domingo, 31 de marzo de 2013

Barrer los pensamientos





Cada vez que se alce un pensamiento, arrójalo lejos.
Dedícate a barrer los pensamientos.
Barrer los pensamientos significa meditar.
Cuando se dejan de lado los pensamientos, aparece "el rostro original".
Los pensamientos son como nubes: cuando aclara, aparece la luna. Esa luna de eterna verdad es "el rostro original".


Shuho Myocho (Japón, 1282–1337)

viernes, 29 de marzo de 2013

Poncio Pilato




Mi esposa me habló de El muchas veces antes de que fuera traído a mi presencia, pero no me interesé.
Mi esposa es una soñadora y es dada, como tantas mujeres romanas de su rango, a cultos y rituales orientales. Y estos cultos son peligrosos para el Imperio; y cuando encuentran un sendero hacia el corazón de nuestras mujeres se convierten en destructivos.
Egipto llegó a su fin cuando los Hyksos de Arabia llevaron hasta él al Dios único de su desierto. Y Grecia fue dominada y reducida a polvo cuando Astarté vino con sus siete doncellas desde las costas sirias.
En cuanto a Jesús, yo nunca lo había visto antes de que me lo entregaran como a un malechor, como a un enemigo de su propia nación y también de Roma.
Fue traído al tribunal con los brazos atados con cuerdas a su cuerpo.
Yo estaba en mi sitial del estrado y avanzó hacia mí con pasos firmes y largos; luego permaneció erguido, la cabeza en alto.
Y no puedo sondar que ocurrió en mis adentros en ese instante; pero, de súbito, irrumpió en mí el deseo, aunque no la voluntad, de abandonar el estrado y caer a sus pies.
Sentí como si César hubiera entrado al tribunal, un hombre más grande que la misma Roma.
Pero esto solo duró un instante. Y luego vi simplemente a un hombre acusado de traición por su propio pueblo. Y yo era su gobernador y su juez.
Lo interrogué; pero El no dio muestras de querer responder. Se limitaba a mirarme. Y en su mirada había lástima, como si El fuera mi gobernador y mi juez.
Entonces se levantó desde afuera el clamor de la multitud.
Pero El permaneció silencioso, y sin embargo El estaba mirándome con lástima en sus ojos.
Y yo salí a las gradas del palacio, y cuando las gentes me vieron, cesaron de gritar. Y yo les dije: "¿Qué queréis hacer con este hombre?"
Y ellos gritaron a una sola voz. "Queremos crucificarlo. Es nuestro enemigo y el enemigo de Roma".
Y por ahí, en medio de la muchedumbre, uno gritó: "¿No dijo El que destruiría el templo? Y ¿No era El quien pretendía el reino? No tenemos otro rey que César."
Entonces los dejé y volví de nuevo a la Sala del Tribunal y lo vi todavía allí, solo, siempre en alto la cabeza.
Y recordé lo que había leído de un filósofo griego: "El hombre solitario es el más fuerte de los hombres".
En ese momento el Nazareno era más fuerte que su raza. Y no me sentí clemente hacia El. Estaba más allá de mi clemencia.
Entonces le pregunté: "¿eres tú el Rey de los Judíos?" 
Y El no dijo una sola palabra.
Y le pregunté de nuevo: "¿No has dicho tú que eres el Rey de los Judíos?"
Y El puso los ojos en mí.
Entonces respondió con vos tranquila: "tú mismo me has proclamado Rey. Tal vez para éste fin yo he nacido, y por esta causa vine a dar testimonio de la verdad".
¡Mirad que hombre: hablar de la verdad en semejante momento!
En mi impaciencia alcé la voz, tanto para mí mismo como para El: "¿Qué es la verdad? y ¿qué sentido tiene la verdad para el inocente cuando la mano del ejecutor está ya sobre él?"
Entonces Jesús dijo con firmeza: "Nadie dominará al mundo si no es con el Espíritu y la Verdad"
Y le pregunté: "¿Eres tú el Espíritu?"
El respondió: "Tú también lo eres, aunque no lo sepas"
Y ¿qué era el Espíritu y qué era la Verdad cuando yo, en nombre del Estado, y ellos a causa del celo por sus antiguos ritos, entregábamos a la muerte a un hombre inocente? 
Ningún hombre, ninguna raza, ningún imperio se detendría jamás frente a una verdad en su camino hacia su propio logro.
Y volví a preguntar: "¿Eres tú el Rey de los Judíos?"
Y El respondió: "Eres tú quien lo dice. Yo he conquistado al mundo antes de ésta hora"
Y ya esto solo, de todo cuanto decía, era impropio, tanto más cuanto que solamente Roma había conquistado al mundo.
Pero ya las voces del pueblo se alzaban de nuevo y el ruido fue mayor que antes.
Y descendí de mi sitial y le dije: "sígueme".
Y otra vez aparecí en las gradas del palacio y El permaneció de pie, a mi lado.
Cuando la muchedumbre lo vio bramó con el bramido del trueno. Y de su clamor yo no discernía otra cosa que: "¡crucifícale, crucifícale!"
Entonces lo transferí a los sacerdotes que me lo habían traído y les dije: "haced lo que queráis con este hombre justo. Y si es vuestro deseo llevad con vosotros soldados de Roma para su custodia."
Entonces se lo llevaron y yo decreté que fuera escrito sobre la cruz, encima de su cabeza: "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos". Si por mí fuera, yo habría hecho escribir: "Jesús de Nazaret, un Rey".
Y el hombre fue desnudado y azotado y crucificado.
Habría estado en mi poder salvarlo, pero salvándolo a El habría provocado una revolución; y siempre es prudente para el gobernador de una provincia romana no ser intolerante con los escrúpulos religiosos de una raza conquistada.
Hoy creo que el hombre era algo más que un agitador. Lo que decreté no lo hice por propio convencimiento, sino mas bien por la seguridad de Roma.
No mucho después dejamos Siria y desde ese día mi esposa ha sido una mujer de pesares. Algunas veces, aún aquí, en éste jardín, veo la tragedia en su rostro.
Me han dicho que habla mucho de Jesús a otras mujeres de Roma.
¡Mirad, pues, cómo el hombre cuya muerte decreté retorna del mundo de las sombras y entra en mi propia casa!
Y dentro de mí mismo pregunto una y otra vez: "¿qué es verdad y qué no es verdad?"
¿Será posible que el sirio nos esté conquistando en las tranquilas horas de la noche?
No debería ser así, por cierto.
Porque Roma debe imperiosamente prevalecer contra las pesadillas de nuestras esposas.

Khalil Gibran, Jesús, el hijo del hombre

miércoles, 27 de marzo de 2013

Salir de la Trampa




... la relatividad no es solo una cuestión humana, sino la verdadera naturaleza de la vida. Es una especie de acto de equilibrio, que se diferencia de los equilibrios normales en que el sistema siempre se equilibra. Por mucho que podamos alejarnos hacia un lado, la vida acostumbra manifestarse por el otro. Pero no podemos percibirlo así por exactamente la misma razón por la que de ordinario no pensamos que el espacio sea real. La mayoría de la gente siente que el espacio es nada. Pero cuando empezamos a pensarlo cuidadosamente, vemos que espacio y sólido son recíprocamente relativos, que no podemos concebir ningún cuerpo sólido, excepto en el espacio. Y, al revés, no podemos concebir el espacio, excepto ocupado por cuerpos sólidos...Tal y como dijo Einstein en una ocasión, el pez, claro está, no es consciente del agua. Y, de la misma manera, nosotros no somos conscientes del espacio como agente real de algún tipo, como algo que realmente está ahí. Así pues, así como pensamos que los cuerpos sólidos son más reales que el espacio, de la misma forma ponemos el énfasis en lo positivo - el aspecto yang de las cosas, en lugar del yin - y no en el negativo. Y por ello no hacemos más que permanecer en la búsqueda de las cosas positivas de la vida: el bien, el placer y demás, y llegamos a pensar que de alguna manera podemos poseerlas separadas y alejadas de sus polaridades opuestas. No olviden nunca que no se trata simplemente de un caso de oposición. Polaridad y mera oposición son conceptos algo distintos, porque cuando decimos que estos opuestos son polares, queremos decir que de hecho son los términos abstractos o extremos de una especie de continuidad que los une. Igualmente las dos caras de una moneda son superficies euclidianas de un cuerpo sólido: la moneda es una; el imán es uno. Pero las cabezas y los extremos son diferentes, y los polos positivo y negativo de un imán son diferentes. Lo que tenemos aquí es la paradójica situación de diferencias idénticas, explícitamente diferentes pero implícitamente uno.Y así vamos profundizando en la situación de comprender que no hay nada que podamos hacer para que todo sea siempre mejor. Y, en realidad, cuanto más tratamos de conseguirlo, más ciegos nos volvemos a la situación relativa, a la naturaleza de la realidad.


Alan Watts

sábado, 16 de marzo de 2013

La persona




"Un gran maestro Zen de la era Meijí llamado Keichú, era el abad de un templo principal de Kyoto el Tofuku. 
El nuevo gobernador de la ciudad fue a visitarlo por primera vez. Al llegar al templo le entregó su tarjeta de presentación al asistente de Keichú. Éste se la llevó al abad. En la tarjeta ponía: "Kitagaki, Gobernador de Kyoto". Al verla, Keichú le dijo a su asistente:

-Ve y dile que se marche. No tengo nada que ver con esa persona.

El asistente se disculpó ante el gobernador, devolviéndole su tarjeta. A lo que éste, que era un hombre juicioso, respondió:

-He cometido un error.

Tras decir esto, cogió la tarjeta de presentación y tachó las palabras "Gobernador de Kyoto", pidiendo al asistente que, por favor, de nuevo se la entregue a Keichú.

-¡Ah!, es Kitagaki - exclamó el maestro al leer la tarjeta -, quiero recibir a esta persona."

Extraído del libro "Sabiduría Zen", Bankei.

Ahora bien, no es difícil asociar al vocablo ‘persona’ con el teatro, basta con recordar algunos de sus derivados: personalidad, personaje, personificar; pero también tiene una relación directa con el sonido. Proviene del latín ‘persona’, compuesta por el prefijo ‘per’ con una connotación superlativa y por ‘sonus’, sonido. Significaba máscara que hace mucho ruido o que retumba.
La personalidad vendría a ser nuestra máscara, algo que utilizamos para hacernos oír, para ser vistos, nuestra manera de interactuar en el "teatro mágico", cada una de las caras del cubo del rompecabezas... interesante. 


Unimos los radios en una rueda,
pero es el agujero central
lo que permite que el carro se mueva.

Torneamos la arcilla para hacer una vasija,
pero es el vacío interno
lo que contiene aquello que vertemos en ella.

Hincamos estacas para construir una cabaña,
pero es el espacio interior
lo que la hace habitable.

Trabajamos con el Ser,
pero es el No-Ser lo que usamos

Del Tao Te Ching de Lao Tse, en la traducción de Stephen Mitchell



jueves, 14 de marzo de 2013

José, apodado el justo


Dicen que era vulgar, vástago ordinario de común semilla, hombre tosco y violento.
Dicen que solamente el viento peinaba sus cabellos, y solamente la lluvia juntaba a sus ropas con su cuerpo.
Lo consideran loco, y atribuyen sus palabras a demonios.
Reparad, sin embargo, en que el Hombre despreciado sonaba a desafío y que el sonido así originado jamás cesará.
Cantó una canción y nadie detendrá esa melodía. Volará de generación en generación y se elevará de esfera a esfera recordando los labios que la hicieron nacer y los oídos que la acunaron.
Era un extranjero. Si. El era un extranjero, un caminante rumbo a su santuario, un visitante que golpeó a nuestra puerta, un huésped venido de un lejano país.
Y como no encontró a un anfitrión afable, El retornó a su propio lugar.

Extraído del libro "Jesús, el hijo del hombre", de Khalil Gibran.


Tú eres el mar!




(Grabado Utagawa Hiroshige)


Tairo, un estudiante zen, se dirigió a su maestro en tono convencido:

—El resplandor del Buda ilumina el universo entero.

—Esa frase no es tuya, Tairo. Tú no piensas; solo recitas.

—Maestro —protestó el estudiante—, me alimento de los textos sagrados, leo sin reposo a los grandes autores del pasado, nunca ceso en mi búsqueda de la verdad del Buda…

—Te pareces a un pececito que pregunta en todas partes dónde está el mar… —le dijo el anciano sonriendo.

—¿Qué quieres decir, maestro?

—Tú naciste en el mar, tú vives en el mar, tú morirás en el mar. No busques más, Tairo: ¡tú eres el mar!


Extraído de: http://www.facebook.com/ComunidadZenSotoshu


miércoles, 13 de marzo de 2013

Jotham de Nazaret, a un romano




A tí, oh amigo mío, como a todos los demás romanos, te gustaría más concebir la vida que vivirla. Quisieras gobernar tierras antes que ser gobernado por el espíritu.
Quisieras conquistar razas y ser maldecido por ellas, antes que permanecer en Roma bendecido y feliz.
No piensas sino en ejércitos en marcha y en barcos lanzados al mar.
¿Cómo entenderás entonces a Jesús de Nazaret, un hombre sencillo y solitario, que vino sin ejércitos ni barcos, a establecer un reino en el corazón y un imperio en los espacios libres del alma?
¿Cómo entenderás a éste hombre que no era un guerrero, pero que vino con la etérea potestad de los cielos?
No era un dios. Era un hombre como nosotros; pero en El la mirra de la tierra subió al encuentro del incienso del cielo; y en sus palabras nuestro balbuceo abarcó el susurro de lo invisible; y en su voz oíamos una canción insondable.
Si; Jesús fue un hombre y no un dios, y en ello está nuestro asombro y nuestra sorpresa.
Pero vosotros, romanos, no os asombráis de nada fuera de los dioses, y ningún hombre os sorprenderá. Por lo tanto, no entendéis al Nazareno.
Pertenecía a la juventud de la mente y vosotros pertenecéis a su ancianidad.
Nos gobernáis hoy; pero esperemos otro día.
¿Quién sabe si este hombre sin ejércitos ni barcos gobernará mañana?
Nosotros los que seguimos al espíritu sudaremos sangre peregrinando tras El. Pero Roma no será más que un blanco esqueleto tendido al sol.
Sufriremos mucho; no obstante, resistiremos y viviremos. Pero Roma debe inevitablemente sumirse en el polvo.
Sin embargo, si Roma, humillada y abatida, pronuncia su nombre, El prestará oídos a su voz. E insuflará nueva vida a sus huesos para que pueda levantarse otra vez y ser una ciudad entre las ciudades de la tierra.
Pero esto El lo hará sin legiones, ni esclavos del remo en sus galeras. El estará solo.

Extraído del libro "Jesus, el hijo del hombre", de Khalil Gibran.


sábado, 9 de marzo de 2013

Desviarse del camino





La concepción taoísta del mundo considera que cada cosa-acontecimiento (Shih o wo) es lo que es solo en relación con las demás. La tierra y las más minúsculas partículas que habitan en ella están, inevitablemente, "en consonancia" con el sol, la luna y las estrellas. Ellas los necesitan en la misma medida en que necesitan y se componen de sus propios elementos. Recíprocamente, el sol no iluminaría si no hubiera ojos, ni el universo "existiría" si no hubiera consciencia, y viceversa. Éste es el principio de "surgimiento mutuo" (hsiang sheng), que está explicado en el segundo capítulo del Tao Te Ching.
El principio sostiene que si se deja que todas las cosas sigan su camino, la armonía del universo quedará establecida, ya que cada proceso del mundo puede "realizarse" solo en relación con todos los otros...

…la individualidad es inseparable de la comunidad. En otras palabras, el orden de la naturaleza no es un orden forzado; no es el resultado de leyes y preceptos que los seres humanos se vean obligados a seguir al sentirse presionados por la violencia externa; ya que en la concepción taoísta no existe realmente un mundo obstinadamente externo. Mi interior surge y se corresponde con lo que es exterior a mí, y, aunque ambos difieran, no pueden verse disociados. Así "el modo particular e inédito" de cada cosa es el modo "particular e inédito" del universo...

El Tao es aquello de lo que uno no puede desviarse.

No hay manera de desviarse del fluir de la naturaleza...

Puedes imaginar que eres ajeno al Tao - o que estás separado de él - y entonces eres capáz de adoptarlo o no; pero incluso esta suposición se manifiesta desde el interior de la corriente, pues no existe otro camino más que el Camino. Quieras o no, somos eso y con ello armonizamos.

Extraído de "El Camino del Tao", de Alan Watts


Sobre gobernar




Cuando el Maestro gobierna,
la gente apenas percibe su existencia.
Inferior gobernante es aquel que es amado.
Más inferior aún, el que es temido.
El peor, el despreciado.

Si no confías en la gente,
la gente pierde su confianza.

El Maestro no habla; actúa.
Cuando su tarea concluye,
la gente dice: "Asombroso:
¡lo hicimos nosotros solos!



Lao Tse - Tao Te Ching, Cap. 17 - Traducción de Stephen Mitchell


martes, 5 de marzo de 2013

Retirado del mundo




Mi cabaña está en lo más profundo del bosque
Cada año las malas hierbas crecen más recias.
Sin noticias de los asuntos del mundo.
A veces el canto lejano de un leñador.
El sol brilla y remiendo mi ropa.
Cuando sale la luna, leo poemas zen.
No tengo nada que deciros amigos míos.
Pero si queréis comprender...
dejad de correr tras tantas cosas…

DAIGU RYÔKAN (1758-1831)


sábado, 2 de marzo de 2013

Ilusiones




1. Vino al mundo un Maestro nacido en la Tierra Santa de Indiana, criado en las colinas místicas situadas al este de Fort Wayne.

2. El Maestro aprendió lo que concernía a este mundo en las escuelas públicas de Indiana y luego, cuando creció, en su oficio de mecánico de automóviles.

3. Pero el Maestro traía consigo los conocimientos de otras tierras y otras escuelas, de otras vidas que había vivido. Los recordaba y puesto que los recordaba adquirió sabiduría y fuerza, y la gente descubrió su fortaleza y acudió al él en busca de consejo.

4. El Maestro creía que disfrutaba de la facultad de ayudarse a sí mismo y de ayudar a toda la Humanidad, y puesto que lo creía, así fue, de modo que otros vieron su poder y acudieron a él para que les curase de sus tribulaciones y sus muchas enfermedades.

5. El Maestro creía que es bueno que todo hombre se vea a sí mismo como hijo de Dios, y puesto que lo creía, así fue, y los talleres y los garajes donde trabajaba se poblaron y atestaron con quienes buscaban su sabiduría y el contacto de su mano y las calles circundantes con quienes sólo anhelaban que su sombra pasajera se proyectara sobre ellos y cambiara sus vidas.

6. Sucedió, en razón de las multitudes que varios capataces y jefes de talleres le ordenaron al Maestro que dejara sus herramientas y siguiera su camino, porque el apiñamiento era tal que ni él ni los otros mecánicos tenían espacio para trabajar en la reparación de los automóviles.

7. Se internó pues en la campiña y sus seguidores empezaron a llamarlo Mesías, y hacedor de milagros, y puesto que lo creían, así fue.

8. Si estallaba una tormenta mientras él hablaba, ni una sola gota de agua tocaba la cabeza de uno de sus oyentes, y quienes estaban al fondo de la multitud escuchaban sus palabras con tanta nitidez como los primeros, aunque en el cielo retumbaran rayos y truenos. Y siempre les hablaba en parábolas.

9. Y les dijo: "En cada uno de vosotros reside el poder de prestar consentimiento a la salud y a la enfermedad, a las riquezas y a la pobreza, a la libertad y a la esclavitud. Somos nosotros quienes las domeñamos y no otro."

10. Un obrero habló y dijo: "Es fácil para ti, Maestro, porque a ti te guían y a nosotros no, y no necesitas trabajar como trabajamos nosotros. En este mundo el hombre debe trabajar para ganarse la vida."

11. El Maestro respondió y dijo: "Una vez vivía un pueblo en el lecho de un gran río cristalino.

12. "La corriente del río se deslizaba sobre todos sus habitantes; jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos y la corriente seguía su camino ajena a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.

13. "Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del lecho del río, porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque desde la cuna todos habían aprendido a resistir la corriente.

14. "Pero al fin una criatura dijo: ‘Estoy harta de asirme, aunque no lo veo con mis propios ojos, confío en que la corriente sepa hacia donde va. Me soltaré y dejaré que me lleve a donde quiera. Si continúo inmovilizada, me moriré de hastío.’

15. "Las otras criaturas rieron y exclamaron:’ ¡ Necia ! ¡Suéltate y la corriente que veneras te arrojará, revolcada y hecha pedazos contra las rocas, y morirás más rápidamente que de hastío!’

16. "Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y después de inhalar profundamente se soltó; inmediatamente la corriente la revolcó y la lanzó contra las rocas.

17. "Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse, y entonces la corriente la alzó del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.

18. "Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían, clamaron: ‘¡ Ved un milagro! ¡ Una criatura como nosotras, y sin embargo vuela! ¡ Ved al Mesías que ha venido a salvarnos a todas!’.

19. "Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió: ‘No soy más Mesías que vosotras. El río se complace en alzarnos, con la condición de que nos atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea es éste viaje, ésta aventura’.

20. "Pero seguían gritando aún más alto: ‘¡ Salvador!’, sin dejar de aferrarse a las rocas. Y cuando volvieron a levantar la vista, había desaparecido, y se quedaron solas, tejiendo leyendas acerca de un Salvador."

21. "Y sucedió que cuando vio que la multitud crecía día a día, más hacinada y apretada y enfervorizada que nunca, y cuando vio que los hombres le urgían para que los curara sin descanso, para que los alimentara con sus milagros, para que aprendiera por ellos y viviera sus vidas, se sintió afligido, y ese día subió solo a la cima de un monte solitario y allí oró.

22. Y dijo en el fondo de su alma: "Será un Portento Infinito, si es esa tu voluntad, que apartes de mí este cáliz, que me ahorres esta tarea imposible. No puedo vivir las vidas de los demás, y sin embargo diez mil personas me lo suplican. Lamento haber permitido que sucediera todo esto. Si esa es tu voluntad, autorízame a volver a mis motores y a mis herramientas, y a vivir como todos los hombres."

23. Y una voz le habló en las alturas, una voz que no era ni masculina ni femenina, poderosa ni suave, sino infinitamente bondadosa. Y la voz le dijo: "No se hará mi voluntad sino la tuya. Porque lo que tú deseas es lo que yo deseo de ti. Sigue tu camino como los otros hombres; y que seas feliz en la tierra."

24. Al escucharla, el Maestro se regocijó, y dio las gracias, y bajó de la cima del monte tarareando una cancioncilla popular entre los mecánicos. Y cuando la multitud le urgió con sus penas, y le imploró que la curara y aprendiese por ella y la alimentara incesantemente con su sabiduría y le entretuviera sus milagros, él sonrió y le dijo apaciblemente: "Renuncio".

25. Por un momento, la muchedumbre quedó muda de asombro.

26. Y él continuó: "Si un hombre le dijera a Dios que su mayor deseo consistía en ayudar al mundo atormentado, a cualquier precio, y Dios le contestara y explicara lo que debía hacer, ¿ tendría el hombre que obedecer?"

27. " ¡ Claro, Maestro!", clamó la multitud. "¡ Si Dios se lo pide deberá soportar complacido las torturas del mismísimo infierno!".

28. "¿ Cualesquiera que sean esas torturas, y por ardua que sea la tarea?"

29. "Deberá enorgullecerse de ser ahorcado, deleitarse de ser clavado en un árbol y quemado, si eso es lo que Dios le ha pedido", contestó la muchedumbre.

30. "Y que haríais - preguntó el Maestro a la concurrencia - si Dios os hablara directamente a la cara y os dijera: ‘OS ORDENO QUE SEÁIS FELICES EN EL MUNDO MIENTRAS VIVÁIS'? ¿ Qué haríais entonces?"

31. La multitud permaneció callada. Y no se oyó una voz, un ruido, entre las colinas ni en los valles donde estaba congregada.

32. Y el Maestro dijo, dirigiéndose al silencio: "En el sendero de nuestra felicidad encontraremos la sabiduría para la que hemos elegido esta vida. Esto es lo que he aprendido hoy, y opto por dejaros ahora para que transitéis por vuestro propio camino, como deseáis."

33. Y marchó entre las multitudes y las dejó, y retornó al mundo cotidiano de los hombres y las máquinas.


Del libro Ilusiones, de Richard Bach.

Una explicación...





Puede ser un desvarío, lo se, pero los hechos me llevan, al menos, a pensarlo...

Dicen los sabios de todas las épocas que, finalmente, te conviertes en lo que piensas. Que de tanto pensar cosas buenas, te conviertes en un hombre bueno. Que si uno cree en determinadas cosas, inevitablemente se hacen realidad en nuestras vidas. Puede ser así, no lo puedo discutir. Ahora, también es cierto que ciertas cosas que me han sucedido han llegado a mi como un rayo, sin que yo las buscara, sin que pensara en ellas. Como si alguien me las pusiera en el camino, bajo distintas formas... el nombre de un libro o algún pasaje en otro que estuve leyendo por casualidad, una frase leída entre miles... en fin, no las buscaba, pero ahí estaban como carteles luminosos llamando mi atención. Como mojones que indicaran el cambio de rumbo en la ruta emprendida, como si "alguien" me estuviera guiando. Llegaban desde "fuera", no eran, aparentemente, dirigidas por mi pensamiento o mi decisión, salvo que lo que dirija mis acciones sea un proceso profundamente oculto a mi yo consciente y sea esto lo que me lleva a escoger aquel libro, esa otra canción, aquella relación... Si esto fuera así, estaríamos hablando de una predestinación?; Sería el "destino" que cada uno tiene marcado?; Es que vivimos al mismo tiempo, por así decirlo, en distintos planos de consciencia, en los que "probamos" distintas alternativas hasta encontrar la correcta? 
Hoy pienso que solo es que no somos conscientes de que esos procesos profundísimos no pueden ser aprehendidos por nuestro yo consciente, no pueden ser analizados y clasificados por nuestra orgullosa y ruidosa razón. Que nuestra "intuición" (que palabra tán mágica y sugestiva) nos guía secretamente, siempre siguiendo el flujo energético universal, hacia lo que debemos ser o, mejor dicho, realizar en este espacio-tiempo que nos toca vivir...
Si no leemos bien los indicadores, si nos resistimos a seguirlos, si aceptamos lo que nuestra ruidosa razón nos quiere imponer, y esto de alguna manera se opone a lo que debemos hacer para "fluir" con la corriente, sobrevienen las calamidades. Si, por el contrario, nos dejamos llevar por la corriente, si nos "soltamos", si "tenemos fe", la corriente nos alza del fondo y nos lleva serenamente río abajo sin revolcarnos contra las piedras del fondo...


Relato de un viaje...




"... Aquí, según veo, tropiezo con una de las mayores dificultades de mi narración. Sería relativamente fácil hacer comprender al lector la región en que se desarrollan nuestras hazañas, la parte del alma a que pertenecían, si me fuera posible revelarle los secretos íntimos del Círculo. Pero el juramento sella mis labios y, debido a esto, muchas cosas, tal vez todas, le parecerán increíbles e incomprensibles al lector. Pero, aunque parezca paradójico, lo que en sí mismo es imposible, debe ser intentado siempre de nuevo. Estoy en todo de acuerdo con Siddartha, nuestro sabio amigo de Oriente, que una vez dijo: "Las palabras no sirven para explicar un sentido secreto: siempre lo modifican algo, lo falsifican, lo ridiculizan." Esto es indudable, pero lo es también que aquello que para un hombre representa un tesoro y su sabiduría, le parece a otro una locura."

De Viaje al Oriente de Hermann Hesse


viernes, 1 de marzo de 2013

Mensajero




El mensajero entrega puntualmente su mensaje que, como siempre sucede, no llega a destino... no por falta de oyentes, que se cuentan por miles, sino porque el lenguaje utilizado es incomprensible para éstos.


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...