viernes, 31 de agosto de 2012

Unidad




"Es la mejor de todas mis ideas: lo contrario de toda verdad es también verdadero. Me explico: una verdad sólo se puede defender y traducir en palabras cuando es unilateral. Y unilateral es todo cuanto puede concebirse con ideas y expresarse con palabras: es todo unilateral, todo mitad, todo desprovisto de totalidad, de redondez, de unidad."


Hermann Hesse - Extraído de Siddhartha

Sobre Buscar y Encontrar




"Cuando alguien busca, suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello que anda buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque sólo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y se halla poseído por él. Buscar significa tener un objetivo, pero encontrar significa ser libre, estar abierto, carecer de objetivos..."

Hermann Hesse


viernes, 24 de agosto de 2012

Serenidad




Llena tu cuenco hasta el borde
y acabará rebosando.
Afila de continuo el cuchillo
y lo hallarás romo.
Persigue el dinero y la seguridad,
y tu corazón jamás podrá liberarse.
Persigue la aprobación de la gente
y serás su prisionero.

Haz tu tarea, después retírate.
He aquí la única senda hacia la serenidad.


Lao Tze - Tao Te Ching - Versión de Stephen Mithell


martes, 21 de agosto de 2012

La Taza Rebosante




Érase una vez un estudiante del Camino muy culto y un tanto arrogante. Cuando se enteró de que un sabio anciano vivía cerca de su casa, decidió visitarlo con la intención de que le transmitiese su gran sabiduría y así poder mejorar su formación y reputación.

Cuando llegó a la casa del sabio, se sorprendió al comprobar que se trataba de una humilde cabaña. En su interior, un anciano con una barba larga y fina y unos ojos muy brillantes se encontraba sentado ante una tetera, murmurando para sus adentros.

El anciano alzó la vista y, al ver al estudiante en su puerta, lo invitó a entrar y a sentarse en el sitio de honor. A continuación, le pidió que se tomase un té con él.

Mientras el estudiante presumía de su formación y relataba sus numerosos logros, el viejo maestro empezó a llenar la taza de su invitado. El joven habló hasta por los codos, y mientras tanto el viejo maestro continuó sirviendo té en su taza hasta que el líquido caliente se derramó por la mesa y acabó cayendo en el regazo del estudiante.
-¿Qué haces, viejo tonto?- gruñó, levantándose de la silla-.
Estás vertiendo el té por todas partes. ¿No ves que mi taza ya está llena?

El sabio dejó de servir té con gesto pausado y miró al estudiante
-Su mente, señor, es muy parecida a esta taza de té. Me temo que ya está demasiado llena para que yo pueda aportar algo más. De lo contrario, acabará desbordándose y se derramará por todas partes.


Anónimo - Extraído del libro Cuentos Taoístas, La Sabiduría de los Maestros Taoístas - Solala Towler

domingo, 19 de agosto de 2012

Algo se mueve...



Hay días apacibles, días en los que todo transcurre por los carriles establecidos. 
Puedo sentirme seguro y protegido. Arropado en mis creencias, en mis seguridades hechas de respuestas encontradas con esfuerzo o robadas vilmente de algunos inspirados líderes.
Pero hay días, hoy, por ejemplo, en los que un suceso inesperado me sacude toda estructura. El piso cede y tambaleo y siento el vértigo del abismo a mis pies.
No necesariamente son días malos, pueden ser días maravillosos, donde algún sentimiento hermoso sea el que sacude mi seguridad. Algo dormido en la profundidad del olvido, de pronto, surge como un rayo de luz que me ciega y pierdo el sentido del camino.
Claro que se que todo es solo producto de la imaginación, una mala pasada de mi corazón, demasiado propenso a soñar, pero el piso se me mueve igual.
De cualquier manera, aunque se que es un sueño, me entrego y lo disfruto. Más tarde veré cómo hago para safar de la ilusión que me cegó por un instante...


El Valor de la Aceptación





Aceptación no significa aprobación de un hecho cualquiera que nos toca de alguna manera, ya sea éste interior o exterior.

Aceptación no significa que estamos de acuerdo con ello, tampoco debe leerse como que no tenemos agallas para enfrentar y corregir lo que consideramos, desde una perspectiva parcial, incorrecto.

Aceptación significa que suspendemos nuestro juicio para abrirnos a esa experiencia y meternos confiados en que el flujo vital nos llevará a buen puerto.

Suspendemos nuestro juicio, casi siempre racional, y por lo tanto demasiado superficial e incompleto, donde nuestro ego juega un papel demasiado central y nos confunde.

Suspendemos nuestro juicio para escuchar lo que nuestra sangre murmura en nuestro interior, lo que nuestra intuición tiene para decir, detrás del espantoso ruido de las ideas que bullen en nuestro cerebro pugnando por ser la que nos "solucione" el inconveniente.

Cuando aceptamos las cosas como son, dejamos que nuestra naturaleza se una al flujo vital universal del que forma parte y, mágicamente, las cosas se encaminan, se solucionan los problemas que parecían insolubles.

Cada situación que nos toca vivir se nos presenta porque, de alguna manera, la hemos convocado para extraer de ella una enseñanza.

Solo mediante la aceptación incondicional de lo que nos sucede, sobre todo cuando no nos gusta, podemos iniciar el proceso de crecimiento espiritual que nos va a permitir entender que todo lo que sucede, lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, son solo caras de una misma moneda. Que todo eso es una unidad y no puede ser de otra manera, que una cara necesita a la otra para poder revelarnos el mundo y para poder vivir la experiencia, que, de otra manera, sería invisible.

sábado, 18 de agosto de 2012

Forma esto parte de mí?




Cuentan que un hombre sufría con gran frecuencia ataques de ira y cólera, así que decidió un día abordar esta situación. Para ello se fue al encuentro de un viejo sabio con fama de conocer la naturaleza humana. Cuando llegó a su presencia, habló de este modo:
-Señor, quiero solicitar tu ayuda, ya que tengo fuertes arranques de ira que están haciendo mi vida muy desgraciada. Yo sé que soy así, pero también sé que puedo cambiar si usted me aconseja. Lo que me cuentas es muy interesante -dijo el anciano-. De todas maneras, para poder tratar bien tu problema es necesario que me muestres tu ira y así pueda saber de qué naturaleza es. -Pero ahora no tengo ira -argumentó el hombre. -Bien -contestó en anciano-, lo que tendrás que hacer en este caso es que la próxima vez que la ira te invada, has de venir lo más deprisa posible a enseñármela. El hombre iracundo se mostró de acuerdo y regresó a su casa. Pero pocos días después se encontró de nuevo con otro ataque de cólera y marchó rápidamente a ver al anciano. Sin embargo, ocurría que el viejo habitaba en lo más alto de una colina muy alejada, así que cuando por fin alcanzó la cima y se presentó al sabio...-Señor, estoy aquí de nuevo como me dijiste. -Estupendo, muéstrame tu ira. Pero al pobre hombre se le había pasado la ira durante la subida. -Es posible que no hayas venido lo suficientemente rápido -dijo el anciano-. La próxima vez corre mucho más deprisa y así llegarás todavía con ira. Pasados unos días, al hombre le asaltó otro fuerte ataque de cólera y recordando la recomendación del sabio, comenzó a correr cuesta arriba todo lo rápido que pudo. Cuando media hora después llegó completamente agotado a casa del viejo, éste le reprendió severamente: -Esto no puede continuar así, otra vez llegas sin ira. Creo que debes esforzarte aún más y tratar de subir las cuestas mucho más deprisa. De otro modo no voy a poder ayudarte. El hombre marchó entristecido, jurándose a sí mismo que la próxima ocasión correría con todas sus fuerzas para llegar a tiempo de mostrar su ira.
Pero no ocurrió así. Una y otra vez subía la cuesta, ya cada ocasión llegaba más y más fatigado y desde luego sin un asomo de ira. Un día que llegó especialmente extenuado, el maestro, por fin, le dijo: -Creo que me has engañado. Si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela. Has subido a mi casa veinte veces y nunca has sido capaz de mostrarla. Esa ira no te pertenece. No es tuya. Te atrapa en cualquier lugar y con cualquier motivo y luego te abandona. Por tanto, la solución es fácil: la próxima vez que quiera llegar a ti, no la recojas.


Extraído del libro "120 Cuentos de Oriente"


La prisión del odio




Dos hombres habían compartido injusta prisión durante largo tiempo en donde recibieron todo tipo de maltratos y humillaciones. Una vez libres, volvieron a verse años después. Uno de ellos preguntó al otro:
-¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?-No, gracias a Dios ya lo olvidé todo -contestó-. ¿y tú?-Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas -respondió el otro.
Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo:
-Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.


Extraído del libro "120 Cuentos Espirituales de Oriente"

viernes, 3 de agosto de 2012

El camino de la liberación



Si reflexionas 
estando sentado
puedes llegar a ser Buda



"Tal vez resulte difícil para la mente occidental el apreciar que el hombre se desarrolla más por crecimiento que por autosuperación, y que ni el cuerpo ni la mente pueden crecer forzados. De la misma forma que la semilla se convierte en árbol, el pequeño Buda llega a ser el gran Buda. No es una cuestión de superación, porque un árbol no es una semilla que se ha superado, e incluso es perfectamente acorde con la naturaleza o Tao que muchas semillas nunca se conviertan en árboles. Las semillas a las plantas llevan, y las plantas a las semillas. No es una cuestión de mayor o menor, mejor o peor, porque el proceso se cumple en cada momento de su actividad."



Extraído del libro El Camino de la Liberación, de Alan Watts


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...