


domingo, 9 de noviembre de 2014

Juicio Final




¿Qué sería de nosotros si existiera de veras el “Juicio Final”? No el “Juicio Final” como me lo contaron en el catecismo cuando yo era chico, no, no ese, sino el juicio final que la especie humana merece, un juicio final con un tribunal de jueces con patas, con ramas, con picos, un “Tribunal de la Naturaleza” con hojas, con raíces; que nos acusen con sus ramas, con sus patas, con sus picos, diciendo:

–¿Pero en qué supermercado se compraron el mundo ustedes los humanos?

–¿Pero qué se creen que es esto?

–¿Qué dios o diablo les otorgó a ustedes el derecho de maltratarnos, el derecho de asesinarnos, de herirnos, de despreciarnos?

–Y, sobre todo, el título de propiedad del planeta, ¿quién se los dio?


Eduardo Galeano.



Muchas preguntas juntas para un juicio "final", pero que, con algo de atrevimiento, me animo a contestar, a fin de cuentas puede ser que me toque a mi responderlas, quién puede saberlo? 
Creo que la respuesta principal es la de la ante última pregunta:

"¿Qué dios o diablo les otorgó a ustedes el derecho de...", nadie, solo lo tomamos, estaba ahí para eso, para ser tomado y así lo hicimos. Por alguna deformación del pensamiento (deformación que no carece de sentido) quien hace la pregunta supone que algún dios o diablo puede darte o quitarte esta prerrogativa y, encima, supone que no somos parte de esa naturaleza que, indignada, nos iniciaría un sumarísimo juicio final. A nosotros, sus pares!! No, de ninguna manera son así las cosas. En el arreglo (a algunos no les gusta la palabra "plan") que tenía previsto la naturaleza, curiosamente, estábamos nosotros, si, y con esa manera de actuar y tomar acciones que tan fácilmente es dable juzgar por los supuestos defensores de una naturaleza a la que, de un plumazo, le quitan una de sus creaciones, nosotros. Lamento tener que responder a quienes me preguntan, les recuerdo que estamos en el juicio, que ese derecho ya estaba ahí para ser tomado y que lo único que hicimos fue seguir el camino marcado. De una semilla de roble no puede brotar un sauce. Todo lo que sucede y sucederá, incluso el supuesto juicio, ya estaba previsto y no se sale un milímetro de lo posible dentro de esa naturaleza que es a la vez juez y víctima...


viernes, 7 de noviembre de 2014

Diccionario alternativo





Crisis. 1 Periodo trágicamente fértil. // 2 ~ económica: excelente negocio de unos cuantos.

Amor. 1 Afortunada sugestión mediante la cual uno cree firmemente que el otro es mejor persona. // 2 ~ cortés: arte de adorar mientras el otro calla.

Muerte. 1 Sedante que actúa como estimulante. // 2 Pequeña ~: en el lenguaje sexual, coartada masculina para no resucitar.

Maternidad. 1 Arte de amamantar al futuro misógino. // 2 Momento de plenitud de una trabajadora antes de ser despedida.

Bienestar. 1 Dícese de estar mal, aliviado por no estar peor. // 2 Estado de ~: intercambio de una pila de votos por un castillo de naipes.

Educación. 1 En los presupuestos públicos, asunto prioritario en último lugar. // 2 Mala ~: despilfarro de franquezas.

Ahorro. Hibernación de la deuda. (Andrés Neuman).

Banal. Territorio desde el que ahora lo miramos todo, también el mal. (Jesús Ferrero).

Canibalismo. 1 En el capitalismo impaciente, tarea desempeñada por el Departamento de Optimización de Recursos Humanos. // 2 Sentimiento afectivo al pagar la factura en un restaurante de cocina molecular o tecnoemocional. // 3 Chismorreo con canapé en una recepción del Ministerio de Cultura. // 4 Prime time en la Santa Misa y en los programas del corazón. (Manuel Rivas).

Cuerpo. m. 1 Masa de sangre, saliva y otras sustancias articulada con armonía —o no— en torno a huecos y agujeros. Carne alrededor de un ombligo que precisa de compañía. PSICOL. Fuente de insatisfacción perpetua. MED. Campo de operaciones, amputaciones y liposucciones. BARROC. Pellejo que lentamente pierde la salud. COSMETIC. Plataforma del implante mamario. ECON. El Dorado de las industrias cosméticas y farmacéuticas. FILOSOF. Raíz de toda metafísica. Modo doméstico de nombrar el alma. Amasijo que queda tras el rodillo de Foucault. ART. Lo que mirando se desnuda. Origen del mundo. SEX. Lugar donde habita el clítoris y otros caracoles. POLITIC. Sitio de la conciencia social. Animal rebelde que exige alimento, vestido y vivienda. Lo que se comen los caníbales. (Marta Sanz).

Democracia. 1 Herejía igualitarista milenaria. Mantiene que las abuelas, los ministros y los camareros tienen la misma capacidad para discernir lo justo y lo injusto. // 2 En España. Régimen creado de la nada por titanes políticos en una época heroica denominada Transición. // 3 Desde 2011. Doctrina de populistas antisistema que abarrotan las plazas y se niegan a participar en las instituciones. // 4 Desde 2014. Doctrina de populistas antisistema que aspiran a participar en las instituciones. (César Rendueles).

Deslunado. Selenitas que suelen caer de la luna en noches claras atraídos por las vistas terrestres. (Paco Roca).

Diablo. Personaje desconcertado ante la autosuficiencia humana para el mal. (A. Neuman).

Dios. 1 Ser tan empeñado en demostrar su existencia que apenas encuentra tiempo para cultivar su presencia. // 2 Personaje que, por experiencia propia, ha devenido escéptico. // 3 Interjección exclamativa equivalente a “No lo puedo creer”. (A. Neuman).

Ética. 1 Arte de detenerse en las propias contradicciones. // 2 Moral sin púlpito. (A. Neuman).

Filosofía. 1 Actividad reflexiva mediante la cual un entrenador de balompié decide la distribución de delanteros y defensas. // 2 Se dice de aquella gestión gracias a la cual un banco se queda con el dinero de sus clientes. // 3 Conjunto de prácticas de los grandes almacenes que permiten endosar mercancías a los incautos. // 4 En mitología, supuesta búsqueda del saber en algunos pueblos primitivos. (Félix de Azúa).

Gobierno. 1 Si es de “derechas”, dejar que las cosas sigan igual. Si es de “izquierdas” (léase de centro), cambiar algo para que las cosas sigan igual. // 2 Acción que asiduamente sucede muy lejos del consejo de ministros. (Kirmen Uribe).

Guerra. Momento en que la paz deja de ser rentable. (A. Neuman).

Humano. 1 Lo que se conjuga siempre en masculino. // 2 Ser cuya genética está más cerca del bonobo que del chimpancé, pero que prefiere parecerse a este último. // VER: derechos humanos: arma de destrucción masiva. (Elvira Navarro).

Idiota. 1 En la Grecia clásica era quien se dedicaba únicamente a sus intereses privados. // 2 Actualmente designa a las personas de escaso talento, cuando ocurre más bien al contrario: que los más listos son quienes van a lo suyo. // 3 Quien se interesa por la política pero con una lógica de observador externo o cliente enfurecido que termina destruyendo las condiciones de la política. (Daniel Innerarity).

Intimidad. 1 Eso que un americano nunca tendrá. // 2 Preciosa construcción humana, elaborada durante dos milenios por Epicuro, Marco Aurelio, San Agustín y Montaigne, y que los europeos, tan serviles últimamente a todas las modas, hemos dinamitado en dos décadas. // 3 Antónimo de Facebook. Antónimo de Twitter. (J. Antonio González Iglesias).

Justicia. f. 1 Estribillo utilizado para convencer a la ciudadanía sobre el verdadero fundamento de las instituciones encargadas de vigilar el cumplimiento de la ley. // 2 Golpe de efecto cada vez que los ricos hacen un chiste sobre la palabra “ley”. // 3 Baile de salón. (Yuri Herrera).

Kafkiano. Como la vida misma. (A. Neuman).

Liberal. m. 1 Conservador. // 2 Hermeneuta encargado de aclarar que la libertad de un país se determina por cuán intocables son las grandes corporaciones financieras. (Yuri Herrera).

Libro. Animal de compañía seriamente amenazado por la caza furtiva. (Jesús Ferrero).

Lógica. 1 Antídoto contra la sensación de orfandad. Caos disimulado. // 2 Chivo expiatorio de crímenes diversos (cfr. lógica bancaria, política, legal, etcétera). En algunos países (México) el sustantivo deviene artículo de uso personal, como el cepillo de dientes. (Rosa Beltrán).

Melancolía. El peso de la vida con un toque poético. (Jorge Franco).

Mitómano. Dícese del individuo que mientras se hace una paja y se toma un alka-seltzer, asegura convencido que las mujeres y el champán lo tienen loco. (Fernando Iwasaki).

Nación. Espacio natural cerrado por aduana y recubierto de bandera. Cuando se infecta, sufre inflamación y se transforma en patria. (A. Altarriba).

Nación. No únicamente los habitantes de un país o el conjunto de personas que hablan una misma lengua, sino sobre todo un plural reconfortante, una de las muchas formas de decir Nosotros. Sinónimo de Familia, Sociedad, Grupo; sinónimo también, durante los años jóvenes, de Hermandad, Alianza, Comunidad; sinónimo, por fin, en la edad en que el corazón del hombre inteligente ya no vibra con banderas y estandartes, de Quimera, Ilusión, Mentira Piadosa. Cuando digo Yo me siento solo, pero ya no me quedan fuerzas para decir Nosotros, escribió un poeta vasco en su última carta. De haber sido chino quizás lo habría expresado diciendo que con el singular y el plural, somos tres: Yo, Nosotros y un puente quebradizo. (Bernardo Atxaga).

Nacionalismo. Técnica de delimitación territorial basada en la sublimación del hecho diferencial. Se hace fuerte en la confrontación con el hecho diferencial del vecino con el que, paradójicamente, mantiene un gran parecido. (Antonio Altarriba).

Ñ. Tecla sublevada ante el dedo yanqui. (A. Neuman).

Onán. 1 Según el Génesis, segundo hijo de Judá. // 2 Pecado de O. (Onanismo). Véase Coitus Interruptus (Efecto post-mundialista) o Masturbación (Deporte estival mesetario). (Andrés Barba).

País, Patria. Palabras que nacen juntas y son como hermanas, tienen a veces un destino dispar. Es el caso de “patria” y “país”. Dice alguien “patria”, y ya se sabe que enseguida empezará el pimpampum; dice “país”, y la fiesta acaba en paz, no hay problema que no se arregle en un pispás. (Bernardo Atxaga).

Política. Campaña electoral ocasionalmente interrumpida por la acción de gobierno. (A. Neuman).

Premio (literario). 1 Reconocimiento que convierte en sospechosa cualquier obra literaria. // 2 Galardón que gana prestigio si lo gano yo y es poco importante si lo gana otro. // 3 Recompensa que se da casi siempre al tercer o cuarto finalista para poner de acuerdo a los jurados. // 4 Acontecimiento que puede precipitar en los perdedores ataques súbitos de envidia u otros males. (Piedad Bonnett).

Quimioterapia. Segundo cáncer. (A. Neuman).

Regionalismo. Se crea una selección de fútbol y se crea una lengua, se pasa así sin rubor de regional a nacional y se consigue, por ejemplo, que una universidad francesa dedique un departamento al panocho, el habla de la huerta murciana, departamento de igual rango al dedicado a la lengua española. (Francisco Ferrer Lerín).

Sexo. 1 Condición semántica de los entes biológicos y las entes biológicas como los hombres y las mujeres, los animales y las animalas o los vegetales y las vegetalas. // 2 Coito ergo sum // 3 ~ fuerte. A veces. // 4 ~ débil. El que decidan los jueces. // 5 buen ~. El de los demás. // 6 ~ oral. Véase académico de la lengua. (Fernando Iwasaki).

Trabajo. m. Palabra degradada. Desde el ganarás el pan con el sudor de tu frente, a los trabajos forzados, hasta el Arbeitmachtfrei (“el trabajo os hará libres”), el trabajo ha sido castigo moral, pena judicial y por último lema del genocidio. Por añadidura: Trabajito. m. Comisión que alguien recibe bajo paga para asesinar a un semejante, según se usa en algunos países. (Sergio Ramírez).

Utopía. 1 Isla imaginaria donde todos los escritores se apellidan Bolaño; véase sinonimia con distopía. // 2 Zona norte del planeta Marte recientemente destruida por misiles terrestres; véase también distopía, Gaza. (Lina Meruane).

Valores. Presunta sustancia moral de la conducta de la que todo buen nihilista no deja de hacerse lenguas. Es imprescindible lamentarse de su pérdida en los discursos públicos y hay que prometer su recuperación si se quiere hacer carrera política. Sus prototipos se encuentran depositados en la Bolsa de Valores y su cotización sale a diario en la prensa. (José Luis Pardo).

Vida. 1 Condición sine qua non para todo lo demás. // 2 Periodo entre nacimiento y muerte cuyo valor depende de la ubicación geográfica, condición social y creencias de quien puede perderla. // Dar la vida. Propósito de quitársela a otro. // Vida privada. Tiempo que demora un acontecimiento íntimo en aparecer en Facebook. (José Manuel Fajardo).

Virgen. Virgen María Santísima del Amor: Funcionaria del Cuerpo Nacional de Policía que ha destacado por su patriotismo, entrega y lealtad al servicio en el más alto grado, con acusado riesgo para su persona y ejemplar desempeño. (No confundir con Virgen del Pilar, su digna rival en la Guardia Civil). (Clara Usón).

Web. (neologismo adoptado del inglés) 1 Herramienta imprescindible para encontrar todo aquello que no sabíamos que estábamos buscando. // 2 Excusa o coartada que nos permite dar la impresión de que estamos haciendo algo cuando estamos perdiendo el tiempo. // 3 Versión actualizada del opio del pueblo. (José Ovejero).

Xenófobo. Individuo al que le repugnan sus propios ancestros. (A. Neuman).

Yo. ¿Cuál yo? ¿Acaso la compleja organización conceptual que señaló “porque yo ya no soy yo”? O el desplazamiento hacia una zona cifrada que afirmó “yo es un otro”. No. Hoy lo selfie cautiva tecnológico, capitalista, multitudinario. Las literaturas selfies viajan en clase ejecutiva. La felicidad selfie inunda el planeta. El otro yo de mí la otra se esfuma. (Diamela Eltit).

Zapping. 1 Metamorfosis de la impaciencia. // 2 Manifestación múltiple del pensamiento único. (A. Neuman).



Diccionario alternativo sin la RAE

Andrés Neuman

Leído en:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/17/babelia/1413557916_366993.html




Principio




Todo en el mundo comenzó con un sí. Una molécula le dijo sí a otra molécula y nació la vida. Pero antes de la prehistoria estaba la prehistoria de la prehistoria y existía el nunca y existía el sí. Siempre lo hubo. No sé cómo, pero sé que el universo jamás comenzó.

...¿Cómo comenzar por el principio si las cosas suceden antes de suceder? ¿Si antes de la pre-pre-prehistoria ya estaban los monstruos apocalípticos? Si esta historia no existe, pasará a existir. Pensar es un acto. Sentir es un hecho. Los dos juntos —soy yo que escribo lo que estoy escribiendo. Dios es el mundo. La verdad siempre es un contacto interior e inexplicable. 

Clarice Lispector

Respuesta




Y… y no olvidar que la estructura del átomo no es percibida aunque se sepa que existe. Sé de muchas cosas que no vi. Y ustedes también. No se puede dar una prueba de la existencia de lo que es más verdadero, la cosa es creer. Creer llorando.

Esta historia sucede en estado de emergencia y de calamidad pública. Se trata de un libro inacabado porque no tiene respuesta, respuesta que, espero, que alguien en el mundo me dará.

Clarice Lispector - La Hora de la Estrella (prólogo)


martes, 4 de noviembre de 2014

Hundimiento




No hay obra que no se vuelva contra su autor: el poema aplastará al poeta, el sistema al filósofo, el acontecimiento al hombre de acción. Se destruye cualquiera que, respondiendo a su vocación y cumpliéndola, se agita en el interior de la historia; sólo se salva quien sacrifica dones y talentos para que, liberado de su condición de hombre, pueda reposarse en el ser. Si aspiro a una carrera metafísica, no puedo a ningún precio guardar mi identidad; debo liquidar hasta el menor residuo que me quede de ella; mas si, por el contrario, me aventuro en un papel histórico, la tarea que me incumbe es exasperar mis facultades hasta que estalle con ellas.

"Siempre se perece por el yo que se asume; llevar un nombre es reivindicar un modo exacto de hundimiento."

E.M.Cioran - La Tentación de Existir


Decepción




"Por cobardía sustituimos la sensación de nuestra nada por la sensación de la nada. Y es que la nada general apenas nos inquieta: vemos en ella demasiado a menudo una promesa, una ausencia fragmentaria, un callejón sin salida que se abre. Durante largo tiempo me obstiné en hallar a alguien que lo supiera todo sobre sí mismo y sobre los otros, un sabio-demonio, divinamente clarividente. Cada vez que creía haberlo encontrado, debía, tras un examen, cambiar de opinión: el nuevo elegido tenía todavía alguna mancha, algún punto negro, no sé qué recoveco de inconsciencia o de debilidad que le rebajaba al nivel de los humanos. Percibía yo en él huellas de deseo o de esperanza, o algún residuo de pesar. Su cinismo era manifiestamente incompleto. ¡Qué decepción!" 

E. M. Cioran - La Tentación de Existir


lunes, 3 de noviembre de 2014

Arboles




LOS árboles han sido siempre para mí los predicadores más eficaces. Los respeto cuando viven entre pueblos y familias, en bosques y florestas. Y todavía los respeto más cuando están aislados. Son los solitarios. No como ermitaños, que se han aislado a causa de alguna debilidad, sino como hombres grandes en su soledad, como Beethoven y Nietzsche. En sus copas susurra el mundo, sus raíces descansan en lo infinito; pero no se pierden en él, sino que persiguen con toda la fuerza de su existencia una sola cosa: cumplir su propia ley, que reside en ellos, desarrollar su propia forma, representarse a sí mismos. Nada hay más ejemplar y más santo que un árbol hermoso y fuerte. Cuando se ha talado un árbol y éste muestra al mundo su herida mortal, en la clara circunferencia de su cepa y monumento puede leerse toda su historia: en los cercos y deformaciones están descritos con fidelidad todo el sufrimiento, toda la lucha, todas las enfermedades, toda la dicha y prosperidad, los años flacos y los años frondosos, los ataques superados y las tormentas sobrevividas. Y cualquier campesino joven sabe que la madera más dura y noble tiene los cercos más estrechos, que en lo alto de las montañas y en peligro constante crecen los troncos más fuertes, ejemplares e indestructibles.

  Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas, predican, indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida.

  Un árbol dice: en mí se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la Madre eterna, única es mi forma y únicas las vetas de mi piel, único el juego más insignificante de las hojas de mi copa y la más pequeña cicatriz de mi corteza. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares.

  Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de los miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo, hasta el fin, el secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Confío en que Dios está en mí. Confío en que mi tarea es sagrada. Y vivo de esta confianza.

  Cuando estamos tristes y apenas podemos soportar la vida, un árbol puede hablarnos así: ¡Estate quieto! ¡Estate quieto! ¡Contémplame! La vida no es fácil, la vida no es difícil. Estos son pensamientos infantiles. Deja que Dios hable dentro de ti y en seguida enmudecerán. Estás triste porque tu camino te aparta de la madre y de la patria. Pero cada paso y cada día te acerca más a la madre. La patria no está aquí ni allí. La patria está en tu interior, o en ninguna parte.

  El ansia de vagabundear me acelera el corazón cuando oigo al atardecer el susurro de los árboles. Si se escucha durante largo rato y con la quietud suficiente, se aprende también la esencia y el sentido de esta necesidad del caminante. No es, como parece, una huida del sufrimiento. Es nostalgia de la patria, del recuerdo de la madre, de nuevas parábolas de la vida. Conduce al hogar. Todos los caminos conducen al hogar, cada paso es un nacimiento, cada paso es una muerte, cada tumba es una madre.

  Esto susurra el árbol al atardecer, cuando tenemos miedo de nuestros propios pensamientos infantiles. Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como una vida más larga que la nuestra. Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchamos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquieren una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es. Esto es la patria. Esto es la felicidad.

Hermann Hesse - El Caminante

La ilustración es una acuarela del propio Hermann Hesse.



sábado, 1 de noviembre de 2014

Reglas propias




"Hay quien obedece sus propias reglas porque se saben en lo cierto; quien experimenta un especial placer en hacer algo bien; quien adivina algo más que lo que sus ojos ven; quien prefiere volar a comprar y comer."

Richard Bach - Juan Salvador Gaviota


jueves, 30 de octubre de 2014

Para nacer




El pájaro rompe el cascarón.
El huevo es el mundo.
El que quiere nacer tiene que romper un mundo

Herman Hesse

Una cama dura




Una vez, cerca del lago de Orta -el tono de Nietzsche se volvió más dulce aún,como si con ello quisiera impedir que sus palabras pisotearan sus delicados pensamientos-, ella y yo subimos hasta la cima del monte Sacro para observar una dorada puesta de sol. Pasaron dos nubes luminosas, del color del coral, que parecían dos rostros fundiéndose en uno. Nos tocamos con dulzura. Nos besamos. Compartimos un momento sagrado, el único momento sagrado que he conocido.
-¿Volvieron a hablar de ese momento?
-¡Ella sabía que había existido ese momento!...
-Pero -insistió Breuer- ¿Habló ella alguna vez de Orta? ¿Para ella también fue un momento sagrado?
-¡Sabía lo que era Orta!
-Convencida de que yo tenía que saberlo todo sobre la relación que había mantenido con usted, Lou Salomé se esforzó por describirme cada uno de sus encuentros con todo lujo de detalles. No omitió nada, según dijo. Se explayó hablando de Lucerna, de Leipzig, de Roma, de Tautenberg. Ahora bien, Orta, ¡se lo juro!, solo lo mencionó de paso. No le causó ninguna impresión especial. Es más, Friedrich: intentó recordar si alguna vez lo había besado, pero me dijo que no recordaba haberlo hecho. -Nietzsche guardó silencio. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Tenía la cabeza gacha. Breuer sabía que se comportaba con crueldad. Pero también sabía que no serlo ahora habría significado ser más cruel todavía. Aquella era una oportunidad única y no se repetiría.
-Perdone la dureza de mis palabras, Friedrich, pero estoy siguiendo el consejo de un gran maestro que me dijo: "Ofrezca al amigo que sufre un lugar de descanso, pero que sea una cama dura o un catre de campaña".
-Ha entendido bien a su maestro- replicó Nietzsche-.Y la cama es dura. Permítame decirle hasta qué punto lo es. No se si podré hacerle comprender lo mucho que he perdido... Cuando yo destierre a Lou Salomé de mi mente (y me doy cuenta de que eso es lo que me está ocurriendo ahora), ¿sabe qué me quedará?...

El día que Nietzsche lloró


Vivir como el águila




...para poder tener una relación con otra persona, uno debe tener una relación consigo mismo. Si no somos capaces de abrazar nuestra propia soledad, utilizaremos al otro como escudo contra nuestra soledad. Sólo cuando es posible vivir como el águila, sin público, se puede amar a otra persona; solo entonces puede importarle a uno que la otra persona crezca. Por consiguiente, si uno no puede renunciar a un matrimonio, ese matrimonio está perdido.

Friedrich Nietzsche al doctor Breuer, en El día que Nietzsche lloró


miércoles, 29 de octubre de 2014

Significado




Tenemos que buscar el significado. El síntoma no es más que un mensajero que trae la noticia de que el Angst está entrando en erupción en su reino más profundo. Las preocupaciones fundamentales, referidas a la finitud, la muerte de Dios, la soledad, la finalidad, la libertad..., las preocupaciones fundamentales que hemos tenido bajo llave durante toda la vida, ahora rompen sus cadenas y golpean las puertas y ventanas de la mente. Claman por ser oídas. Y no solo oídas, sino vividas.

Notas de Friedrich Nietzsche sobre el doctor Breuer - El día que Nietsche lloró


martes, 28 de octubre de 2014

Alma desnuda




"Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos."

Alfonsina Storni


No sentir ya el peso de nuevas cadenas




Mientras no nos sentimos dependientes de alguna cosa nos tenemos por independientes; conclusión errónea que demuestra cuál es el orgullo y la sed de dominación del hombre. De este modo admite que en todas circunstancias debe notar y reconocer la independencia, desde el momento que sufre a consecuencia de la idea preconcebida de que ordinariamente vive en la independencia y que si llega a perderla sentirá enseguida un contraste de impresión. Pero ¿y si fuese lo contrario lo verdadero, si resultase que hubiese vivido siempre en una múltiple dependencia y que se considerase libre en lo que, por la costumbre, ya no siente el peso de las cadenas? Solo las cadenas nuevas le hacen sufrir aún. "Libre arbitrio" no quiere decir propiamente otra cosa que el hecho de no sentir ya elpeso de nuevas cadenas.

Friedrich Nietzsche - El viajero y su sombra.


Medida del valor de la verdad




"La fatiga que se siente trepando por las montañas no nos da la medida de su altura.Y ¿sucederá de otro modo con la ciencia como pretenden los que quieren pasar por iniciados? El trabajo que cuesta una verdad, ¿decidirá justamente del valor de ella? Esta moral absurda parte de la idea de que las "verdades" propiamente no son nada, y sí solo aparatos gimnásticos en los que deberíamos bravamente ejercitarnos hasta fatigarnos: moral para atletas del espíritu."

Friedrich Nietzsche - El viajero y su sombra


jueves, 23 de octubre de 2014

Lejos de la tristeza




Cuando en la mañana me haya ido 
No tendrás mío ni un recuerdo 
Sólo un hueco en la almohada 
Donde meter tu olvido 
Nadarás en nombres 
Y pasarás sobre el mío 
Como quien anda un camino 
Tantas veces recorrido 

Sueña lejos de la tristeza 
Sueña lejos del dolor 
Como si no hubiera ocurrido 
Y aún estuviera intacto tu corazón 

Cuando en la mañana me haya ido 
Ni siquiera pronuncies mi nombre 
Porque yo nunca estuve aquí 
Y tú jamás me conociste 
Nadie que amaste te causó dolor 
Y ningún hombre te amó demasiado 
Nadie te alejó del mundo 
Para tenerte siempre a su lado 

Sueña lejos de la tristeza 
Sueña lejos del dolor 
Como si nada hubiera ocurrido 
Y aún estuviera intacto tu corazón 
Sueña lejos de la tristeza 
Sueña lejos del dolor 
Como si nada hubiera ocurrido 
Y aún tuvieras intacto el corazón 

Cuando en la mañana me haya ido 
No me digas adiós

Enrique Bunbury


Verdad




-¡Lo sagrado no es la verdad, sino la búsqueda que cada cual hace de su propia verdad! Hay quien asegura que mi obra filosófica está construida sobre arena: mis opiniones cambian sin cesar. Pero una de mis frases de granito dice: "Llega a ser quien eres". ¿Y cómo puede nadie descubrir quién y qué es sin la verdad?

Friedrich Nietzsche a Josef Breuer, en El día que Nietzsche lloró


Yo




Mi enfermedad pertenece al dominio del cuerpo, pero no soy yo. Yo soy mi enfermedad y mi cuerpo, pero ellos no son yo.

Friedrich Nietzsche al doctor Josef Breuer, en El día que Nietzsche lloró.


La búsqueda del tesoro




... Es la historia del rabino Eisik, de Cracovia, que el indianista Heinrich Zimmer desenterró de los Khassidischen Bucher de Martín Buber. Este piadoso rabino Eisik, de Cracovia, tuvo un sueño que le ordenaba ir a Praga: allí, sobre el gran puente que lleva al castillo real descubrirá un tesoro oculto. El sueño se le repitió tres veces y es así que el rabino se decidió a partir. Llegado a Praga, encontró el puente, pero como éste se encontraba custodiado día y noche por centinelas no intentó la búsqueda. Vagando por los alrededores, atrajo la atención del capitán de la guardia; éste le preguntó amablemente si había perdido alguna cosa. Con simplicidad el rabino le refirió su sueño. El oficial estalló en risa: "Verdaderamente, pobre hombre, le contestó el oficial- ¿has gastado tus zapatos para andar todo este camino a causa simplemente de un sueño? ¿Qué persona razonable creería en un sueño?".

Ese mismo oficial había escuchado también una voz en sueños: "Me hablaba de Cracovia, me ordenaba ir allí para buscar un gran tesoro en la casa de un rabino cuyo nombre era Eisik, hijo de Jrekel. El tesoro debía ser descubierto en un rincón polvoriento donde se encontraba enterrado, detrás de la estufa". Pero el oficial no agregaba voz alguna a las voces escuchadas en sueños: el oficial era una persona razonable. El rabino se inclinó entonces profundamente, le agradeció y se apresuró a volver a Cracovia. Cayó en un rincón abandonado de su casa y descubrió el tesoro que puso fin a su miseria.

"Así pues -comenta Heinrinch Zimmer-, el verdadero tesoro, el que pone fin a nuestra miseria y a nuestra desgracia, nunca está muy lejos, no es preciso buscarlo en un lejano país, yace envuelto en los lugares más íntimos de nuestra propia casa, es decir, de nuestro propio ser. Está detrás de la estufa, el centro dador de vida y calor que ordena nuestra existencia, el corazón de nuestro corazón, si es que supiésemos excavar. Pero ocurre el hecho singular y constante que es sólo después de un piadoso viaje en una región lejana, en un país extraño, sobre una tierra nueva, que el significado de esa voz interior que guía nuestra búsqueda podrá revelarse a nosotros. Y, a ese hecho singular y constante, se agrega otro, a saber: que el que nos revela el sentido de nuestro misterioso viaje interior debe ser él también un extranjero, de otra creencia y de otra raza".

Y este es el profundo sentido de todo verdadero encuentro; y este podría constituir también el punto de partida de un nuevo humanismo de escala mundial.


Versión parcial de Mircea Eliade, "Simbolismo religioso y valorización de la angustia", en Mitos, sueños y misterios, Buenos Aires, Ed. Compañía General Fabril Editora, pp. 57-73.

Leído en: https://www.facebook.com/pages/Fundación-CG-Jung-de-Psicología-Analítica





miércoles, 22 de octubre de 2014

Obra de...




Este libro es obra de un hombre subterráneo, de un hombre que taladra, que socava y que roe. Quien tenga los ojos acostumbrados a estas actividades subterráneas podrá ver con qué delicada inflexibilidad va avanzando lentamente el autor, sin que parezca afectarle el inconveniente que supone estar largo tiempo privado de aire y de luz. Hasta se podría pensar que le satisface este oscuro trabajo suyo. Cualquiera diría que le guía una determinada fe, que un cierto consuelo le compensa de su dura labor. Pero ¿no será que quiere rodearse de una densa oscuridad que sea suya y nada más que suya, que trata de adueñarse de cosas incomprensibles, ocultas y enigmáticas, con la conciencia de que de ello surgirá su mañana, su propia redención, su propia aurora?
Por supuesto que volverá a la superficie; no le preguntéis qué es lo que busca allá abajo; él mismo os lo dirá cuando vuelva a ser hombre ese Trofonio, ese sujeto de aspecto subterráneo. Y es que quienes, como él, han vivido a solas mucho tiempo llevando una existencia de topo, no pueden permanecer en silencio.

Friedrich Nietzsche - Aurora


Auroras




...Yo también tengo auroras a mi alrededor y no pintadas. Hay algo que ya no creía posible: encontrar una amiga para mi felicidad y sufrimiento máximos. Pero ahora me parece posible: una perspectiva dorada en el horizonte de toda mi vida futura. Me emociono solo de pensar en el alma osada y plena de mi querida Lou.

F.N.

Carta de Friedrich Nietzsche a Lou Salomé. Extraída de un libro que acabo de comprarme y creo que voy a disfrutar...


Arder en tu propio fuego




Hay quienes no pueden aflojar sus
propias cadenas y sin embargo pueden
liberar a sus amigos.

Debes estar preparado para arder en tu
propio fuego: ¿cómo podrías renacer sin
haberte convertido en cenizas?

Friedrich Nietzsche - Así habló Zaratustra




sábado, 18 de octubre de 2014

Reflexión sobre el amor




"Uno se enamora cuando uno convierte a esa mujer, no en linda, inteligente y graciosa - eso lo es cualquiera- sino en única e irreemplazable para su vida. El erotismo consiste en disfrutar de un fenómeno físico grato. Con el erotismo da lo mismo Juanita o María, si están muy bien las dos. Con el amor no hay ninguna posibilidad de reemplazar a nadie. El amor sucede por razones misteriosísimas, no tienen que ver con el lomo ni la inteligencia que sirvieron para gestar una atracción. El amor es imposible de prever, sólo sucede. Es una sensación física. Se parece a una patada en el corazón dada desde adentro. Hay una enorme sensación de temor a la pérdida de ese ser. Una enorme ansiedad antes de la consumación y después una ansiedad permanente porque el amor es peligro, es como estar parado en una piedra movediza. Por eso no sirve para nada el amor garantizado, cuando eso sucede estamos negando el amor en su esencia. El amor, a diferencia del erotismo, le da un carácter único a esa persona. Uno se enamora de alguien y esa persona es absolutamente irreemplazable, pero para que funcione mejor ese carácter irreemplazable uno mismo va agregando a la persona amada virtudes que ya no tiene del todo. En cierto modo el amor es un engaño concertado, los dos saben que el otro se hace una imagen superior a la realidad, pero admiten y fomentan ese engaño porque es preferible. Es el engaño el que enamora, pero no en el sentido de la traición, sino en el de dotarse uno, y dotar al otro, de virtudes supernumerarias. Una vida sin amor no vale la pena...Una raza de inmortales, a lo mejor no necesitaría del amor. Por empezar no necesitaría del acto de la procreación de manera que es posible que el amor no fuera necesario. Lo que reemplaza a la inmortalidad es el amor, seguro. Uno se enamora de quien tiene poder sobre uno; naturalmente que las armas de ese poder son la belleza, la seducción, la tonicidad espiritual. Cuando uno ve una mujer que te dice "yo te voy a hacer sufrir", uno dice, caramba. Las mujeres que no pueden hacerme sufrir naturalmente no me interesan. El amor tiene un componente de dolor inevitable que, a mi juicio, está relacionado con su componente de goce. El que tiene la piel tan gruesa como para no sufrir, tampoco podrá gozar. El que tiene sensibilidad para gozar también la padecerá a la hora de sufrir."

Alejandro Dolina


viernes, 17 de octubre de 2014

El Barquero




Junto a este río deseo quedarme -pensó Siddharta-. Es el mismo por el que un amable barquero me condujo al camino de los humanos, de los niños. Me dirigiré a su vivienda. Desde su choza me encaminó entonces hacia una nueva vida, que ahora ya está vieja y muerta. ¡Que mi nuevo camino también empiece desde allí.

Observaba la corriente con cariño, su verde transparencia, sus ondas cristalinas, con dibujos llenos de misterio. Contempló las perlas claras que subían desde el fondo, las burbujas que flotaban en la superficie, el espejo del azul del cielo. El río también le miraba con sus mil ojos, verdes, blancos, ambarinos, celestes. ¡Cuánto amaba aquella corriente! ¡Cuántas cosas le agradecía! Desde el interior de su corazón escuchaba la voz que despertaba de nuevo y le decía:

¡Ama a este río! ¡Quédate con él! ¡Aprende de él!

¡Oh, sí! Siddharta quería aprender del río, deseaba escucharlo. Le parecía que el que comprendiera a esta corriente y sus secretos, también entendería muchas otras cosas, muchos secretos, todos los misterios.

Hoy únicamente podía conocer un secreto del río: el que se apoderó de su alma. Se daba cuenta de que el agua corría y corría, siempre se deslizaba y, sin embargo, siempre se encontraba allí, en todo momento. ¡Y no obstante, siempre era agua nueva! ¿Quién podía comprenderlo? Siddharta, no; tan sólo tenía una vislumbre, escuchaba un recuerdo lejano, unas voces divinas.

Siddharta se levantó. El rugido del hambre en el estómago se hacía insoportable. Mientras sufría, continuó su camino a lo largo de la ribera, contra la corriente, escuchando el rumor y los alaridos de su estómago.

Cuando llegó a la lancha de cruce, la halló dispuesta para la salida.

A su lado estaba el mismo barquero que había conducido al joven samana. Siddharta le reconoció al momento; también el barquero había envejecido mucho.

¿Quieres pasarme? -preguntó.

El barquero se sorprendió al ver a un hombre tan distinguido viajar solo y a pie. Le acogió en su barca y abandonó la orilla.

Has elegido una vida muy bella -declaró el viajero-. Debe de ser muy hermoso vivir junto a estas aguas y deslizarse por su superficie.

El remero se balanceó sonriente y repuso:

Es hermoso, señor, como tú dices, ¿pero acaso no es bella la vida toda y todos los trabajos?

Quizá. Pero yo envidio el tuyo.

¡Oh! Pronto te cansarías. Esto no es para gentes elegantes.

Siddharta sonrió.

Ya me miraste una vez por mis ropajes y además, con desconfianza. ¿No te gustaría aceptarlos, barquero, puesto que a mí me molestan? Debes saber que no tengo con qué pagarte.

El señor bromea -dijo el barquero, festivo.

No bromeo, amigo. Mira, ya una vez crucé en tu barca por el río, gracias a tu bondad. Hazlo también hoy y acepta mis vestidos como pago.

¿Y el señor piensa seguir su viaje sin vestidos?

Lo que me gustaría es no proseguir el viaje. Lo que más me apetecería, barquero, es que me dieras un delantal, y así podría quedarme como ayudante tuyo, o mejor, como tu aprendiz, pues primero debo aprender a llevar la barca.

Durante largo tiempo el barquero observó al forastero, como si buscara algo.

Ahora te reconozco -manifestó por fin-. En otra ocasión dormiste en mi choza, hace mucho tiempo, quizá más de veinte años. Yo te llevé al otro lado del río y nos despedimos como buenos amigos. ¿No fuiste un samana? De tu nombre no me acuerdo.

Me llamo Siddharta, y era un samana cuando me viste por última vez.

Bien venido seas, Siddharta. Yo me llamo Vasudeva. Espero que también hoy seas mi invitado, que duermas en mi choza y me cuentes de dónde vienes y por qué te molestan tus elegantes ropas.

Habían alcanzado el centro del río y Vasudeva tuvo que remar con más fuerza para ir contra la corriente. Su trabajo era tranquilo, y él bogaba con su mirada fija en la proa de la barca, con sus brazos curtidos.

Siddharta se hallaba sentado y le observaba; recordó entonces que ya en aquel su último día de samana, habíase despertado en su corazón el amor hacia aquel hombre. Agradecido aceptó la invitación de Vasudeva. Cuando llegaron a la orilla le ayudó a atar la barca en los postes; después el barquero le invitó a entrar en la cabaña y le ofreció pan y agua. Siddharta lo comió con gusto, como también los frutos del mango, que le ofreció el barquero.

Ya cerca del atardecer se sentaron los dos en un tronco de la orilla y Siddharta contó al barquero su origen y su vida, tal y como la había visto hoy en aquella hora de desesperación. El relato duró hasta altas horas de la noche.

Vasudeva escuchó con suma atención. Lo comprendió todo, el origen, la niñez, todo el aprendizaje, la búsqueda, la alegría y la miseria. Entre las muchas virtudes del barquero, destacaba la de saber escuchar como pocas personas. Sin decir palabras, Siddharta notó que Vasudeva asimilaba todas sus explicaciones, sosegado, abierto, esperando sin perder una sola palabra, sin impaciencias, sin críticas ni elogios: únicamente escuchaba.

Siddharta sintió la felicidad de confesarse a tal oyente, de hundir en su corazón su propia vida, la propia búsqueda, el propio sufrimiento.

Al finalizar el relato, sin embargo, cuando habló del árbol junto al río y de su profundo desfallecimiento, del sagrado Om y de cómo después del sueño se había sentido mucho mejor, el barquero escuchó con doble atención, totalmente entregado, con los ojos cerrados.

No obstante, Siddharta enmudeció, transcurrió un largo silencio hasta que Vasudeva empezó a decir:

Es lo que yo me imaginaba. El río te ha hablado. También es amigo tuyo, también él te habla. Esa es una buena señal, muy buena. Quédate conmigo, Siddharta, amigo. Tenía una esposa, su cama está junto a la mía; pero ha muerto ya hace mucho tiempo, y vivo solo. Convive conmigo: hay sitio y comida para ambos.

Te lo agradezco -declaró Siddharta-. Te lo agradezco y acepto. Y también te doy las gracias por haberme escuchado tan bien. Hay pocas personas que sepan escuchar, y no encontré a nadie que lo hiciera como tú. También quiero aprender esto de ti.

Lo aprenderás -contestó Vasudeva-, pero no de mí. Yo lo aprendí del río, a ti también te lo enseñará. El río lo sabe todo y todo se puede aprender de él. Mira, ya te has enterado por el agua de que es necesario dirigirse hacia abajo, descender, buscar la profundidad. El rico y distinguido Siddharta se convierte en remero; el sabio brahmán Siddharta se convierte en barquero; también eso te lo ha enseñado el río. Progresarás asimismo con el resto.

Después de una larga pausa, preguntó Siddharta:

¿Qué resto, Vasudeva?

Se ha hecho tarde -contestó-. Vayamos a dormir. No te puedo decir yo el resto, amigo. Ya lo sabrás, quizá ya los has estudiado. Mira, yo no soy un sabio, y no sé hablar y tampoco pensar. Sólo sé escuchar y ser piadoso: no he aprendido otra cosa. Si lo supiera decir y enseñar, quizá fuera un sabio; así, sin embargo, sólo soy un barquero y mi deber es cruzar a la gente por este río. He cruzado a muchos, a miles, y para todos ellos mi río sólo ha sido un obstáculo en sus itinerarios. Viajaban por dinero y negocios, iban a bodas y romerías; el río se interponía en su camino y el barquero estaba allí para pasarlos rápidamente sobre ese obstáculo. Pero para algunos entre miles, para muy pocos, el río dejaba de ser un obstáculo; ellos han oído su voz, la han escuchado, y el río se ha convertido para ellos en algo sagrado, igual que para mí. Y ahora vámonos a descansar, Siddharta.

Siddharta se quedó con el barquero y aprendió a manejar la barca; y si no tenía trabajo con la barca, ayudaba a Vasudeva en el campo de arroz, recogía la madera, cosechaba los frutos del bananero. Aprendió a construir un remo, y a reparar la embarcación, y a trenzar cestos. Estaba alegre por todo lo que aprendía y los días y los meses pasaban con rapidez.

Pero, más de lo que podía enseñarle Vasudeva, le instruía el río. De él aprendía continuamente. Sobre todo le enseñó a escuchar, a atender con el corazón tranquilo, con el alma serena y abierta, sin pasión, sin deseo, sin juicio ni opinión.

Le gustaba vivir al lado de Vasudeva, y a veces cambiaba unas palabras, pocas, pero bien pensadas. Vasudeva no era amigo de palabras: pocas veces lograba hacerle hablar.

¿También has aprendido tú -le preguntó una vez-, has aprendido del río el secreto de que no existe el tiempo?

El rostro de Vasudeva se iluminó con una radiante sonrisa.

Sí, Siddharta -contestó-. ¿Quieres decir esto: que el río está en todas partes a la vez? ¿En su fuente y en la desembocadura, en la cascada, en la balsa, en la catarata, en el mar, en la montaña, en todas partes a la vez? ¿Y que para él sólo existe el presente y desconoce la sombra del futuro?

Eso es -repuso Siddharta-. Y cuando lo conocí, descubrí mi vida, que también era un niño, y el niño Siddharta, el hombre Siddharta, el viejo Siddharta sólo estaban separados por sombras, por nada real. Y tampoco los nacimientos anteriores de Siddharta eran pasado, ni su muerte y su renacimiento al Brahma han sido futuro. Nada fue, ni será; todo es, todo tiene esencia y presente.

Siddharta hablaba encantado: la inspiración le había producido una profunda felicidad. Mas, ¿no era tiempo todo el sufrimiento? ¿No era todo él temor y tortura, el tiempo? ¿No se superaba y alejaba todo lo difícil y hostil en el mundo, si se superaba el tiempo, si se lo anulaba? Había hablado gozoso. Pero Vasudeva le sonrió con el rostro iluminado e hizo un gesto de afirmación. En silencio pasó su mano por el hombro de Siddharta y regresó a su trabajo.

Y otra vez, cuando en la estación de las lluvias el río crecía y el rugido aumentaba poderoso, manifestó Siddharta:

¿Verdad, amigo, que el río tiene muchas, muchísimas, voces? ¿No posee la voz de un rey y de un guerrero, la de un toro y la de un pájaro nocturno, la de una pantera y la de un hombre que suspira, y otras voces más?

Así es -declaró Vasudeva-. Todas las voces de la creación están en el río.

Y puedes descifrar lo que dicen -continuó Siddharta- cuando oyes sus diez mil tonos a la vez?

El rostro de Vasudeva sonreía feliz, se inclinó hacia Siddharta y le dijo al oído lo que el sagrado Om le había comunicado: lo mismo que antes había dicho a Siddharta.

La sonrisa de Siddharta se parecía cada vez más a la del barquero; era casi igual de brillante, expresaba casi la misma felicidad, brillaba igual en sus mil pequeñas arrugas; era equivalente en inocencia y en madurez.

Muchos de los viajeros, al ver a los dos barqueros, los tenían por hermanos. A menudo se sentaban por la noche en el tronco, junto a la orilla; en silencio escuchaban el susurro del agua, que para ellos ya no era la corriente, sino la voz de la vida, de la existencia, de lo que siempre será. Y a veces ocurría que al escuchar ambos al río, pensaban en las mismas cosas, en una conversación de anteayer, en un viajero cuya cara y destino les interesaba, en la muerte, en su niñez; y los dos, en el mismo instante que habían escuchado del río algo bueno, se miraban mutuamente, pensando ambos exactamente igual, se sentían felices ante la misma contestación por idéntica pregunta.

Algunos de los viajeros percibían que de la barca y de los barqueros emanaba algo especial. A veces ocurría que un viajero, después de haber observado la cara de los barqueros, empezaba a narrar su vida, sus pesares, confesaba sus pecados y terminaba pidiendo consuelo y consejo. En otras ocasiones, les pedían permiso para quedarse una noche con ellos y así poder escuchar la voz del río. También sucedía que llegaban curiosos a los que les habían contado que en ese lugar vivían dos sabios, o magos, o santos. Los curiosos preguntaban entonces, pero no recibían ninguna contestación; y tampoco encontraban que fueran magos ni sabios, y sólo hallaban a dos ancianos amables, que parecían mudos, extraños y seniles. Los curiosos se reían y comentaban entre sí la buena fe y la necedad de la plebe, que propagaba rumores sin fundamento.

Los años pasaban y nadie se entretenía en contarlos. Un día llegaron unos monjes, discípulos de Gotama, del buda, y pidieron que les cruzaran a la otra orilla del río; los barqueros se enteraron por ellos que les había llegado la noticia de que el majestuoso estaba enfermo de gravedad y pronto moriría su última muerte humana, para entrar en la redención.

No pasó mucho tiempo, y llegó un nuevo grupo de monjes hasta la barca, y otro, y monjes y viajeros no hablaban de otra cosa sino de Gotama y su próxima muerte. De todas partes llegaba la gente atraída como por arte de magia, para presenciar la muerte del gran buda, como si se tratara de ir a una campaña o a la coronación de un rey; todos dirigían sus pasos hacia el lugar en donde debería suceder algo prodigioso, donde el más perfecto de ese tiempo debía entrar en la gloria.

Durante esos días, Siddharta pensaba frecuentemente en el moribundo, en el gran profesor cuya voz había avisado a los pueblos, había despertado a millares de gentes; en ese tono que también escuchó Siddharta, igual que contempló su sagrado rostro. Pensaba en él como en un viejo amigo, veía el camino de perfección ante sus ojos, y sonriendo recordaba las palabras que de joven había dirigido al majestuoso. Ahora le parecían términos orgullosos e impertinentes: los recordaba sonriente. Hacía ya mucho que no se sentía separado de Gotama, cuya doctrina no había querido aceptar. No, el que realmente quiere encontrar, y por ello busca, no puede aceptar ninguna doctrina. Pero el que ha encontrado, ya puede aceptar cualquier doctrina, cualquier camino u objetivo; a éste ya no le separa nada de los miles restantes que viven en lo eterno, que respiran lo divino.

Uno de esos días, cuando tantos peregrinaban hacia el buda moribundo, también lo hizo Kamala, que en otros tiempos fue la más bella cortesana. Hacía ya tiempo que se había retirado de su vida anterior; había regalado su jardín a los monjes de Gotania, se había refugiado en su doctrina y pertenecía al número de las amigas y bienhechoras de los peregrinos. Junto con el pequeño Siddharta, su hijo, se había puesto en camino al recibir la noticia de la próxima muerte de Gotama. Iba a pie y vestida con sencillez. Con su chiquillo andaba por la orilla del río; pero el niño se cansó pronto, quería regresar, descansar, comer. Estaba impaciente y lloriqueaba. Kamala tuvo que detenerse varias veces, el pequeño se hallaba acostumbrado a imponer su voluntad, y Kamala debía darle comida y consuelo. El niño no comprendía por qué tenía que hacer aquella penosa y triste peregrinación con su madre, hacia un lugar desconocido, hacia un hombre extraño, pero que era un santo y se estaba muriendo. ¿Qué le importaba al chiquillo que se muriera?

Los peregrinos no se hallaban lejos de la barca de Vasudeva cuando el pequeño Siddharta obligó a descansar otra vez a su madre. También Kamala se encontraba fatigada, y mientras el muchacho se comía un plátano, sentóse ella en el suelo, cerró un poco los ojos y se dispuso a descansar.

Pero de improviso, Kamala lanzó un grito de dolor; el muchacho la miró asustado y vio cómo las mejillas de su madre estaban pálidas de horror. Debajo de su vestido asomó una pequeña serpiente negra, que acababa de morder a Kamala.

Los dos juntos echaron a correr en busca de otros seres humanos, y pronto llegaron cerca de la barca. Allí se desplomó Kamala, pues no pudo continuar en pie. El niño abrazó y besó a su madre mientras no cesaba de gritar; también Kamala pidió socorro hasta que sus gritos llegaron a oídos de Vasudeva, que se encontraba junto a la barca. Se les acercó rápidamente, cogió a la mujer entre sus brazos y la llevó a la barca, mientras el pequeño corría a su lado. Pronto llegaron a la choza donde se encontraba Siddharta encendiendo el fuego de la cocina.

Levantó la vista y lo primero que vio fue al niño, que le recordaba de una manera extraña cosas pasadas. Seguidamente contempló a Kamala, a la que reconoció inmediatamente, a pesar de encontrarse desmayada en brazos del barquero. Ahora comprendió también que el rostro del pequeño le llamó la atención porque era su propio hijo, y el corazón le saltó dentro del pecho.

Lavaron la herida de Kamala, pero ya estaba negra, el vientre de la mujer se había hinchado. Le dieron a beber una tisana. Poco a poco Kamala volvió en sí; yacía en el lecho de Siddharta, en la choza. Inclinado a su lado se encontraba Siddharta, el que en otros tiempos la había amado tanto.

Le parecía un sueño. Sonriente miró el rostro de su amigo; únicamente percatóse de su situación poco después. Recordó la mordedura ... y llamó temerosa al pequeño.

No te preocupes, está aquí -declaró Siddharta.

Kamala le miró a los ojos. Empezó a hablar con lengua pesada, debido a la paralización del veneno.

Te has vuelto viejo, querido -dijo-. Tus cabellos ya son grises. Pero aún pareces el joven samana que se acercó a mi jardín sin vestido y con los pies polvorientos. Te asemejas más a él ahora que cuando nos abandonaste a Kamaswami y a mí. Sobre todo en los ojos, Siddharta. Sí, yo también me he vuelto vieja ... ¿Me has reconocido?

Siddharta sonrío.

Al momento, Kamala querida.

Kamala señaló a su hijo y continuó:

¿Y a él? Es tu hijo.

Siddharta desvió la mirada y cerró los ojos.

El pequeño echóse a llorar. Siddharta lo sentó en sus rodillas y le dejó que llorase. Acarició sus cabellos y al contemplar el rostro infantil, se acordó de una oración de los brahmanes que había aprendido siendo niño. Empezó a pronunciarla lentamente, como un cántico; el pasado y la niñez le dictaban los versos. Y con ese canto monótono el niño se tranquilizó. De vez en cuando todavía lloriqueaba, pero por fin se durmió.

Siddharta lo depositó en la cama de Vasudeva. El barquero se hallaba en la cocina y preparaba un poco de arroz. Siddharta le miró y Vasudeva contestó con una leve sonrisa.

Morirá -balbuceó Siddharta, en voz baja.

Vasudeva afirmó con la cabeza. Su amable rostro se hallaba iluminado por el fuego de la cocina.

Kamala volvió en sí otra vez. El dolor le contraía el semblante, los ojos de Siddharta notaban el sufrimiento en su boca y en sus pálidas mejillas. Lo leía en silencio, con atención, esperando, entregado al sufrimiento. Kamala se percató y buscó su mirada.

Luego manifestó:

Ahora me doy cuenta de que tus ojos también han cambiado. ¿En qué conozco que tú eres Siddharta? Lo eres y no lo eres.

Siddharta no habló. En silencio fijó sus ojos en los de Kamala.

¿Lo has conseguido? -preguntó Kamala-. ¿Has encontrado la paz?

Siddharta sonrió y colocó su mano sobre la de Kamala.

Ya me doy cuenta -continuó Kamala-. Ya lo veo. Yo también encontraré la paz.

La has hallado -repuso Siddharta, en un susurro.

Kamala continuaba con la mirada fija en los ojos de Siddharta. Pensó que había querido peregrinar hacia Gotama para ver el rostro de una persona perfecta, para respirar la paz, y en vez de Gotama se había encontrado con Siddharta. Pero todo había salido bien, como si hubiera visto al perfecto e iluminado. Quiso decírselo a Siddharta, pero la lengua ya no le obedecía.

Continuó Siddharta mirándola en silencio, y notó cómo la vida se apagaba en sus ojos. Cuando el último dolor estremeció sus ojos y los veló al contraerse sus miembros por última vez, Siddharta le cerró los párpados con los dedos.

Durante mucho tiempo permaneció sentado mirando la cara de Kamala. Contempló su boca, cansada y vieja, con sus labios delgados, y se acordó de que en la primavera de su vida la había comparado con un higo recién abierto. Durante mucho tiempo leyó en el rostro pálido las arrugas del cansancio, se llenó de esa imagen y vio entonces su propia cara, igual de blanca y de marchita; a la vez pudo observar los dos rostros jóvenes, de labios rojos, de ojos ardientes ..., y la sensación de presente y simultaneidad le llenó totalmente, con un sentimiento de eternidad.

En ese momento sentía más profundamente que nunca el carácter indestructible de toda la vida, de la eternidad de cada instante.

Cuando se levantó, Vasudeva había preparado un poco de arroz. Pero Siddharta no comió. Prepararon un lecho en el establo, donde se hallaba la cabra, y Vasudeva se marchó a dormir. Siddharta, en cambio, salió y pasó toda la noche delante de la cabaña, escuchando al río que bañaba el pasado, rodeado a la vez de todos los tiempos de su vida. De vez en cuando, se acercaba a la puerta de la cabaña para saber si dormía el niño.

Muy pronto, de madrugada, aun antes de salir el sol, salió Vasudeva de la cuadra y se acercó a su amigo.

No has dormido -le dijo.

No, Vasudeva. He permanecido aquí y he escuchado la voz del río. Me ha dicho muchas cosas, me ha llenado profundamente con la idea de la unidad.

Has sufrido, Siddharta, pero veo que la tristeza no ha entrado en tu corazón.

No, amigo. ¿Cómo podría estar triste? Yo, que he sido rico y feliz, ahora lo soy todavía más. Me han regalado a mi hijo.

Bien venido sea tu hijo. Pero ahora, Siddharta, empecemos a trabajar, pues hay mucho por hacer. Kamala ha muerto en el lecho en que murió mi esposa. También haremos fuego en la misma colina en que encendí la hoguera para mi mujer.

Y mientras el niño seguía dormido, levantaron la pira.

Siddharta - Hermann Hesse


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