domingo, 28 de abril de 2013

A modo de justificacón





...que todo lo que está reflejado en este cuaderno de notas... escritos, más ajenos que propios, con una estructura que alguien podrá reputar como caótica y sin ilación,  solo puede ser decodificado con una clave que ni yo mismo conozco. 
Tomados en forma individual, son solo instantáneas de momentos, estados de ánimo, ideas,  que no tienen otra finalidad que esa, reflejar el momento en que fueron plasmadas y luego volver al caos original del que las rescaté para que me revelen algo que intuía…
Sobre la figura final que formen estas ideas tomadas en conjunto, no tengo mucho para decir, salvo que no es un objetivo prefijado de manera consciente por mi, no es un propósito, aunque probablemente, el lector que siga estos textos en su totalidad o parcialmente, siguiendo el orden cronológico o un orden aleatorio, podrá armar una figura que le permita una definición más precisa de lo que, para mí, es eso, solo un cuaderno de viajes...


Una hechicera, compañera del camino, definió así este espacio:

"Tegularius comparte lo que encuentra viviendo, como cuando cazábamos y compartíamos la presa con los niños, los ancianos y los desafortunados. Es el hexagrama 58, el último de los dobles."


Me encanta esa definición, creo que refleja en gran medida el espíritu detrás de las apariencias, el vacío tras las máscaras que siempre ha sido mi brújula en la búsqueda.

Dice Wilhelm: 
"Tui significa la hija menor y tiene por imágen el lago sonriente y su atributo es la alegría. La alegría no se funda, como bien podría parecer, en la blandura que se destaca en la línea superior. La cualidad del principio blando, o bien oscuro, no es la alegría, sino la melancolía. Antes bien, la alegría se funda en que en lo interior haya dos trazos fuertes que se manifiestan por mediación de la blandura.
La verdadera alegría se basa pues en la condición de que por dentro haya firmeza y fuerza, y que en estas cualidades, hacia afuera, se presenten con suavidad y dulzura."

La imagen del signo dice:
Lagos que reposan uno sobre otro: la imagen de Lo Sereno.
Así el noble se reúne con sus amigos para la discusión y la ejercitación.

Que otra cosa que eso es este cuaderno? Cada nota, cada escrito es un ejercicio de poner en palabras lo esquivo de las cosas sentidas, intuidas. Un intento de atrapar lo indefinible en una trama legible, que me permita definir esto que vivo.
El hexagrama está formado por dos trigramas Tui, que es la boca, es abierto. La comunicación abierta. La comunicación abierta a la discusión, al intercambio, a la generación de nuevos caminos desde los que abordar lo que intuimos.

Marta, la hechicera, dice:
"Tui es un signo femenino, es la hija menor de Lo Creativo y Lo Receptivo.
Se dice que Lo Creativo -el cielo, el padre-, busca en el interior de Lo Receptivo -la tierra, la madre, para originar las tres hijas: Sun, el viento; Li, el fuego; Tui el lago. En este hexagrama están presentes las tres hijas, es como una reunión de mujeres jóvenes y alegres. O un harén
Las hijas son terrestres, estaban prefiguradas allí, como a la espera de lo Creativo."

Me gusta eso de femenino y terrestre. Creo que refleja el espíritu de este intento que no pretende ser un sitio donde se vuelcan respuestas definitivas (esto sería más yang, masculino, creativo), sino un sitio donde me gusta compartir las piezas sueltas que esperan ser fecundadas por la idea, esos fragmentos que, sin conseguirlo, intentan formar el todo...


Dos tipos




Extracto de una clasificación de los tipos humanos hecha por Hermann Hesse, que forma parte de una consideración mucho más amplia, pero que me parece muy interesante. El sesgo que pueda generar la arbitrariedad del recorte, es de mi entera responsabilidad y, por supuesto, está dictado por mis intereses.


"El razonable no cree en nada tanto como en la humana razón. No la considera como un bello don, sino simplemente como el más excelso.
 El razonable cree poseer en sí mismo el sentido del mundo y de su vida. Traduce el aspecto de orden y finalidad que tiene una vida razonablemente ordenada al mundo y a la Historia. Por eso cree en el progreso. Ve que los hombres pueden disparar mejor y viajar más deprisa que antes, y no quiere ni puede ver que estos progresos se enfrentan a mil otros retrocesos. Cree que el hombre de hoy está más desarrollado y más alto que Confucio, Sócrates o Jesús, porque el hombre de hoy ha perfeccionado ciertas capacidades técnicas. El razonable cree que la Tierra ha sido entregada al hombre para su beneficio. Su enemigo más temible es la muerte, el pensamiento en la caducidad de su vida y de su obra. Evita pensar en ello, y cuando no puede sustraerse al pensamiento de la muerte, se refugia en la actividad y opone a la muerte un redoblado esfuerzo mediante los bienes, los conocimientos, las leyes y un dominio más racional del mundo. Su fe en la inmortalidad es la fe en aquel progreso; como miembro activo de la cadena eterna del progreso, se cree preservado de la completa desaparición.
 El razonable se inclina ocasionalmente al odio y a la indignación contra el piadoso, que no cree en su progreso ni que estén en camino las realizaciones de su ideal racional. Piénsese en el fanatismo de los revolucionarios, recuérdense las manifestaciones de violenta impaciencia contra los que tienen otras creencias de los autores progresistas, democrático-racionalistas, socialistas.
 El razonable parece estar más seguro en la vida práctica de su fe que el piadoso. Se siente, en nombre de la diosa Razón, autorizado para mandar y organizar, para oprimir a sus semejantes, a los que cree administrar solo bienes: Higiene, Moral, Democracia, etc.
 El razonable aspira al poder, aunque no sea más que por conseguir el bien. Su mayor peligro reside en su aspiración al poder, en el abuso que hace de él, en querer mandar, en el terror. Trotsky, que no podía soportar el ver apalear a un aldeano, permitió sin escrúpulos que murieran cientos de miles de hombres por amor de su idea.
 El razonable se enamora fácilmente de su sistema. Los razonables, dado que buscan y tienen el poder, pueden no solo despreciar y odiar a los piadosos, sino también perseguirlos, procesarlos y matarlos. Se justifican diciendo que tienen el poder y lo emplean para el bien, y tienen derecho a usar todos los medios, incluso los cañones. El razonable puede dudar ocasionalmente, cuando la Naturaleza y lo que él llama necedad cobran fuerzas. Puede padecer dolorosamente a veces bajo lo que debe perseguir, castigar y matar.
 Sus momentos culminantes son aquellos en que, a pesar de todas las contradicciones, siente profundamente en sí la creencia de que en el fondo la razón está de acuerdo con el espíritu que crea el mundo y le rige.
 El razonable racionaliza al mundo y le hace violencia. Siempre está propenso a la seriedad sañuda. Es educador.
 El razonable está siempre dispuesto a desconfiar de sus instintos.
 El razonable se siente inseguro siempre frente a la Naturaleza y el Arte. Tan pronto los mira despectivamente por encima, como los supervalora fanáticamente. El es quien paga millones por las obras de Arte o establece reservas para los pájaros, las fieras o los indios.
 El fundamento de la fe y del sentimiento de la vida entre los piadosos es la veneración. Se manifiesta, entre otros, por dos caracteres principales: por un vigoroso sentido natural y por la creencia en una ordenación del mundo suprarracional. El piadoso considera la Razón como un bello don, pero no ve en ella un medio suficiente para el conocimiento o para el dominio del mundo.
 El piadoso cree que el hombre es una pieza al servicio de la Tierra. El piadoso, cuando le asalta el horror de la muerte y de la caducidad, se refugia en la creencia de que el Creador (o la Naturaleza) tiende también a sus fines con estos medios, horrorosos para nosotros, y no considera una virtud el olvido o la pugna con el pensamiento de la muerte, sino el abandono estremecido, pero reverente, a una voluntad superior.
 No cree en el progreso, ya que su modelo no es la Razón, sino la Naturaleza, y ya que no puede distinguir ningún progreso en la Naturaleza más que un agotarse y realizarse de fuerzas infinitas sin fin cognoscible.
 El piadoso es dado ocasionalmente al odio y al resentimiento contra el razonable; la Biblia está llena de crasos ejemplos de rebelde indignación contra el incrédulo y los ideales mundiales. No obstante, el piadoso también experimenta en muy raros y altos instantes el relámpago de aquel acontecimiento espiritual, que le procura la fe, que le obliga a todos los fanatismos y salvajismos de los razonables, a todas las guerras, a todas las persecuciones y esclavitudes en nombre de un alto ideal, con miras a cumplir los designios de Dios.
 El piadoso no aspira al poder, le horroriza tener que forzar a otros. No quiere mandar. Esa es su mayor virtud, Por esto es con frecuencia demasiado tibio en el trabajo por alcanzar las cosas dignas realmente de ser apetecidas, se entrega fácilmente al quietismo y a la contemplación de su ombligo. Se contenta frecuentemente con la defensa de su ideal, sin esforzarse por su realización. Puesto que Dios (o la Naturaleza) es más fuerte que nosotros, no quiere intervenir.
 El piadoso se apasiona fácilmente por la Mitología. El piadoso puede odiar o despreciar, pero no persigue ni mata. Nunca será Sócrates o Jesús un perseguidor ni un matador, sino siempre un sufridor. En cambio, el piadoso incurre, a la ligera frecuentemente, en no menos grandes responsabilidades. Es responsable no solo de su tibieza en te realización de las buenas ideas, sino también de su propia ruina y de la culpa que el enemigo merece por su muerte.
 El piadoso hace mitología del mundo y a menudo lo toma poco en serio. Es propenso a jugar. No educa a los ojos, sino que los glorifica. El piadoso está siempre dispuesto a desconfiar de su razón.
 El piadoso se siente siempre seguro y como en su casa frente a la Naturaleza y al Arte, por eso siempre se siente inseguro frente a la educación y la Ciencia. Tan pronto las desprecia como estúpidos instrumentos y las agravia, como las encarece supersticiosamente. En un caso extremado de choque: si un piadoso cae en la máquina -razón y muere en un proceso o en una guerra, en la que participa en contra de su voluntad y a las órdenes del razonable, en un caso semejante ambos partidos son culpables. El razonable tiene la culpa de que haya fusilamientos, cautividad, guerra y cañones. Pero el piadoso no ha hecho nada por evitarlo. Los dos procesos de la Historia Universal en los que más claramente y con mayor fuerza simbólica que nunca es muerto un piadoso por los razonables, los procesos de Sócrates y del Salvador, muestran momentos de una horrible ambigüedad. ¿No hubieran podido encontrar los atenienses y Pilato con toda facilidad el gesto con que liberar al encausado sin pérdida de su prestigio? ¿Y no hubieran podido Sócrates y Jesús impedir la tragedia a poco que se lo propusieran, en vez de dejar ser culpable al enemigo, con cierta heroica acerbidad, y triunfar sobre él con su muerte? Así es en verdad. Pero las tragedias no se pueden evitar, pues no son desgracias, sino choques de mundos opuestos.
 Si en los párrafos precedentes coloco siempre al piadoso frente al razonable, es para que el lector pueda percatarse de la significación puramente psicológica de estas denominaciones. Naturalmente que los piadosos han empuñado bastante a menudo la espada y que los razonables han sangrado (tal vez durante la Inquisición). Pero, naturalmente, al hablar de piadosos no me refiero a los sacerdotes, como al hablar de razonables no aludo a los que sienten gozo en pensar. Cuando el Santo Oficio español quemaba a un librepensador, el inquisidor era el razonable, el organizador, el poderoso, y su víctima era el piadoso.
 Por lo demás, a pesar de ciertos extremismos de mi esquema, nada más lejos de mi intención que discutir al piadoso la inteligencia, y al razonable la genialidad. En ambos campos prospera el genio, el idealismo, el heroísmo, el espíritu de sacrificio. A los razonables Hegel, Marx (y hasta Trotsky también) les tengo por genios. Por otra parte, un piadoso y desvalido como Tolstoi ha ofrecido con todo el mayor sacrificio al realizar.
 Generalmente, me parece ser un signo distintivo del hombre genial, que represente verdaderamente a su tipo como ejemplar singularmente logrado, pero mostrando en sí, al mismo tiempo, un secreto anhelo del polo opuesto, un sereno aprecio del tipo contrario. El hombre que no es más que número no es nunca genial, lo mismo que el hombre que no es más que opinión. Muchos hombres excepcionales parecen oscilar entre ambos tipos fundamentales y estar dominados por dones profundamente contrapuestos, que no se ahogan mutuamente, sino que se refuerzan; entre los numerosos ejemplos de estos tenemos a los matemáticos piadosos (Pascal).
 Y así como los genios piadosos y los genios razonables se conocen bien entre sí, se aman mutuamente en secreto, son atraídos unos por otros; el más elevado suceso espiritual de que somos capaces los hombres es también siempre la reconciliación entre la razón y la veneración, el reconocerse como iguales las mayores antinomias."

Hermann Hesse

De las cuatro dependencias





Hay cuatro cosas de las cuales dependen la mayoría de los hombres, que todos codician: larga vida, fama, rango y honores, dinero y bienes.
El continuo deseo de estas cuatro cosas es el motivo principal de que los hombres teman al Demonio, de que se teman unos a otros, de que sientan angustia ante los poderosos y temor al castigo. Sobre este cuádruple temor y dependencia se asienta todo Estado.
Los hombres que sucumben a estas cuatro apetencias viven como insensatos. Les es indiferente que se les mate o se les perdone la vida: ¡el destino les viene impuesto a estos hombres desde fuera!
Pero a quien ama su destino y se sabe identificado con él, ¿qué le importa una vida larga, la fama, el rango o la riqueza?
Los hombres de esta clase llevan la paz dentro de sí. Nada en el mundo puede amenazarlos, nada puede serles enemigo. Llevan el destino en su interior.

Yang Tschou



El Huerto de Getsemaní




"Cuando alguna asociación de ideas me lleva al concepto Jesús o la palabra Jesús, me impresiona la vista o el oído; en los primeros momentos no veo nunca a Jesús en la Cruz, o a Jesús en el desierto, o a Jesús haciendo milagros, o resucitando, sino que le veo en el momento en que apura el cáliz de la soledad en el Huerto de Getsemaní, cuando le desgarra el alma el dolor de tener que morir y del sublime renacer, y cuando, en una última y conmovedora necesidad infantil de consuelo, se acerca a sus discípulos buscando un poco de calor y contacto humano, una fugaz y noble ilusión en medio de su soledad sin esperanza; ¡y los discípulos duermen! Allí están acostados: el valeroso Pedro, el hermoso Juan, todos juntos, toda aquella buena gente a la que Jesús suele ilusionar de buen grado una y otra vez, cariñosamente, a la que ha comunicado sus pensamientos, parte de sus pensamientos, como si ellos comprendieran su lenguaje, como si fuera posible, en realidad, comunicar sus pensamientos a estas gentes, despertar en ellos vibraciones gemelas, encontrar en ellos algo así como comprensión, afinidad, continuidad. Y ahora, en el momento de insoportable tormento, se vuelve hacia estos compañeros, los únicos que tiene, y está tan abierto, es tan enteramente hombre, sufre tanto, que quisiera tenerlos más cerca que nunca para encontrar en la palabra más simple, en el gesto amistoso de cualquiera de ellos, algo de consuelo y fortalecimiento; pero no, no están allí, duermen, roncan. Este terrible instante quedó impreso profundamente, no sé por qué causa, en los primeros años de mi juventud, y, como he dicho, cuando pienso en Jesús surge indefectiblemente el recuerdo de este momento."

Hermann Hesse


Mi Credo

Hermann Hesse




"El credo al que me refiero no es fácil de expresar en palabras. Podría explicarlo así: creo que, a pesar de su aparente absurdo, la vida tiene sentido, y aunque reconozco que este sentido último de la vida no lo puedo captar con la razón, estoy dispuesto a seguirlo aun cuando signifique sacrificarme a mí mismo. Su voz la oigo en mi interior siempre que estoy realmente vivo y despierto. En tales momentos intentaré realizar todo cuanto la vida exija de mí, incluso cuando vaya contra las costumbres y leyes establecidas. Este credo no obedece órdenes ni se puede llegar a él por la fuerza. Sólo es posible sentirlo"


sábado, 27 de abril de 2013

El café pendiente





"Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas.:- Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres "pendientes". Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van.
Pregunto:- ¿Cuáles son esos “cafés pendientes”?
Me dicen:- Espera y verás
.Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés - pagan normalmente.
Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:- Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan. Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja:-
¿Tienen algún "café pendiente"?

(Este tipo de caridad, por primera vez apareció en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no sólo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha salido de las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo)

Extraído de http://www.facebook.com/sherezade.suenosutopias

Destino?




Ni el amor ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos estan misteriosamente reservados. ¡ Cuantas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubieramos pertenecido a la misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro! nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino..."



Ernesto Sábato, La Resistencia

viernes, 26 de abril de 2013

Tangible e intangible




Un tema que me ocupa es la relación de lo tangible con lo intangible, lo que hay detrás de la apariencias de las cosas, el vacío que genera las formas. Esa es la materia sobre la que me gusta pensar, lo que intuyo y me gusta tratar de expresar... y no sabría decir porqué.

"Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón"

Esta frase es de Antoine de Saint-Exupéry. Es precisa y a la vez muy poética, cálida.



"Unimos los radios en una rueda,
pero es el agujero central
lo que permite que el carro se mueva.

Torneamos la arcilla para hacer una vasija,
pero es el vacío interno
lo que contiene aquello que vertemos en ella.

Hincamos estacas para construir una cabaña,
pero es el espacio interior
lo que la hace habitable.

Trabajamos con el Ser,
pero es el No-Ser lo que usamos"

Esta otra es de Lao Tse. Un poco más fría e impersonal, más filosófica, pero volvemos a la preeminencia del vacío sobre lo tangible.



"Las escuelas comenzaron con un hombre, que no sabía que era un maestro, discutiendo bajo un árbol sus experiencias con unos pocos que ignoraban, a su vez, que eran estudiantes. Estos últimos, reflexionando sobre lo que se había discurrido y sobre lo útil que les había resultado la presencia de este hombre, aspiraron entonces a que sus hijos también escucharan a un hombre semejante. Pronto se erigieron los espacios y aparecieron las primeras escuelas. La aparición de la escuela era inevitable porque formaba parte de los deseos del hombre.
Nuestros vastos sistemas educativos, ahora institucionalizados, surgieron de esas pequeñas escuelas, pero el espíritu de sus comienzos se ha olvidado. Los locales que requieren hoy nuestras instituciones son estereotipados y faltos de sugerencias. Las aulas uniformes, los corredores con sus armarios y el resto de las dependencias están dispuestos por el arquitecto en procura de una respuesta supuestamente funcional, que no exceda los límites métricos y presupuestarios rígidamente impuestos por las autoridades. Estas escuelas, aunque agradables, son pobres de arquitectura porque no reflejan el espíritu de ese hombre que enseñaba bajo el árbol...
... Es bueno para la mente volver a los comienzos, porque el comienzo de toda actividad estable del hombre es su momento más maravilloso. En él se encuentra todo su espíritu y su riqueza, y es en él donde debemos buscar constantemente inspiración para resolver nuestras necesidades actuales...
... La institución es la autoridad que nos expone las necesidades a las que debemos responder. Una escuela, un diseño específico, es lo que la institución espera de nosotros. Pero Escuela - el espíritu Escuela, la esencia de la voluntad de ser - es lo que el arquitecto debe expresar por medio de su diseño.
Esto es lo que distingue al arquitecto del mero diseñador."

Lo anterior es de Louis Kahn, un arquitecto inspirador, un gran maestro, en mi opinión, uno de esos tipos especiales que de tanto en tanto, dejan mojones que son como faros, de tan luminosos...

Lo intangible tras las formas, el "espíritu" tras las formalizaciones, el "vacío" que da forma a lo mensurable...


Tigre de Piedra




Nichiren Daishonin enseña: 

“El general Li Kuang, cuya madre había sido devorada por un tigre, disparó una flecha a la piedra que creyó era el tigre. La flecha penetró la piedra. Pero cuando se dio cuenta de que era una piedra, fue incapaz de traspasarla de nuevo. Más adelante fue conocido como el general Tigre de Piedra”.



lunes, 22 de abril de 2013

Forma




"Lo que realmente importa es nuestra forma
¿Qué es lo que permite reconocernos después de un tiempo de no habernos visto? ¿Acaso no es la forma? Cuando volvemos a encontrarnos con alguien al cabo de unos cuantos años, "la substancia" que anteriormente conocíamos habría desaparecido casi por completo. Del mismo modo, la cascada que contemplo ahora ya no es la misma cascada que contemplaba hace tan solo unos segundos. El agua de la corriente se renueva de continuo, pero lo hace de la misma forma y siguiendo la misma pauta que antes. Lo mismo ocurre cuando les veo a ustedes por segunda vez ya que, aunque los átomos que les componen sean completamente nuevos para mí, siguen organizándose en función de la misma pauta. Es por ello que la pauta es lo que importa."

Del libro "Taoísmo", de Alan Watts.

Cuántas veces nos encontramos con alguien a quien no vemos desde hace años y decimos: "estás igual". Frase hecha si las hay, parece casi un cumplido, un guiño benevolente para ese a quien los años, evidentemente, le han dejado marcas imborrables, pero, sin embargo, es real que "está igual". Es eso que Watts denomina la "pauta" bajo la que estamos organizados, lo que permanece inalterado. Inclusive esa pauta que nos define se puede reconocer en los hijos de cada uno de nosotros, aunque las diferencias físicas, muchas veces, son considerables. 
Esa pauta, que es imposible de definir racionalmente, utilizando cualquiera de las herramientas que nos hemos procurado en nuestra impresionante evolución, es fácilmente reconocible de una manera "automática", sin participación de nuestro consciente y sus herramientas. No podemos definir cómo, pero ahí está. Muy interesante este tema...
Días atrás recordaba a Louis Kahn, un arquitecto que me encanta, y uno de sus libros se llama "Forma y Diseño", donde habla de esas formas edilicias básicas que están en el inconsciente colectivo, los arquetipos... muy impresionante


martes, 16 de abril de 2013

Notas dispersas


Casa en la que viví, en La Plata, en 1986 (época de las notas). Calle 6 esq. 69


Buscando lo absoluto, se pierde lo presente.
Buscando la verdad, lo oculto tras las apariencias, uno se condena a la soledad y a la desesperación.


Solo el supuesto de un sentido es lo que nos afana en esta búsqueda. Solo un supuesto es lo que nos mueve en esas direcciones no conocidas y que esperan ser sondeadas.
Extrañamos una presencia que no conocemos, que aún quizás no exista, pero intuimos cuando nos sentimos vivos. Tendemos a algo así como una "casa", a esa tranquilidad hecha de ausencia de preguntas que nos sumergen en la oscuridad y la desesperación. A esa sensación de seguridad de una familia reunida alrededor de la mesa tendida para la cena, al final de la jornada.


Extrañas la magia y está bien.
Extrañas un lugar que sacuda tu interior. Pero recuerda que tú eres el mago.
Recuerda que eres el que pone las cosas en escena.
Si no hay magia... ¿No es, quizás, porque faltas tú?


En aquellos días caminábamos por esa ciudad aún desconocida, a pesar del tiempo vivido en ella.
Cuatro años no habían logrado dejar una impronta legible en el corazón. No éramos habitantes, solo éramos fugaces visitantes a los que una diligencia impostergable había anclado, por poco tiempo, a esta gran habitación de hotel... Mañana, al levantarnos, pagaríamos las cuentas y levantaríamos vuelo, no se a dónde, pero volaríamos...


"... voy a buscar eso que necesito para vivir, ese vacío tras la máscara. Siento que ya no puedo esperar más y seguir viviendo entre dos aguas..." decía la carta que encontré sobre la mesa, al llegar a casa aquella noche.


"¡Recuerda que eres libre!¡Infinita y trágicamente libre!
Tu libertad no tiene límites reales. Eres libre en la medida que quieras serlo o, mejor aún, en la medida que soportes serlo"


Porque se me ha revelado que la libertad es un monstruo muy astuto. Y que, hablando con su discurso cautivador, seduce a quien está hambriento de conocerse y aún a aquellos que solo persiguen una vida cómoda y sin responsabilidades.
Se me ha revelado que aquello que tanto se valora hoy día es aquello mismo que ha de llevarnos insensiblemente a la muerte.
Hoy se quiere ser libre. Ya nada debe ser tan importante como para crear un lazo que nos inmovilice y nos quite, en ese tiempo, algo nuestro.
Se es tan libre que ya nada nos alegra demasiado ni nos hace sufrir demasiado.
Ya nada de lo que hacemos tiene nuestro corazón entre sus fibras.



Mi corazón al desnudo:

Notas registradas en los inicios de una búsqueda que cambió mi vida.
Registros del sendero recorrido en aquellos años de tantear a ciegas tratando de revelar una verdad esquiva.




sábado, 13 de abril de 2013

El país de los sueños




El maestro solía dormir todas las tardes una siesta, y al preguntarle sus alumnos por qué lo hacía, el respondía:
-Voy al país de los sueños para encontrarme con los antiguos sabios, como solía hacer Confucio.
Esto mismo hacía Confucio, y luego les relataba sus experiencias a sus seguidores.
Un día de mucho calor, algunos discípulos se adormecieron y el maestro les regañó, a lo que éstos alegaron:
-Fuimos al país de los sueños para encontrarnos con los antiguos sabios, como solía hacer Confucio.
-¿Y cuál fue el mensaje de esos sabios?- inquirió el maestro.
-Fuimos al país de los sueños y al encontrarnos a los antiguos sabios les preguntamos si nuestro maestro iba ahí todas las tardes, pero ellos dijeron que nunca habían visto a esa persona.

Bankéi

Extraído del libro "Sabiduría Zen"


domingo, 7 de abril de 2013

Espontaneidad




"Toda la rutina de la vida, vestirnos y desvestirnos, el trajín del trabajo, llevar a cabo las diversas operaciones, se hace sin referencia mental al dolor y al placer, excepto en contadas ocasiones  Se trata de actos motor-idea. No respiramos por el placer de respirar, sino que simplemente descubrimos que respiramos. No escribo por el placer de escribir, sino sencillamente porque una vez empiezo, y estoy en un estado de excitación intelectual que me mantiene en marcha, descubro que sigo escribiendo. ¿Quién pretendería que cuando maneja un cuchillo en la mesa, lo hace por el placer que le reporta o el dolor que debe eludir? Hacemos estas cosas porque no puede ser de otro modo; nuestros sistemas nerviosos están conformados de tal modo que actúan de esta forma; y a la mayoría de nuestros actos al azar o puramente "nerviosos", y pautas de comportamiento programadas, no podemos asignar razón alguna."

Pasaje de William James, citado por Raymond Smullyan en "Silencioso Tao"


Sobre el propósito




Aunque no trata conscientemente de
vigilar los campos de arroz de los intrusos,
el espantapájaros, a pesar de todo,
no está allí plantado sin propósito.

Del libro "Silencioso Tao", de Raymond Smullyan

Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...