jueves, 31 de octubre de 2013

Molino




El molino ya no esta, pero el viento sigue todavía...

Vincent Van Gogh


Las Cosas




El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.


Jorge Luis Borges


Currículum




El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente

usted sufre
reclama por comida
y por costumbre
por obligación
llora limpio de culpas
extenuado
hasta que el sueño lo descalifica

usted ama
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético
se convierte en escombros

usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre siempre
un lío

entonces
usted muere.


Mario Benedetti


Ausencia




Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges


Equilibrio



"Voy a tratar de mostrar mi mejor estabilidad pero dudo de mi virtud en el equilibrio..."

Andrés Calamaro




Hay días tristes... tristísimos. Días en los que no alcanzo a ver una luz que me ayude a seguir intentando. Es en esos días en los que siento que todo lo aprendido, todo eso que pude sacarle con esfuerzo a la vida, no me alcanza para mantenerme en pie. En esos días, hoy por ejemplo, solo tengo ganas de tirarme en la cama, no salir a ningún lado y llorar. Llorar sin sentir vergüenza, a baldazos, como decía una poesía... tal vez después pueda sentir alivio y recobrar una mínima estabilidad. Hoy no alcanzan mis antiguos maestros con sus luminosos escritos espirituales. Tampoco alcanzan mis seguridades y mis certezas. Hoy solo me alcanzó la tristeza y, cansado de aguantarla, quiero dejarla salir, para ver si me alivio un poco...


lunes, 28 de octubre de 2013

Los Hombres




Una vez más he bordeado una verdad que no he comprendido. Me he creído perdido, he creído tocar el fondo de la desesperación y, una vez aceptado el renunciamiento, he conocido la paz...
... ¿Qué nos importan las doctrinas políticas que pretenden desarrollar a los hombres, si no conocemos, ante todo, qué tipo de hombre desarrollarán? ¿Quién va a nacer? Nosotros no somos ganado de engorde y la aparición de un Pascal pobre pesa más que la de algunos anónimos prósperos.
Lo esencial no sabemos preverlo. Cada uno de nosotros ha conocido las alegrías más cálidas, allí donde nada las prometería. Y nos han dejado tal nostalgia que incluso añoramos nuestra miseria si éstas las han hecho posible. Todos nosotros hemos gustado, al volver a encontrar a los camaradas, el encanto de los malos recuerdos.
¿Qué sabemos nosotros, sino que hay condiciones desconocidas que nos fertilizan? ¿Dónde se aloja la verdad del hombre?
La verdad no es lo que se demuestra...

Del libro "Tierra de Hombres", de Antoine de Saint-Exupéry


Apariencias




"Santiago Bernis, esta vez, antes de que llegues, develaré quien eres. Tú, a quien la radio ubica exactamente desde ayer, que pasarás aquí los veinte minutos reglamentarios; tú, para quien abriré una lata de conserva y destaparé una botella de vino; tu, que no nos hablarás ni del amor ni de la muerte, de ninguno de los verdaderos problemas, sino de la dirección del viento, del estado del cielo, del motor; que reirás del chiste de un mecánico, te quejarás de calor, te asemejarás a cualquiera de nosotros.
Diré que viaje realizas, cómo sobrepasas las apariencias, por qué los pasos que das junto a los "nuestros" no son los mismos..."

Del libro "Correo del Sur", de Antoine de Saint-Exupéry


domingo, 27 de octubre de 2013

Expresar




El hombre se expresa para llegar a los demás, para salir del cautiverio de su soledad. Es tal su naturaleza de peregrino que nada colma su deseo de expresarse. Es un gesto inherente a la vida que no hace a la utilidad, que trasciende toda posibilidad funcional. Los hombres, a su paso, van dejando su vestigio; del mismo modo, al retornar a nuestra casa después de un día de trabajo agobiante, una mesita cualquiera, un par de zapatos gastados, una simple lámpara familiar, son conmovedores símbolos de una costa que ansiamos alcanzar, como náufragos exhaustos que lograran tocar tierra después de una larga lucha contra la tempestad.


Del libro "La Resistencia", de Ernesto Sábato.



Esa necesidad prescinde del interlocutor, es como un mensaje que es necesario entregar aunque no tenga destinatario. Lo que importa no es tanto que el mensaje sea entendido como el esfuerzo que se hace para decir lo indecible, el sacar a la luz eso que nos agobia, que nos atormenta... pero hay veces, muy pocas, que aparecen personas que parecen entender ese mensaje.


De los Sabios Célebres




¡Al pueblo habéis servido, y a la superstición del pueblo, todos vosotros sabios célebres, pero no a la verdad! Y por ello precisamente se os tributó veneración.
Por ello también se toleró vuestra incredulidad, ya que era un ardid y un rodeo para llegar al pueblo. Así deja el señor regodearse a sus esclavos, y se divierte además con las petulancias de éstos.
Mas a quien el pueblo aborrece, como al lobo los perros, es al espíritu libre, el enemigo de las cadenas, el que no adora, el que habita en los bosques.
Sacarle de su cobijo -eso ha significado siempre para el pueblo el "sentido de lo justo". Contra él azuza, todavía hoy, sus sabuesos de más afilados dientes.
"¡Pues la verdad está aquí, donde está el pueblo! ¡Ay de quienes buscan!" Así se viene diciendo siempre.
Por cuanto el pueblo os veneraba, quisisteis darle la razón: ¡a eso llamasteis "voluntad de verdad", oh, sabios célebres!
Y vuestro corazón siempre se decía: "Del pueblo he venido, y de él me ha venido la voz de Dios"
Pacientes y astutos, como el asno, habéis sido siempre, en tanto que abogados del pueblo.
Y más de un poderoso, cuando quería estar a bien con el pueblo, enganchó ante su carro un borriquillo: un sabio célebre.
Y ahora yo quisiera, ¡Oh sabios célebres!, que os librarais por fin de la piel de león y las arrojarais muy lejos.
La piel multicolor de la fiera, y las melenas del investigador, del explorador, del conquistador.
¡Ay, para que yo aprendiera a creer en vuestra veracidad, tendríais antes que romper en pedazos vuestra voluntad veneradora!
Veraz llamo yo al hombre que se retira al desierto sin dioses, y ha roto en pedazos su corazón venerador.
Entre la amarilla arena del desierto, quemado por el sol y abrasado por la sed, dirige miradas veladamente ávidas hacia los oasis abundantes en fuentes, allá donde, entre sombras de árboles, reposan seres vivos.
Pero su sed no le lleva a imitar a aquellos comodones: pues donde hay oasis, allí hay también imágenes de ídolos.
Hambrienta, violenta, solitaria, sin Dios: así se quiere a sí misma la voluntad-león.
Liberada de los placeres del esclavo, redimida de dioses y de adoraciones, impávida y aterradora, grande y solitaria: así es la voluntad del hombre veraz.
En el desierto han vivido siempre los veraces, los espíritus libres, como señores del desierto, mientras que en las ciudades viven los sabios célebres y bien alimentados: son los animales de tiro.
¡En verdad, siempre tiran como asnos del carro del pueblo!
No es que yo se lo reproche. Mas para mí siguen siendo esclavos y animales de tiro, aún cuando lleven dorados jaeces.
Y con frecuencia fueron buenos servidores, dignos de loa. Pues la virtud habla así: "Si tienes que servir, busca el amo a quien tus servicios puedan ser más útiles"
"El espíritu y la virtud de tu señor deben crecer por hallarte tú a sus órdenes. ¡Así te engrandeces también tú, junto con el espíritu y la virtud de tu señor!"
Y en verdad, vosotros, sabios célebres, vosotros, servidores del pueblo, habéis crecido junto con el espíritu y la virtud del pueblo, mientras el pueblo crecía con vuestro espíritu y con vuestra virtud. Que así quede reconocido, en honor vuestro.
Mas para mí seguís siendo pueblo, incluso en vuestras virtudes: un pueblo de ojos miopes, que desconoce lo que es espíritu.
Espíritu es la vida que se saja a sí misma, en vivo: con su propio tormento acrecienta su propio saber. ¿Acaso lo sabíais ya?
Y la felicidad del espíritu consiste en esto: en ser ungido por las lágrimas y consagrado con lágrimas como víctima del sacrificio. ¿Acaso lo sabíais ya?
Y la ceguera del ciego, su titubear y su tantear, deben seguir testimoniando el poder del sol al que miró. ¿Acaso lo sabíais ya?
Y quien busca el conocimiento debe aprender a edificar con montañas: poco es que el espíritu traslade a montañas ¿Acaso lo sabíais ya?
Solamente conoceis las chispas del espíritu; mas no veis el yunque que él es, ni tampoco la crueldad de su martillo.
¡En verdad no conocéis el orgullo del espíritu! ¡Pero aún soportaríais menos la modestia del espíritu, si intentara hablar!
Y nunca os ha sido lícito arrojar vuestro espíritu a una fosa de nieve. ¡No sois bastante ardientes para ello! Por eso desconocéis los éxtasis de su frialdad.
Y demasiadas confianzas os tomáis con el espíritu: no es raro que hagáis de la sabiduría un asilo y hospital para malos poetas.
No sois águilas. Por eso no nabéis conocido el goce que hay en el terror del espíritu. Y quien no es pájaro no debe hacer su nido sobre el abismo.
Tibios me parecéis: y todo conocimiento profundo es frío. Glaciales son los pozos más íntimos del espíritu: un alivio para las manos ardientes de quienes trabajan.
¡Honorables os situáis ante mí, tiesos, con el espinazo bien erguido, oh, sabios célebres! Y no os empujan viento ni voluntad poderosos.
¿Jamás habéis visto una vela surcando el mar, hinchada, redondeada y temblorosa, por la fuerza del viento? ¡Semejante a la vela que tiembla por la fuerza del espíritu, así camina sobre el mar -mi sabiduría salvaje!
Pero vosotros, servidores del pueblo, vosotros, sabios célebres, ¿cómo podríais marchar junto a mí?

Así habló Zarathustra



Del libro "Así Habló Zarathustra", de Friedrich Nietzsche

miércoles, 23 de octubre de 2013

Una vida?




Saber cómo funcionan las cosas, entender profundamente cada uno de los engranajes, no me ahorrará ninguno de los sentimientos que me genera vivir acá y ahora. Conocer la naturaleza metafórica de todo en esta vida tampoco evitó que haya vivido protegiéndome como un poseso, para no sufrir, ni me evitó el sufrimiento cuando decidí sacarme la coraza. Es así, vivir en el teatro mágico tiene su costo y no hay manera de escamotear eso que hay que pagar. La otra opción es salir del teatro, hacerse puro espíritu, despegar... algo que no es, para mi, una posibilidad de tiempo completo. Parece que mi naturaleza es fluctuar entre esos dos estados y nunca alcanzar totalmente ninguno...


domingo, 20 de octubre de 2013

Resistiré




Cuando pierda todas las partidas
cuando duerma con la soledad
cuando se me cierren las salidas
y la noche no me deje en paz

Cuando sienta miedo del silencio
cuando cueste mantenerse en pie
cuando se revelen los recuerdos
y me pongan contra la pared

Resistiré, erguido frente a todo
me volveré de hierro para endurecer la piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie

Resistiré, para seguir viviendo
soportaré los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
resistiré, resistiré...

Cuando el mundo pierda toda magia
cuando mi enemigo sea yo
cuando me apuñale la nostalgia
y no reconozca ni mi voz

Cuando me amenace la locura
cuando en mi moneda salga cruz
cuando el diablo pase la factura
o si alguna vez me faltas tú

Resistiré, erguido frente a todo
me envolveré de hierro para endurecer la piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie

Resistiré, para seguir viviendo
soportaré los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
resistiré, resistiré...

Resistiré, para seguir viviendo
soportaré los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
resistiré, resistiré...

C. Toro Montore, M. de la Calva


Una Historia Zen Imaginaria




MAESTRO ZEN: "Tengo y no tengo un palo. ¿Cómo lo explicarías?"

NOVICIO JUDÍO: "¡No lo haría!"

MAESTRO:  "No seas impertinente. Te conviene, si realmente deseas alcanzar la iluminación como dices, hacer todos los esfuerzos posibles por contestar."

NOVICIO: "De acuerdo. Creo que, según lo mires, tienes un palo; y según lo mires, no."

MAESTRO: "No, no quiero decir esto. Quiero decir que, mirándolo igual, tengo un palo y no tengo un palo.
¿Cómo te lo explicas?"

NOVICIO: "¡Me rindo!"

MAESTRO: "No has de rendirte. Debes poner toda la carne en el asador para descubrirlo."

NOVICIO: "No voy a discutir contigo sobre si me he de rendir o no. El hecho existencial es simplemente que me rindo."

MAESTRO: "¿No quieres alcanzar la iluminación?"
NOVICIO: "Si alcanzar la iluminación significa considerar estas estúpidas cuestiones, ¡al infierno! Siento defraudarte, pero adiós muy buenas."

Doce años después...

NOVICIO: "He vuelto, Maestro, en un estado de absoluta contrición. Durante doce años he vagado, sintiéndome fatal por mi cobardía e impaciencia. Ahora me doy cuenta de que no puedo huir de la vida. Más tarde o más temprano, tendré que afrontar los problemas definitivos del universo. Estoy preparado para esforzarme y trabajar a fondo en el problema que me diste."

MAESTRO: "¿Cuál fue el problema?"

NOVICIO: "Dijiste que tenías y no tenías un bastón. ¿Cómo explicarlo?"

MAESTRO: "¿Dije esto? ¡Que estupidez!"

Del libro Silencioso Tao, de Raymond Smullyan
Reflexiones de un científico al otro lado del espejo.




miércoles, 16 de octubre de 2013

Soledad




“El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro. 
Su naturaleza ...consiste en un aspirar a realizarse en otro. El hombre es 
nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí mismo se 
siente como carencia de otro, como soledad.”

Saint-Exupéry, en Ciudadela

El hombre genérico busca en el otro completar la soledad esencial que siente pero (siempre hay un pero) como en todo, hay gradaciones. De esta manera hay quienes fácilmente se sienten completos con solo ser parte de la vida social que los rodea (acá estaríamos ante un hombre al que se podría denominar sociable) y quienes no encuentran fácilmente esa comunión. No se si pude expresar el concepto... parece, otra vez, el dilema del huevo y la gallina... qué es primero? la soledad lo lleva a lo social como necesidad de escapar de ella y eso hace que, depende donde haga el corte, pueda decirse que es sociable o esencialmente solitario

Hay humanos que son como cualquier perro o cualquier margarita, son parte del todo sin esfuerzo alguno (creo que muuuy pocos)... hay otros que son solos, han avanzado mucho por el camino de la individuación y eso los separa como ovejas descarriadas. También creo que estos últimos, de persistir en el camino que eligieron y no los crucifican (por ejemplo), tarde o temprano, terminan siendo perros o margaritas y sintiéndose parte del todo. La gran mayoría, desde mi punto de vista, solo sobreviven en los sitios de temperaturas más agradables sin ser demasiado conscientes de todo lo anterior... lo adivinan allá lejos, pero disparan de eso como de la peste. 
También creo que todas esas divisiones, en realidad son una y la misma cosa si la miramos desde una perspectiva algo más amplia... en fin, un desvarío total en el que intenté explicar un poco lo que creo pero, como siempre pasa, no supe hacerlo con claridad...

Extraído de una "charla" en una red social, con uno de mis interlocutores preferidos...


Principio




"En el principio del Universo... Éramos nosotros.
Antes de todos los principios, y cuando se haya apagado el eco del último final, somos nosotros. Nosotros somos la razón del espacio, los constructores del tiempo. Somos "el puente hacia el infinito"... aprendiendo el AMOR."

"Creemos a veces, que no queda ni siquiera un dragón. Ni un caballero andante, ni una sola princesa deslizándose por secretos bosques, encantando con su sonrisa a los venados y a las mariposas.
Creemos a veces que nuestra era ha dejado atrás toda frontera, ha dejado atrás toda aventura. El destino está lejos por sobre el horizonte; las sombras refulgentes pasaron al galope tiempo ha, y han desaparecido.
Qué gusto equivocarse. Princesas, caballeros, hechizos y dragones, misterio y aventura... no sólo existen aquí y ahora: ¡son todo lo que siempre vivió sobre la tierra!
En nuestro siglo han cambiado vestimentas, por supuesto. Los dragones hoy usan ropajes de gobierno, y trajes de fracaso, y equipos de desastre. Los demonios de la sociedad, bajan en remolino hacia nosotros, si apartamos del suelo la mirada, si osamos girar a la derecha en los recodos donde nos fue ordenado virar hacia la izquierda. Tan hábiles se han vuelto las apariencias que princesas y caballeros pueden esconderse las unas de los otros, y pueden esconderse de sí mismos.

Empero, los que dominan la realidad aún nos salen al encuentro de nuestros sueños, para decirnos que jamás perdimos el escudo necesario para enfrentar dragones, que un voltaje de fuegos azulados ondula por nosotros ahora mismo, para cambiar el mundo tal y como gustemos. La intuición nos susurra, veraz: "¡No somos polvo, sino magia!"

Del libro El puente hacia el infinito, de Richard Bach


Con este libro, hace décadas, fui consciente por primera vez del fenómeno de la sincronicidad. Necesitaba encontrar la explicación a algo que no la tenía y, en una de esas caminatas feroces por La Plata, vi el libro en una vidriera. No lo vi, fue como un rayo que llamó mi atención y sin pensarlo entré y lo compré. En esas páginas, misteriosamente o no tanto, estaba esa respuesta.

La intuición. Esa es la herramienta más precisa de que disponemos para poder vislumbrar algo de lo que sucede tras las apariencias, algo de lo que pone en marcha todo este teatro mágico. Solo la intuición, como un fogonazo, por una milésima de segundo, nos muestra algo de verdad. Pero ese fogonazo es tan fugaz y nuestra curiosidad y deseo de saber es tan enorme, que rápidamente queremos atrapar ese conocimiento en fórmulas y definiciones que nos permitan entender y, sobre todo, reproducir a voluntad. Pero ya esas herramientas no alcanzan y lo tergiversan todo...


viernes, 11 de octubre de 2013

Espontaneidad




"Toda la rutina de la vida, vestirnos y desvestirnos, el trajín del trabajo, llevar a cabo las diversas operaciones, se hacen sin referencia mental al dolor y al placer, excepto en contadas ocasiones. Se trata de actos motor-idea. No respiramos por el placer de respirar, sino que simplemente descubrimos que respiramos. No escribo por el placer de escribir, sino sencillamente porque una vez empiezo, y estoy en un estado de excitación intelectual que me mantiene en marcha, descubro que sigo escribiendo. ¿Quién pretendería que cuando maneja su cuchillo en la mesa, lo hace por el placer que le reporta, o el dolor que debe eludir? Hacemos estas cosas porque no puede ser de otro modo; nuestros sistemas nerviosos están conformados de tal modo que actúan de esta forma; y a la mayoría de nuestros actos al azar o puramente "nerviosos", y pautas de comportamiento programadas, no podemos asignar razón alguna"

William James, extraída del libro Silencioso Tao, de Raymond Smullyan

jueves, 10 de octubre de 2013

El Andariego




Mi corazón al desnudo...

Me quedé enganchado con el signo Lü / El Andariego (hexagrama 56). Una imagen muy linda de la que voy a apropiarme, me gusta, la siento afín.
En el interior Ken, la montaña (la idea, el símbolo, lo más propio), quieta, inamovible, siempre ahí, pese a las vicisitudes de la vida externa que, muchas veces, te zarandean de lo lindo y te hacen perder el foco...
En el exterior Li, el fuego, pero resaltando lo adherente de la llama, su carácter dependiente, lo que se adhiere a aquello que es el combustible y su dependencia del oxígeno. La llama (la realidad, el mundo exterior) es impermanente, fugaz, dependiente...

El Andariego. Éxito por lo pequeño.
Al Andariego la perseverancia le trae ventura.

Un dictamen claro. Dice Wilhelm: Como viajero y extranjero uno no debe mostrarse brusco ni pretender subir demasiado alto. No dispone uno de un gran círculo de relaciones; no hay, pues, motivos para jactarse. Es necesario ser precavido y reservado... El Andariego no tiene morada fija, la carretera es su hogar.
Es un poco "vivir en este mundo sin ser de este mundo", algo que me gusta, que siento mío, aunque haya veces en que las imágenes de este mundo me atrapen irremediablemente con su belleza y su calor, con su promesa de un poco más de magia, con su promesa de hacerme sentir parte, en fin...
El Andariego da en el clavo, definiendo la situación y mostrándome el camino a seguir para que las llamas no me consuman...

No es conveniente para el andariego involucrarse más de la cuenta. No es propicio tender puentes muy sólidos a esa realidad tan cambiante, tan fugaz. No es bueno abrir las puertas de par en par y arriesgarse demasiado. Vuelvo sobre el tema de la sensibilidad para percibir lo exterior, Li, lo adherente y creo que es decisivo

A ver, tengo claro, o creo tenerlo, que todo es una puesta en escena, un "teatro mágico" pero, siempre hay un pero, hay escenas que nos gustan más que otras... que nos implican de una forma que nos hacen olvidar de todo lo que sabemos, de ese frío y calculado conocimiento. Lo sabemos, no debemos creer en la supuesta realidad de eso que nos toca vivir, pero nos queremos perder en esa escena y disfrutarla... porque la serenidad que da la sabiduría es muy linda (y acá estoy suponiendo) pero estamos en el mundo para actuar y, además, en mi caso, me gusta la magia y creerme la puesta en escena... me hace sentir vivo.


Vivir el Presente




"... de la misma manera, cuando nos vemos demasiado aferrados a la vida lo corregimos mediante la comprensión de que no existe nada aparte del eterno presente. Luego, cuando sentimos que ya está bien de eso, nos volvemos a sentir a salvo, libres del momento presente. Y una vez más nos aferramos, o nos involucramos, o nos preocupamos por algún asunto, social, político, amoroso, familiar, erudito, artístico o de lo que sea: volvemos a involucrarnos. Los dos caminos van juntos."

Alan Watts - Vivir el presente

Es eso, solo que en mi caso, siempre fue más seguro no involucrarme. Claro que involucrarse es muy lindo, te hace vibrar y sentir sin restricciones... pero es peligroso, puede ser muy doloroso. Por eso los períodos más largos de mi vida han sido los de aislamiento de ese mundo exterior. Buscaba protegerme de los desencantos, de lo imprevisible... Quería escamotear uno de los polos, a pesar de saber que eso es imposible. 
Cada vez que viví en ese mundo "involucrado" tuve que recibir heridas que no me han hecho fácil la vida. Es verdad que de esos momentos se aprende y uno, de alguna manera, sale fortalecido, pero aún así me sorprende ver que tanta gente que desenvuelva tan libremente y contenta en ese mundo, como si no percibieran ese peligro o fueran insensibles a los desencantos...



miércoles, 9 de octubre de 2013

De la esposa de Pilato a una dama romana




Iba yo paseando con mis doncellas por los huertos de las afueras de Jerusalén cuando lo vi entre unos pocos hombres y mujeres sentados a su alrededor, y les hablaba en un lenguaje que yo solo a medias entendía.
Pero una no necesita de un lenguaje para percibir una columna de luz o una montaña de cristal. El corazón conoce lo que la lengua nunca puede proferir y el oído jamás puede oír.
El hablaba a sus amigos de amor y de poder. Sé que les hablaba de amor porque había melodía en su voz, y sé que les hablaba de poder porque había ejércitos en sus ademanes. Y El era tierno, aunque ni siquiera mi esposo pudo haber hablado con semejante autoridad.
Cuando El me vio pasar, interrumpió un instante su discurso y me dirigió una mirada de amable indulgencia. Y me sentí humillada, y en mi alma supe que había pasado junto a un dios.
Después de ese día su imagen visitó mi intimidad cada vez que me sustraía a la sociedad de hombres y mujeres; y sus ojos buscaban mi alma cuando mis propios ojos estaban cerrados. Y su voz rige la quietud de mis noches.
Estoy por siempre cautiva, y hay paz en mi pesar y libertad en mis lágrimas.
Amiga bienamada, nunca viste tú a ese hombre y nunca lo verás.
El partió mas allá de nuestros sentidos; pero, de entre todos los hombres, El es ahora el más próximo a mí.

Extraído del libro "Jesus, el hijo del hombre", de Khalil Gibran.


Nataniel




Dicen que Jesús de Nazaret era manso y humilde. Dicen que Él, aunque justo y recto, era temeroso, si bien era a menudo tomado por fuerte y poderoso; y que cuando estaba en presencia de hombres de autoridad no era sino un cordero entre leones.
Pero yo digo que Jesús tenía dominio sobre los hombres y que El lo sabía y lo proclamaba entre las colinas de Galilea y en las ciudades de Judea y Fenicia.
¿Qué hombre dócil y blando podría decir: "Yo soy la vida y el camino a la verdad?"
¿Qué hombre manso y humilde podría decir: "Yo estoy en Dios, nuestro Padre; y nuestro Dios, el Padre, está en mí?"
¿Qué hombre inadvertido de su propia fuerza hubiera dicho: "Aquel que no cree en mí no cree en esta vida ni en la vida eterna?"
¿Qué hombre inseguro del mañana proclamaría: "Vuestro mundo pasará y no será más que cenizas dispersas antes de que se extinga el eco de mis palabras?"
¿Dudaba El acaso de sí mismo cuando dijo a quienes querían comprometerlo con una ramera: "Aquel que esté sin pecado que arroje la primera piedra?"
¿Temía a la autoridad cuando echó a los cambistas del atrio del templo, aunque estaban con la licencia de los sacerdotes?"
¿Estaban rotas sus alas cuando dijo a gritos: "Mi reino está por encima de vuestros reinos terrenales?"
¿Estaba El buscando albergue en las palabras cuando repetía una y otra vez: "Destruid este templo y lo reconstruiré en tres días?"
¿Era cobarde El que agitaba su mano en la cara de los poderosos llamándolos "mentirosos, ruines, inmundos y degenerados?"
Un hombre lo bastante osado como para decir estas cosas a quienes gobernaban en Judea, ¿podría ser considerado manso y humilde?
No, por cierto. El águila no construye su nido en el sauce llorón. Y el león no busca su guarida entre los helechos.
Me asquea y se me revuelven las entrañas cuando oigo a los pusilánimes llamar a Jesús manso y humilde para justificar su propia flaqueza; y cuando el humillado, para sentirse consolado y acompañado habla de Jesús como de un gusano que brillara a su lado.
Si, mi corazón se asquea frente a tales hombres. Prefiero llevar mi prédica al cazador vigoroso y al indomeñable espíritu montaráz.

Extraído del libro "Jesus, el hijo del hombre", de Khalil Gibran.




martes, 8 de octubre de 2013

Pecado




"La palabra griega con que en el Nuevo Testamento se designa el pecado es Antinomia o Anomia, que significa errar el punto o, como en arquería, errar el blanco..."

Extraído del libro Nueve Meditaciones de Alan Watts

Muy interesante... errar el punto. 

En el I Ching (y también en los clásicos taoístas) errar el punto es que nuestro accionar no acompañe al devenir universal, a lo que el tiempo "pide". No es una acción definida y fija sino, por el contrario, cada momento requiere acciones diferentes para adaptarse al Tao, ser versátil... y la ley no emana de un centro religioso, o político, sino del propio universo, de la corriente de energía universal y es la misma que mueve todo lo que es. A veces hay que ser yang, a veces yin, otras un poco de cada cosa, todo fluye y se modifica y requiere que estemos abiertos a poder interpretar ese flujo y movernos con él... en él.

Muy interesante...


lunes, 7 de octubre de 2013

Corazón




Extracto del libro "El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas", de Haruki Murakami

—Entonces, ¿tú tampoco entiendes lo que es el corazón?
—No siempre lo entiendo —dije. En ocasiones sólo logro entenderlo mucho después, cuando ya es demasiado tarde. La mayoría de las veces, las personas tenemos que tomar decisiones sin entender nuestro corazón, y esto nos hace titubear.
—A mí me parece que el corazón es algo muy imperfecto —dijo ella sonriendo.
—Sí, también a mí me lo parece. Es muy imperfecto —dije—. Pero deja huella. Y podemos seguir su rastro, del mismo modo que se siguen las pisadas sobre la nieve.
—¿Y adónde conducen?
—A uno mismo —respondí—. El corazón es así. Sin corazón no llegas a ninguna parte.

Si, el corazón es imperfecto... tan imperfecto e inexplicable que uno tiene miedo de seguirlo sin tomar algunos recaudos racionales. Pero, como dice el escrito, deja huella y podemos seguir su rastro. Las huellas que deja el corazón son indelebles, al menos a mi así me parecen o las percibo. En cambio las de la razón son esquivas y volátiles, cambiantes... fáciles de seguir y entender pero a poco que uno empieza a trabajar con ellas, a intentar seguirles el rastro, nos damos cuenta que no podemos fiarnos de ellas, salvo que tomemos la decisión de defenderlas aunque hayan perdido su significado. 
Como el autor del texto, creo que sin el corazón no llegamos a ninguna parte aunque, lo se por haberlo sufrido, tampoco es un guía perfecto. Uno puede perder el rumbo como con cualquier GPS si carga mal las coordenadas o, por un motivo cualquiera, pierde la clave para descifrar los mensajes que nos envía. Aún así me gusta emprender el camino, sobre todo aquel que es ineludible, con la guía del corazón y no de la razón...


Dominar la naturaleza





Viendo un programa en Natgeo Wild, el locutor decía: 
"... en Palaos el hombre no domina a la naturaleza, sino que vive inmerso en ella".






Una expresión típicamente humana pero totalmente equivocada, desde mi punto de vista. El hombre "es" la naturaleza. Cuando analizamos las cosas nos ponemos fuera, pero somos parte, aún con las cosas que más nos cuesta aceptar. No estamos afuera, somos parte, y si, eventualmente, haciendo nuestro papel de hombres, destruimos algo del medio ambiente en el que vivimos, es parte de esa misma naturaleza. No somos extraterrestres ni hijos no deseados de esa naturaleza, somos parte indivisible de ella... con lo bueno y lo malo. Por eso pienso que el universo (o la naturaleza en este caso) no es indiferente a nuestra presencia, como no puede serlo a ninguna de las criaturas que están a bordo de este barco. Estamos por algo y nuestro papel es el que tenemos que jugar y de hecho jugamos, no otro...

Alan Watts decía que nos es fácil aceptar a la casa del hornero (el ave) como natural... o los panales, pero nos cuesta pensar a la vivienda del hombre (sobre todo las que se alejan más de los materiales "naturales", como las de acero y vidrio) como natural. Creo que es parte de la misma deformación del pensamiento... nos ponemos fuera, nos pensamos como si no hubiéramos crecido de este planeta, de este universo...

La Tarde




"Las tardes que serán y las que han sido
son una sola, inconcebiblemente.
Son un claro cristal, solo y doliente,
inaccesible al tiempo y al olvido.
Son los espejos de esa tarde eterna
que en un cielo secreto se atesora.
En aquel cielo están el pez, la aurora,
la balanza, la espada y la cisterna.
Uno y cada arquetipo. Así Plotino
nos enseña en sus libros, que son nueve;
bien puede ser que nuestra vida breve
sea un reflejo fugaz de lo divino.
La tarde elemental ronda la casa.
La de ayer, la de hoy, la que no pasa."

Jorge Luis Borges


domingo, 6 de octubre de 2013

Contrarios




"Por una falsa álgebra, esos imbéciles han creído que existían contrarios. Y el contrario de la demagogia es la crueldad. Cuando la red de relaciones en la vida es tal que si aniquilas uno de los dos contrarios, mueres.
Pues yo digo que lo contrario de cualquier cosa es sólo la muerte.
Así, ese que persigue lo contrario de la perfección.
Y de tachadura, en tachadura, quema todo el texto. Pues no existe nada perfecto. Pero el que ama la perfección, la embellece siempre.
Lo mismo ocurre con quien persigue a lo contrario de la nobleza. Y quema a todos los hombres, pues ninguno es perfecto.
Lo mismo ocurre con el que aniquila a su enemigo. Y vivía de él. Luego, al aniquilarlo, muere. Lo contrario del navío es el mar. Pero él ha diseñado y aguzado la roda y la carena. Y lo contrario del fuego es la ceniza; pero ella vela por el fuego.
Lo mismo ocurre con el que lucha contra la esclavitud, haciendo un llamamiento al odio, en lugar de luchar por la libertad recurriendo al amor. Y como en todas partes, en todas las jerarquías, hay huellas de esclavitud, y como también puedes llamar esclavitud a la función de los cimientos del templo sobre el que se apoyan las piedras nobles que se alzan solas hacia el cielo, te verás obligado, de consecuencia en consecuencia a aniquilar el templo.
Pues el cedro no es rechazo y odio de todo lo que no es cedro, sino rocalla drenada por el cedro y transformada en árbol.
Contra cualquier cosa que luches, el mundo entero se te tornará sospechoso; porque todo puede ser posible abrigo, y reserva posible, y alimento posible para tu enemigo. Si luchas, contra cualquier cosa que sea, debes aniquilarte a ti mismo, pues hay en ti una parte de ella, por muy débil que sea."

Extracto del capítulo CXXI de Ciudadela, de Antoine de Saint-Exupéry.



jueves, 3 de octubre de 2013

Carta a una amiga inventada 3



LA IBENSE
FÁBRICA DE HELADOS FINOS            
CASA CENTRAL            
MÉNDEZ NÚÑEZ, 4

Alicante (noviembre de 1926)


"...Ahora te escribiré una carta mucho más impersonal porque me doy cuenta de que no se puede contar mucho contigo. Necesitas reunir demasiadas condiciones favorables para poder ayudar a alguien. No puedes escribir “porque sí”, ya habías intentado explicarme esto, pero yo no lo había entendido. 

Yo no sé muy bien por qué escribo. Tengo mucha necesidad de un amigo a quien confiar las cositas que ocurren. Con quien compartir. No sé por qué te he escogido a ti. Me resultas tan extraña. Mi papel rechaza las frases. Ya no puedo imaginarte, inclinado el rostro, leyendo, comunicarte generosamente mi sol, mis pastelitos, mis sueños. Escribo lentamente una carta, como para despertarme, sin creer demasiado en lo que hago. Posiblemente me escriba a mí mismo.

Y tú no me comprenderás, ni nadie. Quisiera obligar a alguien a que me comprendiera. ¿Por qué tienes que ser tú, si te da igual, si estarás distraída?

Esto me recuerda un rostro. Acababa de decir algo tan esencial para mí, tan ansioso, que miraba como mi pensamiento se continuaba bajo este rostro. Leía en sus muecas todo lo que mi pensamiento despertaba en él. De golpe vi como se desvanecía en la arena. No dejaba tras de sí ni rastro de placer, ni rastro de fastidio, ni esfuerzo por comprender. Sentí el momento exacto de la distracción. Una distracción tan veloz que tenía un sentido y soñé con esta expresión maravillosa: “apartar una nube de su frente”. Un campo de trigo bajo una luz cambiante.      

Me llevo a Nietzsche bajo el brazo. Me gusta inmensamente este tipo. Y esta soledad. Me echaré en la arena, en Cap Juby y leeré a Nietzsche. Tiene cosas que adoro: “Mi corazón en el que se consume mi verano, este verano corto, cálido, melancólico y feliz...” Quisiera que compartieras esta pasión, pero tú no compartes gran cosa."                                                                 

Antoine


No pienso que vayas a contestarme esta carta porque, si me escribiste ayer, ya has cumplido con tu deber

De Cartas a una amiga inventada, Antoine de Saint-Exupéry


Carta a una amiga inventada 2




SOCIÉTÉ ANONYME
DES GRANDS CAFÉS DE TOULOUSE                        
15, PLACE WILSON

Café Restaurante Lafayette,

(octubre de 1926)         


Heme aquí en Toulouse, Rinette. De los días pasados en París guardo un pobre recuerdo. Visitas, compras, el examen. Desmontar mi habitación del hotel. Transportar con dificultad maletas demasiado pesadas, llenas de libros y de los objetos más inverosímiles de los que no me he sabido desprender. Una prensa de grabados, un aparato de liar cigarrillos que no me servirán nunca de nada pero que de repente creí muy necesarios. Y luego, imprevistamente, quince minutos vacíos antes de tomar el tren. Quince minutos muertos.        

Este atardecer en el que me sentía lejos de todo. Eusebio se escapaba hacia Fontainebleau, M... iba al cine, tú, al concierto. Me encontraba solo en el quai Malaquais, cerca de un teléfono muerto. Tenía mi sombrero y mi abrigo y me sentía —por tenerlos encima, sentado en un sillón— terriblemente incómodo.        

Ahora puedo sentarme, por fin, tranquilamente, junto a ti. Cosa que no me permitiste en tu casa. Y me reprochabas que no hiciera caso a toda aquella gente de la que me burlo soberanamente y que me robaban tu presencia —no sé expresar muy bien mi rencor—. Quizá por encontrarte siempre tan poco generosa de tu presencia. Pereza de escribir: claro. La pereza se siente cuando no se tiene nada que decir. Si a uno le gusta ver a la gente en grupo, es igual. Y yo que voy con todo mi bagaje y ni siquiera puedo abrirlo. Sería tonto reprocharte nada, es culpa mía por ir con todo ello.        

Además esta noche siento una serenidad filosófica en la paz de mi alejamiento. Y tengo la gripe por añadidura. La fiebre me envuelve en una agradable sensación. Un poco de dolor de cabeza, sólo lo justo para poder compadecerme a mí mismo.        

Y vengo a sentarme a tu lado, cosa que sin duda tampoco permites. Te incordia. Pero a mí me da igual. Esta noche te fabrico a mi gusto y no sabes qué amable me estás resultando. En el fondo éstas son las únicas conversaciones que tengo contigo. Las que yo mismo invento. Y tienes una inteligencia, y una paciencia: ¡lo entiendes todo! Y yo me vuelvo hablador: es maravilloso. De qué forma me tomo la revancha con mi amiga inventada.        

Quizá sea porque te invento por lo que me importas tanto. A veces, sin embargo, cuadras con la imagen que me he hecho de ti. En todo caso la fomentas. Tu tarde de música da mucha vida a esta amiga que tengo esta noche. Tienes un poco de mezcla de Offenbach. Tienes las tonalidades de las pantallas. No te quejes, no está mal. Además, no es de tu incumbencia.        

En el fondo te estoy escribiendo todo esto —que es verdad— con el placer de incordiarte. En otra ocasión me sentiría triste. Pero la gripe de esta noche ha destruido la importancia de las cosas. No me siento capaz de soportar un alto grado de melancolía. Se me hace más fácil el decirte que no eres muy buena persona. Lo digo con malicia, sin amargura— no te gusta dar motivos de amargura (no te gusta dar nada en absoluto).        

Ya sé que existen personas que se sienten mal cuando se dan cuenta de que han dado demasiado de sí mismas. Les parece un abuso de confianza o una traba para su independencia. ¡Qué sé yo! Es curioso. Te imagino un poco así. Es una gran desfachatez por mi parte el sentarme ante ti esta noche y tenerte prisionera — ¡qué suerte! Y pronto prisionera en el Senegal, ¿te das cuenta?        

Es una lástima que a veces seas capaz de causarme pena —y que yo sepa protegerme tan mal. Tu imagen esta noche es muy ligera. Si escribiera versos diría cosas hermosas. Diría: “Tu imagen —punto y aparte— tiene la gravidez de una paloma...” Es maravilloso. Y agradable. No sé si te das cuenta del encanto que tiene. Este pájaro, concebido como algo fugaz. Se sopla “Pfff...” y desaparece. Por desgracia a veces se convierte en un adoquín. Ante mi buzón bien que soplo “Pfff...”, pero el adoquín es pesado.        

Eso es todo. Peor para ti, vaya carta. De todas formas no está dirigida a ti. Tengo pleno derecho a conversar conmigo mismo. He deshecho un poco mis maletas, pero haciendo trampa.        

Ahora, si esperas que te diga qué día me marcho, el tiempo que hace o el menú de mis comidas, esperarás en vano. En St.-Maurice tengo un baúl enorme. Desde que tenía siete años sepulto en su interior mis proyectos de tragedia en cinco actos, las cartas que recibo, mis fotos. Todo lo que me gusta, todo lo que pienso y todo lo que quiero recordar. Alguna vez lo esparzo todo sobre la alfombra. Echado boca abajo vuelvo a mirar cantidad de cosas. No hay otra cosa en mi vida que tenga importancia más que este baúl.        

Todo lo demás, el tiempo que pueda hacer, el menú de mis comidas, lo que será de mí en el futuro, me da absolutamente igual.        

No tengo nada más que decirle a tu imagen... 
                                                                       

Antoine

De Cartas a una amiga inventada, Antoine de Saint-Exupéry


Carta a una amiga inventada




Hotel Excelsior

Place de France

Casablanca

 (14 de enero de 1927)

Dejé Toulouse por un día, Rinette y he aquí que estoy navegando a la buena de Dios desde hace cinco. No sé ya con exactitud dónde me encuentro. Ayer almorcé en Alicante y cené en Málaga. Quizá en Toulouse haya una carta tuya esperándome. Estará madurando dulcemente en mi buzón. Le encontraré un sabor delicioso y le haré decir mil cosas que tú nunca me has dicho.

Porque leo las cartas a traición. Busco en ellas la mueca, la entonación, la sonrisa. Me desespera no encontrar el matiz exacto de “hace buen tiempo”, ¡puede querer decir tantas cosas! “Llueve”, también. Puede querer decir: “¡Qué alegría! Llueve. Llueve pero no me importa…”, o bien: “Por Dios, cuánto me fastidias”. O también: “No sé por qué no te escribo. No tengo nada que decirte. Llueve”.

Es en el tono donde hago trampa.

Seguro que hay una carta para mí en Toulouse.

 Y habrá también camisas y cuellos limpios, y pañuelos. Y jabón, claro está. No me llevé más equipaje que un cepillo de dientes y un peine. (Un peine para dos. Me encanta esta precisión). Me bastaba para Perpignan, a donde iba. Pero estoy a merced de los vientos y sueño con ropa limpia, agua de colonia, cuartos de baño. Montones de cosas perfumadas. Necesito que me planchen. Estoy lleno de grasa y todo arrugado por la fatiga.

Pero estoy peinado con una raya magnífica. Aprovecho mi peine.

El vuelo de esta tarde me desfila todavía por la mente a causa de mi derrengamiento. Las discusiones con el paisaje. Esta carretera, según el mapa, debería cruzar la vía del ferrocarril. La intersección es un punto de referencia. Pero se acerca, la roza, se separa. Se ríe de nosotros, del mapa, y le chillamos: “¡Mira que te cuesta! Hala, atraviésala…” Indignada, se escapa por la izquierda. ¿Dónde diablos nos encontramos?

Y el bosque que creíamos espeso. El bosque que sobre el mapa hace una hermosa mancha verde. Lo buscamos, pero está ahí. “Ah, ¿eres tú el bosque? Nunca lo hubiera creído. Estás apolillado”. Y miramos melancólicamente hacia este felpudo desguarnecido que sobre el mapa es de color verde.

No te hablo de los hostiles dioses de las montañas. Nos presentamos para poder pasar. Subimos a tres mil, qué orgullo. Pero los dioses hostiles nos tiran de los pies y el altímetro baja “3.000… 2.500… 2.000… 1.500… 1.000…” y nosotros también bajamos, y nos damos media vuelta porque las montañas son ahora más altas que nosotros y los dioses hostiles se ríen. Y buscas la salida por el valle con la misma comodidad que una tortilla en la sartén, porque aquellos dioses hostiles juegan al tenis, pero contigo.

Ayer por cinco veces seguidas saqué la cabeza por encima del plano superior. Una pasajera estuvo a punto de desmayarse. No es en absoluto igual que Le Bourget…

Luego, durante algún tiempo no se sienta uno más que con una fingida sonrisa.

Estoy borracho de sueño, Rinette, me muero de sueño, me caigo de sueño. Cada frase que digo termina en un sueño y tú no eres más que una cara de este sueño. Me desespero de no poder dejar en claro nada de lo que creo que te estoy diciendo. Ya no estoy seguro de si estoy en Casablanca. No estoy seguro ya de que existas. Deja que vaya a acostarme o me dormiré en tu presencia, lo cual no sería cortés.

Rinette, ya no puedo más. He sido un héroe al escribirte.


Antoine



De Cartas a una amiga inventada, Antoine de Saint-Exupéry


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...