miércoles, 26 de septiembre de 2012

Algunas frases de Richard Bach





"Todos los seres, todos los acontecimientos de tu vida, están ahí porque tú los has convocado. De ti depende lo que resuelvas hacer con ellos."

Richard Bach

"Lo que la oruga interpreta como el fin del mundo es lo que el maestro denomina mariposa."

Richard Bach

"No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don. Buscas los problemas porque necesitas sus dones."

Richard Bach

"Nunca te conceden un deseo sin concederte también la facultad para hacerlo realidad. Sin embargo, es posible que te cueste trabajo."

Richard Bach

Lo que busco...




CXXV

...¿Cómo podría demostrarte lo que busco? No se trata de un objeto que habla a los sentidos, sino al espíritu. No me pidas que justifique el ceremonial que impongo. La lógica pertenece a la etapa de los objetos y no al lazo que los ata. Aquí no tengo ya lenguaje.
Tu has visto las orugas que sin ojos se encaminan hacia la luz o suben por el árbol. Y las observas como hombre, y te preguntas lo que buscan. Y concluyes: "Luz" o "Cima". Pero ellas lo ignoran. Igualmente si recibes algo de mi catedral, de mi año, de mi rostro, de mi patria, ello será tu verdad y poco me importa de tu viento de palabras que no sirve más que para los objetos. Tú eres oruga. Ignoras lo que buscas.



Extraído del libro Ciudadela, de Antoine Saint-Exupèry

Escribir




XXXV

...Porque he escuchado con verdadera atención las relaciones entre los hombres y he descubierto claramente los peligros de la inteligencia: la que cree que el lenguaje aprisiona. Y las respuestas en las disputas. Pues no es por vía del lenguaje que transmitiré lo que está en mí. Lo que está en mí no se puede decir con una palabra. No puedo significarlo sino en la medida que lo entiendes por otros caminos distintos a la palabra. Por el milagro del amor o porque, nacido del mismo Dios, tú te me asemejas. De otra manera tiro por los cabellos al mundo sumergido en mí. Y, al azar de mi torpeza, muestro éste o aquel único aspecto, como de esa montaña que expreso bien, al querer identificarla, diciendo que es alta. Mientras que ella es muy otra cosa; y como si hablara yo de la majestad de la noche cuando se tiene frío en las estrellas.

XXXVI

Cuando escribes, cargas un navío. Mas pocos navíos arriban. Naufragan en el mar. Hay pocas frases que continúan su resonancia a través de la historia. Porque quizá he querido significar mucho; pero aprisionado poco.
Y aún este problema: Importa enseñar a asir más que a identificar. Importa enseñar a exigir las operaciones de captura. Aquel que me muestras, ¿qué me importa lo que sabe? Tanto como el diccionario. Sino lo que es. Y aquel ha escrito su poema y lo ha llenado con su fervor, pero nada ha conseguido de su pesca. Nada ha traído de las profundidades. Me ha señalado la primavera, pero no la ha creado en mí, en la medido en que hubiera podido nutrir mi corazón.
Y yo escuchaba a los lógicos, historiadores y críticos, advertir que la obra, cuando es fuerte, se expresa por el plan; porque se convierte en plan lo que es fuerte.
Y si en un comienzo se me presenta un plano de la ciudad, es que mi ciudad está expresada y que está hecha. Mas no es él quien funda la ciudad.



Extraído del libro Ciudadela, de Antoine de Saint-Exupèry

lunes, 24 de septiembre de 2012

Un mundo...




Nosotros llamamos mundo físico, o mundo material, al mundo en que vivimos, algo que parece molestar a las personas que yo denomino espirituales, personas que aspiran a un mundo espiritual más real y eterno más allá del mundo material mutable y perecedero. Pero es frecuente que esas personas confundan las cosas y acaben hechas un verdadero lío. Porque, en el fondo, el mundo abstracto es el que nosotros llamamos mundo material ya que el mundo físico, tal y como nosotros utilizamos esa frase, no es nada concreto sino una creación completamente abstracta.
Tal vez esto les sorprenda, pero una pequeña disgresión sobre el origen de esos términos les demostrará de manera fehaciente que así es. ¿Cómo aborda el científico lo que el denomina el mundo material?: Mediante métodos cuantitativos. Y, ¿Cómo determinamos las cantidades? Mediante mediciones, es decir, números, o sea, una representación de la naturaleza en términos de categorías abstractas - metros, pulgadas, segundos, grados, etc. -, algo, por cierto, tan abstracto como las líneas de latitud y longitud que aparecen en un globo terráqueo. Y tampoco debemos olvidar que la palabra metro -como ocurre en el mundo mensurable, en el mundo que puede ser medido- se deriva de la palabra sánscrita matra, de cuya raíz también se deriva maya, el término utilizado para referirse al mundo de la ilusión.
Ya he señalado que uno de los principales significados occidentales del término naturaleza -como cuando inquirimos, por ejemplo, por la naturaleza de una cosa- es el de "clasificación". El término griego Physis, del que proviene la palabra física, tiene que ver con el mundo concebido de un cierto modo, un mundo aprehendido en funciones de clases que, por otra parte, son una mera abstracción. Cuando decimos que algo "es inmaterial", que algo no puede ser medido, estamos queriendo decir que no puede cuantificarse, que no puede añadirse a nada. Pero lo que necesitamos de la vida no es tanto cantidad como calidad, porque la cantidad es algo absolutamente abstracto. Es la calidad, el gusto, el sabor y el significado de la vida lo que realmente nos importa. Existen formas de medir las cualidades pero, en nuestro lenguaje, siempre tenemos que convertirlas en cantidades. Cuando un cocinero se halla frente a un puchero, añade sal, lo prueba un poco, le añade un poco más de sal, lo vuelve a probar... y así hasta llegar a concluir que ya está bien sazonado. Si colocásemos a alguien detrás del cocinero que fuese registrando la cantidad exacta de sal añadida dispondríamos de una abstracción cuantitativa relativa a una experiencia de sabor que no es ninguna abstracción. Pero, para que la gente regrese al mundo real, debemos suspender provisionalmente su pensamiento abstracto, porque es la abstracción la que nos lleva a establecer diferencias. Es mediante la abstracción como llegamos a la noción de que yo soy una cosa y los demás otra y de que los eventos ocurren separadamente. Trazamos las líneas que separan un minuto de otro de nuestros relojes del modo más exacto posible, porque queremos saber exactamente en qué momento un minuto se convierte en el siguiente. Y la delgadez de esas líneas nos demuestran lo abstractas, tenues e irreales que son, porque se trata de medidas y no hay que confundir la medición con lo que se mide. El mundo que vemos y sentimos sin abstracciones es el mundo en el que estamos conectados con todo lo que es, con el Tao y con el curso de la naturaleza. Pero hemos sido engañados por personas que no dejan de hablar y de explicar, personas que previamente han sido hipnotizadas para percibir el mundo a través de una visión abstracta, arbitraria y bastante alejada de la realidad. Así pues, los taoístas son -junto a los hinduistas y los budistas- los grandes abogados del silencio intelectual. Pero es preciso recordar que, con ello, no estamos diciendo que el intelecto sea algo malo o que debamos ser antiintelectuales. De ninguna manera. El hecho de pensar forma parte del proceso de a naturaleza de igual modo que la tela tejida por una araña. A fin de cuentas, la araña teje su tela para construir una red que atrape las moscas y la mente hace lo propio para tratar de apresar el universo. Y esto no es malo, siempre y cuando recordemos que el universo es mucho más amplio que la red que utilizamos para atraparlo.

Extraído del libro Taoísmo, de Alan Watts



En el decir de Lao-Tse:

"¿Puedes distanciarte de tu propia mente para así comprenderlo todo?"





viernes, 14 de septiembre de 2012

Domesticar





Entonces apareció el zorro:

- Buenos días - dijo el zorro.
- Buenos días - respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.
- Estoy acá - dijo la voz - bajo el manzano...
- ¿Quién eres? - dijo el principito -. Eres muy lindo...
- Soy un zorro - dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo - le propuso el principito -. ¡Estoy tan triste!...
- No puedo jugar contigo - dijo el zorro -. No estoy domesticado.
- ¡Ah! Perdón - dijo el principito.
Pero después de reflexionar agregó:
- ¿Qué significa "domesticar"?
- No eres de aquí - dijo el zorro -. ¿Qué buscas?
- Busco a los hombres - dijo el principito -. ¿Qué significa "domesticar"?
- Los hombres - dijo el zorro - tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
- No - dijo el principito -. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
- Es una cosa demasiado olvidada - dijo el zorro -. Significa "crear lazos".
- ¿Crear lazos?
- Si - dijo el zorro -. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
- Empiezo a comprender - dijo el principito -. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
- Es posible - dijo el zorro - ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
- ¡Oh! No es en la Tierra - dijo el principito.
El zorro pareció muy intrigado:
- ¿En otro planeta?
- Si.
- ¿Hay cazadores en ese planeta?
- No.
- ¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?
- No.
- No hay nada perfecto - suspiró el zorro.
Pero el zorro volvió a su idea:
Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡Será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito.
- ¡Por favor... domestícame! - dijo.
- Bien lo quisiera - respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Solo se conocen las cosas que se domestican - dijo el zorro -.
Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
- ¿Que hay que hacer? - dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente - respondió el zorro -. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
- Hubiese sido mejor venir a la misma hora - dijo el zorro -. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
- ¿Qué es un rito? - dijo el principito.
- Es también algo demasiado olvidado - dijo el zorro -. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.



Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
- ¡Ah!... - dijo el zorro  -. Voy a llorar.
- Tuya es la culpa - dijo el principito -. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
- Si - dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar! - dijo el principito.
- Si - dijo el zorro.
- Entonces, no ganas nada.
- Gano - dijo el zorro -, por el color del trigo.
Luego, agregó:
- Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún - les dijo -. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
- Sois bellas, pero estáis vacías - les dijo todavía -. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse o alabarse, o aún, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.

Y volvió hacia el zorro:

- Adiós - dijo.
- Adiós - dijo el zorro -. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos - repitió el principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
- El tiempo que perdí por mi rosa... - dijo el principito, a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad - dijo el zorro -. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... -. repitió el principito, a fin de acordarse.


El Principito - Antoine de Saint Exupery

sábado, 8 de septiembre de 2012

Jugador Tramposo




Muchas veces siento que pago más caro mis momentos de suave discurrir por la vida que los momentos en que ésta se me enfrenta violentamente, haciendo mis días, algunas veces, infelices.
Los momentos de mayor crecimiento que he podido identificar en los años que llevo vividos, son aquellos que me he visto obligado a enfrentarme al molde establecido o a situaciones dolorosas.
No que algunos momentos felices no hayan sido también momentos necesarios para ese crecimiento, sino que éstos tienen la particularidad de adormecernos, de alguna manera hacernos inconscientes y por ello, quizás, no brillan en el camino. Exceptúo aquí los momentos de extrema felicidad que, aunque escasos, son los puntos más brillantes y a los que siempre intento volver. Estos momentos han tenido que ver con el amor, en primera instancia, y con el inexplicable gozo de sentir que uno se ha introducido, de alguna manera, en el fluir de la energía universal. Si, ya se, esto suena casi cómico y me hago cargo de esto, pero muchas veces he experimentado este sentimiento y es tan imposible de describir como fascinante.

Nietzsche tiene una frase que me gusta mucho: "Amo al jugador que, cuando lo favorece la suerte de los dados, se pregunta: estaré haciendo trampas?"


jueves, 6 de septiembre de 2012

Cartas al mar




Hoy fue un día raro... Ideas de toda clase se me venían a la mente y una sensación de tristeza era lo único reconocible como factor común a todas ellas.
A partir de cosas pensadas y de otras vislumbradas tras las indefinibles expresiones recibidas a través de la comunicación de las redes sociales, se instaló esa tristeza durante la mañana, lo que me ancló a mi casa.
Hace un tiempo ya, algo se trastocó en mi rutina. Recuerdos trabajosamente relegados, creía yo, al olvido definitivo, volvieron a surgir, y con más fuerza de la que puedo manejar.
Bien, esos sentimientos que se dispararon nuevamente me llevaron a pensar en  la comunicación, en el alto componente ilusorio que tiene ya que, en definitiva, uno se pasa la vida tratando de expresarse a sí mismo y, a medida que lo hace, lo que intenta expresar se ha modificado nuevamente, con lo que el proceso empieza una y otra vez. Nos expresamos, a veces pienso, para vernos en los demás... en lo que piensan, dicen, sienten. Es como mirarnos a un espejo de múltiples planos que nos devuelve imágenes dispares, con las que vamos construyendo la nuestra.
Siento, muchas veces, que somos solos, que estamos condenados a no lograr nunca expresarnos completamente, a no poder comunicar totalmente lo que sentimos que somos. Pero, paradójicamente, necesitamos mostrarnos y recibir ese feedback que nos confirma lo sentido y pensado. Enviamos mensajes al exterior como el náufrago envía una carta en una botella, esperando ser rescatado. Las dos caras de una moneda.
Leo lo escrito y siento que solo es una aproximación burda, muy mezquina, de lo que siento en el fondo del corazón, de lo que hoy me clavó a mi cama y no me dio el coraje para salir al exterior...
Hoy solo pude hacer lo que, de un tiempo a esta parte, hago a diario: tirar cartas al mar, esperando ser rescatado.


martes, 4 de septiembre de 2012

Dónde está la verdad?



"Cito la verdad allí donde la encuentro."

Richard Bach en Ilusiones




Me gusta esta frase porque, creo, da en el centro de cómo funciona este mundo.
La verdad está en todos lados, no es patrimonio de ninguna ideología o credo. Aquellos que la buscan confinada y bien definida por ingeniosas especulaciones racionales, se equivocan. Esto solo es una ficción hija de un leguaje mezquino, que no alcanza para descifrar y definir un mundo inescrutable, si la herramienta utilizada para estudiarlo es solo nuestra razón.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Crecer como el bambú




No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.

También es obvio que quien cultiva la tierra, no se para impaciente frente a la semilla sembrada, llenándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, por favor, crece!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en No Apto para Impacientes: Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla aparentemente durante los primeros siete años.

A tal punto que, un cultivador inexperto, estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas... la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas en crecer?. No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá solo estés echando raíces...



Extraído de algún sitio en la web, que hoy no recuerdo

Una manera de actuar




¿Puedes disuadir a tu mente de su vagabundeo
y permanecer en la unidad original?
¿Puedes dejar que tu cuerpo se torne flexible
como el de un recién nacido?
¿Puedes limpiar tu visión interior
hasta ver solo la luz?
¿Puedes amar a la gente y guiarla
sin imponer tu voluntad?
¿Puedes afrontar los asuntos más vitales
dejando que los eventos sigan su curso?
¿Puedes distanciarte de tu propia mente
para así comprenderlo todo?

Dar nacimiento y nutrir,
tener sin poseer,
actuar sin expectativas,
dirigir sin controlar:
esta es la suprema virtud.


Extraído del Tao Te Ching de Lao Tse - Versión de Stephen Mitchell


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...